Epílogo

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-Si tuviera que resumir nuestra relación en una palabra sería: absurda.

-¡Beleeeeeeeeeeeeeeeen! -escuché por el otro lado de la puerta del baño. Eran las dos de la mañana de esa extraña noche donde le había dado otra opción  y el consumo excesivo de café ese día me pasó la cuenta.

-¡Juan Pabloooooooooo! -devolví un grito agudo, lleno de venganza. Él abrió la puerta jurando que me taparía o algo. No, seguí meando y recordé la vez de la declaración única y detergente en el baño. -¿Ya no hay privacidad entre nosotros?

-No, ¿puede apurarse?

-Así que no solo eres precoz en un ámbito de la vida-me levanté y me llevó hacia él, respirando en mi cuello-oye...tengo los calzones abajo, así que saca tus manos por favor violador de mierda

-Que matapasiones eres cariño

-¿Te tengo que decir en clave morse que no me digas cariño ni ningún peyorativo?

-No, pero Belén es como muy seco ¿no? -no me atrevía a mirarlo a través del espejo. Yo no soy pudorosa, pero si soy asquienta y el cuerpo humano me da asco, literalmente.

-En tus labios suena bien, créeme. Nunca mi nombre sonó más bonito que en tus labios. -terminó y me atrapó otra vez. Me subió arriba del lavamanos y comenzó a besarme y a hacer práctica anatómica conmigo.
Me tenía afirmada demasiado fuerte y yo no estaba disfrutando el momento, así que comencé a golpear su espalda. -¡Tierra a JP! Me estoy enterrando la llave de agua en la espalda. ¿Podrías dejar de ocuparme como muñeca inflable? Llévame a la cama al menos-dije mientras sujetaba su acalorado rostro que respiraba a dos exhalaciones por milisegundo. 

-¡Teñirte morado te hizo aún más desagradable!

-Asúmelo, te vuelvo bien loquito, soy la putísima ama-arreglé mi pelo y me monté en su espalda-ahora, ¡¡arré caballito!!

-¿A dónde vamos jinete?

-Los caballos no hablan, Juan Pablo. Pero ya que arruinaste mi fantasía de niña, llévame a dormir al menos. -Me dejó con cautela en un lado de la cama y se montó encima mío, mirándome fijamente, con ambos brazos haciendo un refugio para mi diminuto torso-¿Quieres sexo de reconciliación? ¿No sabes que eso nunca funciona?

-¿Y el conjunto nuevo para qué entonces? -susurró- me tiene con el líbido en las manos y necesito estrenarlo-beso mi boca y a pesar que siempre le repetía el clásico: "Juan Pablo solo ocupo brasieres que se desabrochan del costado", el muy imbécil buscó detrás, así que tuve que ayudarlo.
Me miró muy fijamente, buscando en mí cualquier cosa que pudiese llamar su atención-Me gustas así, desnuda y vulnerable...completamente mía.
-¿Suya? ¿Le había dado a ese hombre la posibilidad de ser de su propiedad? Era demasiado loco pensarlo. 

-Me gustas así, siendo Juan Pablo. La personalidad divertida y graciosa de Villa me estresa y me cansa-en esos meses viviendo una aventura más lejana de lo real que el retraso de Simón; me había dado cuenta que Juan tenía dos facetas, y que una de ellas, era solamente para mí. Villa era una persona que hacía el ridículo constantemente, que se guardaba absolutamente todo lo que le molestaba, siempre esbozando una sonrisa en la que solo extendía sus labios. Ese hombre aparecía ante sus amigos, sus fans y su familia. Pero Juan Pablo era completa y absolutamente mío, daba igual que alguien quisiese negarlo.

Fusionar nuestros cuerpos en uno solo, era algo que las parejas jóvenes podían hacer todas los días porque los desórdenes hormonales y la calentura era algo típico. Nosotros no, cada vez que dejaba que recorriera mi cuerpo con suaves caricias de manos y boca, era demasiado especial, tanto que ninguna vez era igual a la anterior. Y si lo fuese, probablemente no lo recordaba. Eran minutos donde muchas quisiesen haber estado, pero era yo la que estaba ahí, era mi cuerpo el que se fundía con el de él.

La melodía más difícil de tocar. Juan Pablo Villamil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora