#Doce

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Nico di Angelo de verdad no podía creer lo que estaba diciendo Gabriel.

Sus manos estaban casi desatadas, y parecía estar ganando tiempo mientras él intentaba desatarse por su cuenta, pero la mestiza parecía haberse creído el cuento. El chico era un buen actor que incluso en ese aprieto les estaba ganando tiempo valioso con una mentira tan increíble como esa.

  — Sea lo que sea... Si no le haces daño a él voy a cooperar —volvió a decir Gabriel bajando la cabeza un poco.

La hija de Hecate solo soltó una risa chillona y burlesca antes de tomar al moreno por el cabello para obligarlo a pararse, haciéndolo soltar una queja de dolor, y sin dudarlo apunto el cuchillo a su garganta.

  — No creo que tengas tiempo de lamentarte —le dijo de forma sarcástica. 

Pero lo que volvió a sorprender al italiano fue la repentina patada en la pantorrilla que le dio Gabriel a la mujer, antes de echar el cuerpo con fuerza contra el monstruo más cercano dejandole por pocos segundos vía libre.

  — ¡Vete! —le gritó de golpe el latino.

Di Angelo no perdió la oportunidad, y a pesar de la luz, uso parte de sus últimas fuerzas para que las sombras lo envolvieran y poder desaparecer al cuarto de hotel mientras acababa de quitarse las cuerdas de las muñecas.


Habían sido escasos minutos, pero cuando reacciono de que había dejado solo a Gabriel junto con una loca hija de Hecate y varios monstruos... La culpa le gano.

Su cuerpo cayó sentado sobre el sofá de la cocina, y mientras soltaba varas maldiciones en italiano, se frotaba la cara frustrado y vencido. 

Pudo fácilmente haber tomado al chico del brazo y hacerlo viajar con él, pudo haberlo llevado, tenía la fuerza para que ambos viajen y aún así lo había dejado sólo en ese lugar. Después de que Gabriel Aguilar había mentido tan descaradamente para salvarlo de una muerte segura, había accedido a ir con él y acompañarlo en todo momento en una misión suicida que no estaba obligado a cumplir, ¡Por Hades! Incluso si era una molestia como lo había sido anoche no debió haberlo dejado.
Ahora debía volver sin su preciada e importante espada a ese lugar, a intentar salvar al moreno esperando que siguiera vivo, y además, hacerse cargo de esa loca malvada como su padre le había encomendado.

Por la ventana abierta podía ver como la tarde brillaba radiante, pero aunque quería volver a salvar a su compañero decidió que lo mejor era enfriar la cabeza. Intentaría pensar bien en algo para poder salvarlo, pero ahora lo mejor era intentar recobrar fuerzas y poder conseguir un arma para acabar rápido con todo eso... Tal vez podría contactar con el latino en sus sueños y hacer algo.

[ . . . ]

Cada que alguien viajaba en sueños, acababa pasando por la cabaña de Hipnos. Era prácticamente un lugar obligatorio por el que pasar gracias a que funcionaba como imán; y Nico no era la excepción a la regla.

  — Nico —saludo Clovis en su tono somnoliento de siempre—, es bueno verte por aquí.

  — Gracias Clovis, pero ahora ando con algo de prisa y tú cabaña me trajo hasta acá —dijo el italiano haciendo un gesto de disculpas dispuesto a irse, pero antes de hacerlo una brillante idea atravesó su cerebro.— Clovis... Voy a pedirte un favor muy importante y urgente ¿De cuerdo?

  — ¿Tienes problemas para controlar tu temperamento otra vez? —preguntó el chico ladeando levemente la cabeza.

  — No es eso —respondió el italiano rapidamente—, escucha, necesito que vayas AHORA de ser posible con Annabeth y le digas que me mande su gorra por Hermes-express.

  — ¿Para que la quieres?   

  — La vida de Gabriel esta en juego —dijo di Angelo con seriedad—, dile que me la mande al Cathedral Suites Hotel cuando antes, es importante ¿Bien?

  — Claro, iré ahora mismo a decirle —respondió Clovis asintiendo varias veces.

Luego de eso, a di Angelo solo le quedo seguir viajando para llegar hasta su compañero, todo mientras le rogaba y pedía a Hipnos que por favor Gabriel estuviera dormido en ese momento para poder encontrarse. 

Y lo bueno fue que tal vez alguien escucho sus plegarias.

Luego de viajar sin una correcta noción del tiempo por la desoladora nada misma, logró llegar a lo que sorprendentemente se veía como un precioso jardín al estilo griego, lleno por todos lados de frutas, plantas sospechosamente parecidas a las de Persefone y varias estatuas. Por un momento se sintió fuera de lugar, todo era demasiado lumínico y armónico, incluso el pasto se sentía como nubes; pero después de unos metros de caminata logró encontrarse a su objetivo.
Gabriel parecía tan desorientado como él mientras miraba el lugar, de espaldas podía ver que tenía el cabello recogido de manera natural pero bonita, e incluso estaba usando una toga griega.

  — ¡Gabriel! —dijo alto acercándose rapidamente al chico, y cuando lo vio de frente casi se quedo mudo.

El hijo de mi peor Pesadilla (Nico di Angelo X male reader) [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora