#Dos

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Estabas furioso con ese estúpido hijo de Apolo y contigo mismo.

¡Tenías una vista de halcón admirable! ¡Una puntería digna de un hijo de Eros! ¿¡Cómo carajos no habías visto a ese maldito rubio oxigenado escondido en el árbol!?

No te quedó otra más que desenfundar tu tan confiable cuchillo de bronce celestial y empezar a pelear contra la espada del arquero mientras Nico se encargaba de sus primos. Podías verlo de reojo invocando muertos una y otra vez para atacar, usando las sombras y la tierra, pero Jason y Percy hacían un buen equipo juntos. Bien sabías que si eso seguía así terminarían por ganarle, y más que la bandera del tonto juego, te importaba el hijo de Hades; jamás ibas a admitirlo en voz alta porque sabías que te detestaba, pero sí que estabas enamorado de él, y verlo recibir golpe tras golpe sin que pudiera casi cubrirse no te gustaba nada.

Como pudiste te las arreglaste para tomar una de las tantas flechas del caraj en tu espalda y enterrarsela a tu contrincante logrando dormirlo y, antes de que Percy atacara a Nico por detrás, tomaste la última flecha que te quedaba para dispararle al hijo de Poseidon.
El italiano se sobresalto cuando el cuerpo de Percy calló a sus espaldas casi roncando con una flecha en el brazo, pero aún en el piso y con la pierna herida, comenzaste a robar las flechas del rubiecito durmiente para dispararle a Jason tan veloz como sus brazos podían en esa tan incomoda pose, y aunque algunas ráfagas de aire desviaban varios de los disparos, eso lo distrajo lo suficiente como para que un golpe con el mango de la espada de acero estigo derribara al hijo de Júpiter al piso; y en pocos segundos la bandera estaba en manos del sexy hijo de Hades y una bengala en cielo anunciaba el fin del juego.

  — Felicidades Nico, ganaron —dijo Jason, quitándose el casco y frotando su cabeza algo mareado, acercándose a Percy para levantarlo notando que no reaccionaba, aún cuando le hubo quitado la flecha. 

Pero tú solo moviste con esfuerzo el cuerpo inconsciente del rubio oxigenado de encima, soltando algunas quejas al sentir la flecha moverse en donde estaba incrustada. No te quedo de otra más que partirla y quitarla de un solo tirón, y claro, como poder podías levantarte y caminar, pero fingiste que la herida te superaba.

  — ¿Estas bien? —preguntó tu crush acercándose con su arma enfundada. 

Dioses, remera rota que se pegaba en parte a él por el sudor, cabello despeinado y esa expresión tan linda, de golpe podías sentirte tan terrible como fuera necesario si iba a ayudarte.

  — No puedo pararme —mentiste estirando el brazo hacía él con tu mejor carita de ángel herido— ¿Te importa ayudarme?

Él también tenía algunas heridas menores, pero el hecho de que te habían herido en el muslo y tu pantalón se estuviera mojando de sangre pareció convencerlo lo suficiente. Dio un casi imperceptible suspiro resignado, y con  lo que parecía esfuerzo terrible, te tendió una mano para que te pusieras en pie antes de dejar sus brazos alrededor de sus hombros, uno de sus brazos en tus caderas, y empezar a andar a un paso que te fuera cómodo.
Ahora si que te daban ganas de darle las gracias al rubio dormido por el disparo, estaban lo suficientemente pegado a Nico como para que se sonrojara levemente mientras andaba, y nunca estarías así de cerca de nuevo probablemente. Al menos no si de él dependía.

[ . . . ]

Apenas salieron del bosque él te dejo sentado cerca de la fogata, justo en frente de Annabeth que empezaba a ponerse nerviosa al tratar de despertar a su inconsciente novio.

  — Annie, linda, Percy no va a despertarse hasta dentro de una o unas horas —confesaste ganándote su atención.

  — ¿Por qué? ¿Qué le hiciste? —reclamo mirándote.

  — Robe algunos suministros médicos como para hacer un sedante fuerte y moje bien todas las puntas de mis flechas, pero nada letal, lo juro —dijiste levantando ambas manos.

  — ¡No puedes hacer algo así! —saltó Will, quien cargaba a algunos hijos de Ares— ¡Va contra las reglas!.

  — No~. Va contra la reglas matar, yo solo los dormí —te defendiste mirando a Quirón— ¿Verdad señor?  

  — Bueno Will... Gabriel tiene razón con que no esta contra las reglas. Pero preferiría que no vuelvas a robar suministros médicos —dijo el centauro mirándolos a los tres antes de suspirar—, creo que tendré que ponerlo contra las reglas también.  

Una pequeña sonrisa de satisfacción te nació al ver que habías ganado la mini disputa, y más aún por crear una nueva prohibición en el juego. Gracias a Nico estaba prohibido viajar en las sombras, Percy y Annabeth no podían compartir equipo, y tampoco se podían aliar las cabañas de Zeus, Poseidon y Hades en un mismo equipo. Ahora tampoco se podrían robar suministros médicos o de la enfermería.
En fin, lo inevitable pasó, apenas Nico di Angelo tuvo la oportunidad solo se desapareció de cerca tuyo a quién sabe donde. Pero solo suspiraste, y después de que uno de los chicos de Apolo tuviera que verte en ropa interior (algo avergonzado el pobre) para poder curar tu muslo, te dirigiste con tu ropa camuflada y el una coleta en el pelo con varios invisibles para sostener bien tu cabello oscuro, a la cabaña 21 para poder descansar un poco, bufando apenas entrar.

  — Padre, no es por nada pero ¿En serio tenía YO que estar enamorado de alguien que me odia?—dijiste mirando el techo, empezando a quitarte el uniforme que traías y soltándote el cabello un poco para poder meterte en la cama—, podrías echarme una mano y no una puñalada sabes, soy buen chico con lo de las ofrendas y todo eso, me lo merezco un poquito ¿No?  








[[ N.A: Nadie se salva de enamorarse de alguien que no te da pelota :'v ni si quiera el hijo de Cupido :''v  ]]

El hijo de mi peor Pesadilla (Nico di Angelo X male reader) [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora