—No estoy enloqueciendo. Ustedes están enloqueciendo. Cállense —Niall estaba enloqueciendo, sin embargo, y todos lo sabían.
Zayn rodó los ojos y golpeó su cabeza contra la parte posterior del congelador.
Habría pensado que despertar en un rancho de caballos en Texas y quedarse atrapado en un congelador de restaurantes en Miami al final de la tarde sería una larga historia, pero resultó que era muy corta.
El NIA había estado esperando a Niall cuando aterrizaron en Miami. Al parecer, la identificación de la CIA creada por Preston no había sido tan infalible como esperaban.
Habían sido empacados, etiquetados y transportados a este edificio con capuchas sobre sus rostros. Zayn sabía que era un restaurante solo por los sonidos y olores.
Y buen Dios esperaba que los trozos de carne colgando colgados aquí con ellos fueran carne de vaca o de cerdo.
Owen estaba de pie frente a Niall, una mano en su hombro mientras trataba de calmar al hombre. Habían pasado largos minutos buscando una salida del congelador cerrado con las luces de sus inútiles teléfonos, y ahora todos temblaban, sus dientes castañeando.
—Debería haber un pestillo de seguridad por dentro —gruñó Liam.
—Amigo, el NIA nos lanzó al hielo. Literalmente. Nos van a matar y dejar nuestras partes esparcidas por la ciudad cuando reciban todo ese dinero —dijo Zayn arrastrando las palabras. Él y Liam se habían posado en uno de los estantes para evitar el suelo helado—. No creo que estén demasiado preocupados por la seguridad.
—Soy de Luisiana hombre, no estoy construido para este clima — dijo Digger.
—¡No es el clima! ¡Es un congelador! —gritó Niall.
—¡Cállate! —exclamó Digger.
—¡Dios! —Zayn cerró los ojos—. ¡Cálmate y vuelve al Regimiento, amigo! Jesús.
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —preguntó Niall—. ¿Sabes cuánto aire nos queda ahora?
—Probablemente veinte minutos —contestó Zayn, inexpresivo—. Tal vez diez.
—Horan, cálmate —dijo Owen—. Respira.
Liam pulsó su aplicación de linterna y la agitó en su dirección. Habían dejado sus teléfonos. No tenían servicio aquí de todos modos. Niall se estremeció ante su mirada, y Owen levantó una mano para protegerse los ojos. El rostro de Liam era imposible de ver, pero había preocupación en su voz.
—Amigo, no te ves tan caliente.
—¡Eso es porque estoy atrapado en un congelador! —gritó Niall. Su voz resonó en las paredes.
—¿Quieres que alguien te libere de tu miseria? —preguntó Liam, reprimiendo la risa de su voz.
Zayn se sentó junto a Liam con la espalda contra uno de los soportes de la estantería, masajeando el puente de su nariz.
—Habla, hombre —gruñó a Niall.
—No, tú lidiaste con Louis, y sabes que tengo el mismo problema, ¿de acuerdo? ¡Deja de ser una bolsa de pollas!
—Está enloqueciendo —dijo Zayn.
—Menos de cinco minutos para el colapso —agregó Liam.
—Cállate —gruñó Niall.
Owen apoyó una mano en la espalda de Niall, mirando a Zayn y Liam.
—Por mucho que lo disfrute en secreto e intente fingir que no, ninguno están ayudando realmente ahora mismo.