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Una sencilla construcción de madera con una habitación y una chimenea era todo lo que se podía encontrar a kilómetros de espesa vegetación junto a grandes y frondosos árboles. Apartada totalmente de civilización alguna, parecía más bien algo tétrica si se miraba desde lejos, pero en cambio, en la cercanía, era todo lo contrario. Comenzando con las muescas hechas a un costado del marco de la puerta principal, en donde se podían notar ciertas anotaciones sobre la edad de crecimiento de un individuo, así como en el pórtico, un par de bonitas mecedoras daban un aspecto muy agradable al lugar. Todo sin dejar pasar el camino de piedras y flores silvestres que rodeaban la casa en ambas direcciones, marcando el territorio como propio; hacían de ese, un hogar de ensueño, al menos para sus habitantes.


El cálido y rutinario sonido de los pájaros saludando el alba despertaron a Ken, quien abrió los ojos estirándose al mismo tiempo sobre su cama. Se quedó observando por un momento el revestimiento de madera que cubría el techo de la única habitación que existía en la cabaña. Soltó un suspiro de resignación al recordar el sueño del que se había despertado. Sueño que cuando niño lo había dejado esperando la llegada de su compañero, porque estaba más que seguro que aquel niño de piel blanca y cabello azabache era su alma gemela, su otra mitad.

Se incorporó al notar que de nueva cuenta se le había hecho tarde para comenzar su día, así que con rapidez y algo de torpeza salió de la cama; buscó a su padre, pero al no verlo de inmediato por los alrededores asumió que ya se había marchado. Así que después de asearse y desayunar el resto de la cena de la noche anterior, salió al exterior no sin antes aspirar el limpio y refréscate aire puro del bosque.

Rodeó la cabaña, atravesando la trilla de piedras que lo llevaban directamente hasta el establo que servía para la realización de sus trabajos en madera y entonces comenzó su día cantando alegremente el estribillo de una vieja canción.




* * *




Yeo Hyun Soo había cambiado su nombre por Lee Jae Joon, principalmente porque no quería que alguien de la escasa población en donde solía ir a buscar provisiones llegara a reconocerlo, aunque ninguno de ellos fuera un cambia formas o lo conociera realmente. Él, más que nadie requería permanecer en el anonimato, ya que necesitaba proteger a su hijo Jae Hwan del mundo entero, si era necesario.

— ¡Ken! — Jae Hwan escuchó la voz de su padre llamándolo.

— ¡Ya voy! — respondió el aludido dejando a un lado el cepillado que estaba realizando a una mesa de centro.

Salió del establo al escuchar el cariñoso apodo que su padre utilizaba siempre con él, se sacudió el escaso polvo del aserrín que tenía en las manos y tomó algunas de las bolsas que el hombre cargaba para entrar juntos a la cabaña. Entre los dos comenzaron a ordenar todo en la pequeña repisa que servía de despensa, conversando acerca de la visita al pueblo a varios kilómetros a la distancia; hasta que Jae Joon le pidió a Ken que fuera por algo de agua fresca al rio, mientras él comenzaba con la preparación de la cena.

—... Y no olvides traer las raíces que te comenté ayer — dijo señalándolo con el cuchillo.

— Si, esta vez no las olvidaré... Enseguida regreso — comentó Ken mientras se despedía de su padre y tomaba un pequeño bolso que atravesó por su cuerpo, junto al ánfora que llenaría de agua.

Inopinatum [Keo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora