Decir que el rostro de Leo reflejaba asombro era decir poco. Estaba totalmente anonadado por lo que sus ojos miraban. Y estaba completamente seguro de que, si no hubiera visto a Ken cambiar, él simplemente no lo hubiera creído jamás.
— Eres... eres un... Pegaso — soltó cuando recobró la voz.
Ante él, un majestuoso caballo alado lo miraba directamente. De color oscuro como la noche, a excepción de la crin grisácea — casi blanca — la cual, hacía juego con el pelaje de sus patas, le daban un misterioso y sublime diseño al Pegaso frente a él. De esa manera, no conforme con remover una de sus patas, en una muestra clara de presunción, Ken extendió sus hermosas alas dejando pasmado una vez más a Leo.
— Es imposible... — logró decir después de recuperarse del shock inicial, acerándose a Ken para finalmente tocarlo.
Ken se dejó hacer, moviendo su cabeza para acercarla aún más a la mano de su Alfa Dragón. Un par de minutos pasaron en los que el asombro en el rostro de Leo aún se seguía reflejando, y todo era porque hacia siglos que no se veía un cambia formas de la especie de Ken. De hecho, los únicos registros que había de su existencia solo podían encontrarse en los libros de historia. Libros que Leo en su niñez tuvo que estudiar para estar informado del mundo al que pertenecía.
— ¿Sorprendido? — comentó Ken una vez que hubo cambiado a su cuerpo humano para poder hablar con Leo.
— Vaya que sí. Dime, ¿cómo es posible? Si según los libros de historia y registros que había en la biblioteca de mi colonia, los Pegaso son criaturas míticas... leyendas.
Ken sonrió abiertamente y acercándose a Leo depositó un casto beso en sus labios.
— Bueno, según mi papá, tal vez sea por el hecho de que nací de ambos padres Alfa, lo que según sé, ya es bastante difícil que suceda.
— Ese es el porqué tu padre te mantiene aquí ¿no es cierto? — Leo dedujo, mientras que Jae Hwan asentía lentamente.
Y no sé equivocaba, los Pegasos eran los únicos cambia formas — según los libros que él había estudiado — que podían ser considerados como de la realeza. Seres tan únicos y poderosos por poseer un cuerpo con dos animales, que incluso en el tiempo que habían existido, ellos eran los que mantenían el orden entre todos los cambia formas existentes.
— El solo intentaba protegerme, alguien como yo, es... un blanco fácil, al menos en estos tiempos, y...
— Yo, no dejaré que alguien te haga daño... — lo interrumpió — ¿Me escuchaste? No lo permitiré, así tenga que protegerte con mi propia vida si es necesario...
Deteniendo sus palabras, la respuesta de Ken fue sencilla, rodeó el cuello de Leo para posteriormente juntar sus bocas en un beso más que necesitado. Entonces Leo lo tomó con ganas, sintiendo la ardiente pasión que latía en su interior, la cual se extendió tan rápido que prácticamente impidió que Ken emitiera sonido alguno que no fueran los gemidos que no tardaron de salir de su boca.
Cuando los brazos de Leo lo atrajeron hasta su mojado y fuerte cuerpo, Ken se dejó hacer mientras las caderas del Alfa Dragón se pegaron a las suyas, haciéndole sentir lo excitado que estaba.
Ken decidió que era el momento de apartarse de él antes de dejarse llevar por la locura de ese beso, así que posó sus manos en el pecho de Leo dispuesto a alejarlo. Pero entonces el Alfa bajó su cabeza y besó su cuello perfumando la zona, marcándolo como suyo.
Después de eso, no pasó mucho tiempo para que terminaran en el suelo recostados uno sobre el otro en la grama verde que enmarcaba el rio. Con la lengua, Leo comenzó a dejar un camino hasta el pecho del contrario, saboreándolo; los pezones de Ken se irguieron por el contacto o tal vez por la excitación del momento — hasta ese punto no estaba para nada seguro—, arqueó su espalda y los sonidos de su boca fueron incluso más profundos y sonoros.
ESTÁS LEYENDO
Inopinatum [Keo]
FanfictionEn un mundo en donde solo el más fuerte puede salir victorioso... Las traiciones están a la orden del dia... Y el amor puede surgir incluso si se trata de un momento... inoportuno. ******** Omegaverse