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Huang Ji había escuchado con atención las palabras de su Pa. El hombre era nada más y nada menos que la mano derecha de la familia Jung, toda su familia siempre había desempeñado ese papel. Y seguramente él, también lo sería en un futuro, aunque eso no le molestaba, porque ser el segundo al mando era un privilegio que no cualquiera podía presumir. La cuestión era que aún no entendía del todo aquello de las almas gemelas, especialmente porque según su Pa, los dragones solo debían de emparejarse con otro dragón para mantener la línea de sangre pura.

Y ahí estaba el asunto.

Apenas y habían pasado tres días desde que Huang había visitado una aldea de humanos por primera vez, en donde si sus ojos no le mentían habían encontrado a su pareja. Una hermosa chica de piel trigueña con un par de ojos color esmeralda — que le daban un toque de misterio y sensualidad —, se había quedado grabada en su mente. Su dragón había lloriqueado cuando tuvo que regresar a la colonia, ya que lo que menos quería en ese momento era alejarse de su pareja, pero debía hacerlo porque su Pa ya había planeado un matrimonio conveniente con otra familia de dragones, quienes eran muy respetados por ser los "curanderos" de la colonia.

Sin embargo, desde ese entonces a sabiendas que estaba yendo en contra de lo que su Pa le había ordenado, cada que tenía un tiempo libre visitaba aquella aldea; incluso llegó a conversar con la chica y, si el destino no se hubiera entrometido seguramente la hubiera hecho su esposa para siempre, aún a pesar de lo que su familia le hubiera hecho...



— Últimas palabras — siseó con desprecio mientras apretaba un poco más el agarre del látigo en el cuello de Leo.

— ¿Por qué? — fue todo cuanto dijo en cuanto la transformación de dragón a humano se manifestó debido al intenso dolor que se estaba exteriorizando en su cuerpo.

— ¿Por qué? Porque tu padre tuvo el descaro de arrebatarme lo que yo más quería — objetó Huang agarrando del cabello a Leo para que este lo viera a los ojos.

— ¿De qué estás hablando? — preguntó esta vez la madre de Leo aún dentro de la jaula evitando así que Huang siguiera torturando a Leo, soltándolo brevemente.

— ¡Estoy hablando de Yi Jie! — gritó totalmente fuera de sí — ella solo fue una victima de Jung Ji Hoon — dijo al tiempo que golpeaba uno de los contados de Leo con una patada.

Gritar de dolor era algo que Leo no estaba dispuesto a hacer, por eso todo lo que hizo fue aguantarse apretando los dientes mientras maldecía por dentro e intentaba recuperar el aire que se le había arrebatado.

— Yi Jie... — Huang continuó — no se suponía que ella estuviera en ese establo cuando el fuego comenzó...





Una simple nota fue lo que la humana Yi Jie había recibido como parte del cortejo de Huang Ji, o al menos eso era lo que ella había pensado. Por la tarde de ese mismo día se había bañado y perfumado para ir a su encuentro. El problema fue que la dirección parecía algo tétrica para una cita, aunque a ella no le importó, porque después de todo se vería una vez más con Huang Ji, el chico misterioso que siempre la hacía reír.

El establo era una zona de práctica por así decirlo, que los dragones bebés utilizaban para su entrenamiento. Y quien estaba a cargo de dicho entrenamiento era el padre de Leo, ya que uno de los deberes que debía cumplir como futuro líder supremo de la colonia de los dragones, era precisamente ayudarlos a entender su propia naturaleza.

—... Esta parte es de vital importancia, recuerden que las flamas surgen desde la base del diafragma hacía el exterior, pero es importante que aprendan a controlar el fuego ya que no queremos incendios por todas partes ¿de acuerdo?

Inopinatum [Keo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora