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Tres días habían pasado y aunque la relación de Leo para con su suegro no era la ideal, al menos era lo suficientemente tolerable por Ken, quien parecía estar siempre de réferi entre ambos alfas.

— La herida está casi cerrada — decretó Ken una vez que hubo terminado de cambiar el vendaje.

— ¿En serio?... ¿Sabes? Yo... Pensé que moriría. Si no hubiera sido por ti...

— No lo digas, todo está bien ahora...— Ken lo interrumpió levantándose al mismo tiempo de la orilla de la cama, pero Leo lo detuvo tomándolo del brazo — ¿Qué sucede? — preguntó.

— Podrías ayudarme... A... Salir de aquí — mencionó Leo casi sin vacilación.

El semblante alegre de Ken se ensombreció, porque, aunque sabía que Leo era su pareja ellos aún no estaban marcados, así que básicamente él no podía obligarlo a nada, y el que le pidiera algo como aquello lo hacía sentir ansioso, porque no quería alejarse de él.

— Puede que mi papá sea algo difícil al principio, pero... — comenzó diciendo dudoso.

— Oye, no me refería a irme de aquí, sino a salir de la cama al exterior — comentó Leo al comprender que no se había explicado — La verdad es que siento que mi cuerpo se vuelve piedra, además dijiste que la herida está casi cerrada y ya no me duele tanto. Lo que es muy extraño porque seguramente debí morir.

Ken soltó el aire que no sabía estaba conteniendo, junto a una risita nerviosa porque él si sabía la razón de la mágica recuperación del alfa dragón. Entonces hizo un puchero con sus labios antes de volver a hablar, cosa que hizo revolución en el interior del contrario.

— De acuerdo, pero primero debes de comer, tienes que recuperar las fuerzas. Ahora vuelvo...


Jae Joon observaba la escena frente a sus ojos y viejos recuerdos llegaban a su mente, torturándolo. Él aún amaba a Sung Ho, y el que su hijo Jae Hwan fuera prácticamente su vivo retrato — exceptuando los ojos y nariz heredados de él — no le hacía las cosas más fáciles.

Aunque sabía que no podía mantener por siempre aislado a Ken, el que Leo llegara a ellos significa solo una cosa. Problemas. Y no por el hecho de que fueran almas predestinadas, como alguna vez lo fueron Sung Ho y él, sino porque no sabía cómo el alfa dragón asimilaría el hecho de lo extremadamente especial que era Jae Hwan.


Después de que Jae Hwan se ocupara de llevar los platos sucios a la mesa, ayudó a Leo a levantarse de la cama. Con cuidado salieron dando pequeños pasos hasta salir por completo de la cabaña, para ir a sentarse en el lugar favorito de Ken.

—... ¿Estás diciéndome que nunca has salido de aquí? ¿Todo este tiempo han estado viviendo en este bosque? ¿Por qué? — preguntó Leo totalmente estupefacto, sentado a un costado de Ken.

— Bueno, es una larga historia que se supone no debo contarte, pero tu eres mi pareja así que... Verás, como ya has podido notar mi papá es un alfa. Él y mi otro papá fueron una pareja algo extraña por así decirlo.

— Lo dices porque era un hombre o porque no era un bueno omega.

— No, lo digo porque él también era un alfa. Un alfa lobo para ser correctos.

— Espera ¡¿Qué...?!

— Ya sé como suena, loco verdad. Aunque yo en realidad solo conozco la versión de mi papá Jae Joon...

Inopinatum [Keo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora