Capítulo 7

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De regreso de la pastelería, mientras caminábamos por la acera en dirección a casa, el abuelo Manuel permaneció en silencio por varios minutos

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De regreso de la pastelería, mientras caminábamos por la acera en dirección a casa, el abuelo Manuel permaneció en silencio por varios minutos. Lo miré de soslayo, mantenía la vista fija en el paquete que cargaba en sus manos, parecía preocupado. 

-¿Qué sucede? -me atreví a preguntar.

-¿Y si no le gusta el pastel?

-Tranquilo abuelo, le encantará. ¿Qué es lo que crees que no le va a gustar? Tú mismo dijiste que este era su favorito.

-Lo sé -repuso él, sin mostrarse del todo convencido.

-Entonces, ¿Cuál es el problema?

-¿Y si tu abuela no lo recuerda? ¿Y si, por el contrario, lo recuerda y le afecta? No sé lo que haría, sabiendo que le hago daño.

-Tonterías abuelo -dije-. De verdad, no le des tantas vueltas al asunto. Creo que le encantará, aunque lo más probable es que no recuerde que el pastel era su favorito. Debes ser consciente de eso, sabes que ella ya no recuerda casi nada. Aún así, sabiendo cual es su estado, que seas capaz de regalarle este momento, habla muy bien de ti y de tus sentimientos hacía ella.

El abuelo Manuel se detuvo en seco, pareció estar considerando la respuesta que le acababa de dar.

-De acuerdo. Dejaré de pensar en esas cosas. Vamos a la casa, no perdamos más tiempo -dijo con un repentino entusiasmo.

Nos pusimos en marcha otra vez.

Noté en sus ojos esa esperanza, que me era esquiva por esos días, de que las cosas saldrían bien. Me pregunté cómo hacía para no perder ese optimismo.

-¿Abuelo?

-Sí.

-¿Te puedo preguntar algo?

-Sí, adelante.

-¿Cómo haces para seguir adelante? Quiero decir..., soy consciente de que el estado de la abuela Clara te afecta, pero aún así, hay veces como la de hoy, durante el almuerzo, donde te vi buscar su mirada, una y otra vez, deseando que ella encontrara la tuya, aunque fuera solo por unos segundos. ¿Cómo haces para no mandar todo a la mierda? ¿Acaso tienes el secreto para estas situaciones? 

-Veo que me descubriste -dijo, mientras sus pálidas mejillas se ruborizaban-. ¿Te puedo contar algo? Nunca le he dicho a nadie esto antes, así que considérate afortunado muchacho. Sabes que siempre he sido un escéptico. Pero durante estos años en los que la enfermedad se ha llevado paulatinamente a tu abuela, he conocido de cerca lo que las personas llaman 'vivir un momento mágico'. Cada vez que logro ese tan anhelado contacto visual con tu abuela, que lamentablemente no ocurren muy a menudo, el tiempo a nuestro alrededor parece detenerse. Y por esos ínfimos segundos, me parece que ella recuerda quien soy. Es en esos momentos en que para mí todo cobra sentido. ¿Lo puedes creer? Llámame loco o como tú quieras, pero a pesar de todo, ella aún me hace sentir el hombre más feliz del mundo, aunque no sea consciente de ello. Si eso no es algo mágico no se qué otra cosa podría ser.

La Verdad Me Liberó Where stories live. Discover now