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9 de Octubre, 1961. Paris.

Aquella mañana despertó gracias a la agradable sensación de su cuello siendo besado. Paul, aun medio dormido, se rió. Suspiró levemente y abrió los ojos encontrándose con John mirándolo con infinita ternura.

Bonjour, princesse*—Dijo el mayor. Y le besó la nariz.

Buenos días, John.

Paul lo empujó suavemente para quitárselo de encima y se sentó. Estiró los brazos. Con estas acciones sintió un leve dolor en las caderas y la región posterior. Tampoco era un dolor inaguantable. Con lo intenso que había sido todo anoche, y aunque John se había preocupado por preparado bastante, le hubiera resultado extraño salir ileso. No se arrepentía de lo ocurrido.
Volvió a pensar en ello...

Salieron a cenar. Había varios restaurantes y cafés cerca de dónde se estaban quedando. En un principio, la cena fue bastante normal. Él pidió un batido de plátano y John lo pagó. En algún punto habían empezado a conversar sobre matrimonios y lo romántico que era París. Y como, a diferencia de su país natal, les daba esa sensación de libertad para demostrarse amor. De cualquier manera, allí nadie los conocía. Estaban a salvo de rumores o escándalos.

Fue entonces cuando las cosas tomaron un giro. 

Hablando de bodas y demás, John le comenzó a insinuar sus deseos de casarse... aunque estaba consciente de que aquello era imposible. Paul, ignoró eso y comenzó a seguirle el juego. Le propuso al mayor que se casaran inmediatamente. Terminaron la cena, pagaron y buscaron un lugar dónde hacer la ceremonia. Pensaron que una capilla o cualquier otro lugar importante les podrían servir. 

Dijeron sus votos bajo la Torre Eiffel. Y los sellaron con un beso. Su "Matrimonio" no estaba amparado por las leyes de Dios o de los hombres, pero si por las del amor. Y eso era lo que importaba. Para seguir celebrando, fueron a tomar algo a un bar. Y después, regresaron al hotel. Como recién casados que "eran" también se merecían su noche de bodas. 

Paul había dejado de ser virgen mucho tiempo atrás. Y John también. Aunque eso había sido con mujeres. Esto era un asunto diferente, un punto sin retorno. Claro que ya habían llegado mucho más allá que unos cuantos besos, pero no eran lo mismo que dar el paso definitivo. Querían estar completamente seguros de lo que harían. Por eso les había tomado tanto tiempo llegar a aquella situación.

 El acto en si fue un tanto brusco, no de una mala manera. Toda la preparación fue extraña. Si tuviera que definir como se sintió cuando John se introdujo en él, usaría simplemente la palabra nuevo. Le hizo preguntarse cómo sería para las chicas. Fue nuevo para él, pero no se sintió tan asustado como creyó que lo haría. Paul lo disfrutó bastante y adivinaba que el otro también lo había hecho. 

—Paulie... ¿te sientes bien? ¿Te lastimé? 

La voz de John lo sacó de sus pensamientos. Sólo entonces se dio cuenda de que el otro ya estaba vestido. También había llevado el desayuno para ambos. Incluso había tenido el detalle de colocar en la habitación un bonito ramo compuesto por nueve rosas rojas. 

— I'm sorry, my luv... Estaba soñando despierto. Me siento bien— Se acercó y tomo al mayor por el mentón para después plantarle un beso— Hoy es tú cumpleaños, yo debería haberte traído el desayuno a la cama.

—Estabas cansado. Además, me gusta consentirte.

Paul le sonrió. Ese hombre, a pesar de aparentar lo contrario, era puro amor.

—Más tarde te compraré una hamburguesa, Johnny. — dijo. 

From me to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora