Parte 16

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Las dos aprovecharon el resto del día para irse acostumbrando a tener a una extraña a su lado durante los próximos seis meses. Luna deambuló por el exterior pensando que sería agradable estar en invierno en un sitio que no bajara de cero grados en Enero.

Lauren dejó a la joven en sus propios pensamientos, no queriendo estar demasiado encima de ella, y también entendiendo que Luna tenía que familiarizarse con su nueva casa.

— Hey, ¿Tienes hambre? ¿Quieres pizza? -Lauren encontró a Luna en el patio con los auriculares de su walkman y el cuaderno de esbozo sobre las rodillas.

— Podría comer. Espera un minuto. No serás de esa clase de gente californiana que le da por poner piña y alcachofas en sus pizzas, ¿verdad? -preguntó Luna.

— Los tomates y el pepperoni siempre son suficiente para mí. -replicó la artista.

— Suena bien. -respondió Luna.

Mientras la pizzería enviaba su cena, Lauren había mostrado la cocina a la joven.

— ¿Puedo preguntarte una cosa? -preguntó la joven.

— Ya lo hiciste. -respondio respondió seria Lauren, Luna la miró sin comprender.

— ¿Qué? -r preguntó sin entender aún.

— Dijiste; ¿Puedo preguntarte una cosa? Y eso para mí ya es una telenovela pregunta. -respondió Lauren y Luna bufó. Lauren sonrió y dijo. — Vamos, pregunta. Luna la observó dudosa, pero preguntó.

— ¿Ya usaste alguna vez algo de todo esto? Me refiero a que todo parece sin estrenar. -dijo Luna.

Los ojos de Lauren revisaron la larga cocina. ¿Cómo podía decirle que no había construido la casa para ella sola? ¿Cómo decirle que todo, la cocina, las vidrieras, el jardín japonés, todo estaba construido con Camila en su mente?

— Bueno, como he dicho no mantengo unos horarios normales, y mis hábitos alimenticios no son muy normales tampoco. Me refiero a que siempre he imaginado que algún día me lanzaría a aprender a cocinar. -finalizó Lauren mientras cogía una copa para vino del armario. Sujetando la copa de vino en su mano por unos instantes, pareció inmersa en sus pensamientos.

— Mi madre hace eso mismo cuando estoy cerca. -dijo Luna dándose cuenta de los movimientos de Lauren.

— ¿Qué? -fue la vez de Lauren preguntar por no entender lo que la joven decía.

— No bebe delante de mí…

— ¿Beber? -Lauren se mostró más confusa aún.

— Es algo que me fastidia, saber que la gente deja de hacer algo por mi culpa. Mira, si quieres tomarte algo, hazlo, no voy a enloquecer ni nada parecido.

Lauren miró al vaso de su mano, dándose cuenta de que estaba ahí. — ¡Oh…! -rió la artista y entonces llenó el vaso con hielo y cogió una Pepsi del refrigerador.

Luna se sorprendió levemente y su rostro lo mostró. Nadie solía escucharla de esa forma. Nunca hubiera esperado que la ojiverde renunciara a un vaso de vino simplemente por cortesía. No parecía su estilo.

Lauren vio las emociones en el rostro de la niña. Pensó que cuanto antes Luna se diera cuenta de que la integridad de la mujer vive en su palabra, sería mejor para ella.

— Esto es lo más fuerte que bebo actualmente' -terminó por decir Lauren, sentándose a la mesa.

— No bebes alcohol, nunca... ¿es lo que quieres decir?

— No digo nada salvo aquello que realmente quiero decir… -dijo Lauren ante el comportamiento ligeramente escandalizado de la joven, mientras tomaba un sorbo de soda.

Para cuando llegó la cena, Lauren estaba medio entretenida en que Luna fuera capaz de sacarla de su caparazón e información voluntariamente a base de preguntar. Luna había comenzado a contarle a Lauren lo sucedido en su última escuela a la que había ido antes de que la echaran. El excepcional mérito de la institución, según Luna, era su departamento de arte. Le habló a la mujer sentada frente a ella de la joven profesora que había hecho lo posible para alejar a Luna de los líos, pero que cuando todo parecía ir bien lo estropeaba, Luna estaba en un imparable sendero de destrucción.

Lauren sonrió a la joven sentada al otro lado de la mesa frente a ella. La artista apoyó el codo en la mesa y sujetaba su cabeza sobre la palma de la mano. Escuchaba intensamente a Luna mientras ella divagaba sobre la guapa profesora que había intentado marcar una diferencia en la vida de la joven, y cómo Luna sentía que era una más en la lista de las personas que ella había decepcionado. Dos cosas causaron regocijo en Lauren. La primera era el incesante hablar que la joven daba rienda suelta. Mientras Lauren la escuchaba, podía vislumbrar muchísimo de Camila en la joven que tenía frente a ella.

Lo segundo era la forma en que Luna describía a su profesora. La adoración era evidente en la voz de la joven y Lauren se preguntó si era el enamoramiento de colegiala típico de esa edad o si los sentimientos de Luna eran más profundos. Recordó cómo se había tomado Luna el trabajo de la artista, como se había fascinado por la escultura de madera de dos mujeres juntas.

Oh, Señor... huele a problemas. Por favor, no hagas que yo sea la que tenga que lidiar con la charla de "mamá, soy lesbiana" -pensó de pronto Lauren.

Finamente Luna le confió que se había metido en una pelea y que había destrozado la mitad de la clase antes de ser expulsada.

— ¿Cómo reaccionó tu madre? -preguntó Lauren con curiosidad mientras limpiaba su vaso. Sabía cómo afectaba la violencia a su vieja amiga.

Luna echó la caja de la pizza a la basura.

— Pagó la factura y me echó esa mirada estricta que ella tiene…  respondió Luna.

Lauren sonrió de espaldas a la joven. — No sé por qué, pero no recuerdo que tu madre tuviera "esa mirada" en su repertorio.

— No la has visto últimamente. En mi opinión sería más feliz si se soltara y se abriera a un buen polvo o algo así. -respondió Luna.

El movimiento de Lauren en el fregadero paró y su voz disminuyó una octava. — No hables así de tu madre… -dijo Lauren lentamente.

— Pero es verdad. -replicó Luna, pasando malhumorada junto a Lauren. — Igual sería más fácil de tratar si simplemente pagara a alguien por un buen polv... -Lauren se giró y agarró a la joven del cuello de su camiseta, empujándola contra la pared más cercana. Luna apenas reconocía los ojos que la atravesaban con la mirada. Los pies de la joven justo rozaban el suelo mientras Lauren le mostraba la fuerza física que tenía.

— ¡Vas a aprender cuál es la primera regla de esta casa, Luna Lauren Cabello! -gruñó Lauren, sus brazos temblando de ira. — Cuando hables de tu madre lo harás con todo el respeto... ¿Me has entendido?

Luna hizo un leve movimiento de cabeza. Nunca nadie la había asustado tanto como lo estaba en esos momentos, el rostro de Lauren parecía haberse transformado en otra persona completamente diferente.

— Dilo, ¿lo has entendido? -exigió Lauren.

— Entendido. -replicó Luna débilmente.

Lauren soltó a la joven, apretándola de nuevo contra la pared como había hecho. La artista se giró y volvió al fregadero, esperando que su furia se disolviera. Sintió por los sonidos del piso que Luna salía de la cocina, escuchando el portazo en la entrada.

— ¡Mierda…! Bien, Lauren, un día menos, quedan 179... Esto va a ser divertido. -se dijo a sí misma, mientras seguía lavando...

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora