Episodio I

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Los pies le ardían a Jisung, llevaba caminando por lo menos dos horas en busca de algo bueno para vender, pero simplemente los cadáveres de los soldados ya no tenían nada de oro o joyas, quizá por que las habían vendido antes o por que habría otro buscador por la zona, y Jisung deseaba que fuera la primer opción, porque si había otro vendedor las cosas no pintarían nada bien.

Examino a un sucio, los reconocía por la insignia gris metálica que colgaba de su uniforme ensangrentado, los sucios siempre tenían cosas buenas, joyas o collares regalados por sus esposas sucias, la mayoría de las cosas que vendía era de ellos, incluso vendió un dije que llevaba consigo una fotografía de dos niños, le entristeció saber que esos pequeños jamás volverían a ver a su madre, porque ahora era una mujer con el pecho destrozado de donde lo sacó.

Para Jisung, decir sucios era una extraña forma de llamarle a los enemigos del país, porque él no se podía considerar limpio siendo que su ropa estaba desgastada y rota, que sus manos estaban llenas de tierra y cenizas y que tenia impregnado aquel olor de la suciedad en su cuerpo. Era en las noches cuando el agua llegaba a el centro de la ciudad y podían bañarse en las regaderas al aire libre, en esos momentos tenia que tomar una decisión; morir de una pulmonía o de una infección por su descuidada higiene. Allí era cuando optaba por congelarse con el frío de la noche y del agua, cuando lavaba su cabello y su cuerpo con el jabón que había logrado comprar en la frontera y cuando se mordía los labios al escuchar los llantos de los niños pequeños que tiritaban y sufrían por el frío. Escuchaba a las madres e impuros llorar por que sus bebés morían, ya sea de una infección al más mínimo corte o por la fiebre que les provocaba el agua fría durante la noche helada, también a los ancianos quedándose viudos por que sus esposas no aguantaban otro día así, y no nada más ellos, también escuchaba a los jóvenes quejarse de que tal persona tenia agua en su hogar. En su casa solo había agua para su madre y su pequeña hermana, a él y a su padre les quedaba caminar hasta el centro para asearse y su padre muchas veces no lo hacia.

Así que, podrían decirle a él y a las pocas personas que quedaban en la deteriora ciudad que eran sucios, pero entonces los soldados llegarían y acabarían con todos, porque los sucios deberían morir sin importar qué.

Ahora, hurgando en las cosas de un cadáver, realmente no diferenciaba entre un sucio y soldado, solo variaba entre ganancia y perdida de tiempo, por que las placas no valían nada a menos de que consiguiera a una joven viuda dispuesta a pagar por la de su esposo, era entonces cuando buscaba entre los cadáveres algo específico, pero la mayoría del tiempo solo eran eso; cadáveres. Ya no le daba miedo la sangre, pero le temía a enfermar, así que el cubre bocas fue uno de los primeros objetos que consiguió, recuerda que se lo vendió un hombre viejo a cambio de unas pocas monedas, monedas que consiguió al vender una cadena de oro que obtuvo de un cadáver con el uniforme del ejercito que servía a su país. Otro objeto que fue su prioridad fueron zapatos para no pisar descalzo algo que pudiera lastimarlo, aquello lo consiguió de un mercader que se lo vendió a un precio demasiado alto, lo pagó con muchas monedas que ahorró, en ese momento entendió que mostrarles necesidad a los mercaderes de la frontera era pedirles que te estafarán.

Jisung no era un mercader, pero tampoco un vendedor, era algo más elaborado, un buscador en primer lugar, porque el buscaba lo que pudiera vender, se lo vendía a los compradores que mandaban a gente a las fronteras para recolectar, de ahí, con dinero en manos, Jisung acudía a los vendedores de la frontera, aquellos que venían de las ciudades de donde aún se utilizaba el dinero, era cuando compraba víveres y de todo, desde ropa hasta comida, las especias eran un lujo que muy pocas veces se daba y las medicinas eran una estafa, pero de igual manera Jisung conseguía todo lo que quería, porque no podía mostrar que lo necesitaba.

SUCIO || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora