Al día siguiente, el viaje de regreso a Sydney resultó largo y acalorado. A April se le dificultó mantener la mente fija en el camino, y esto no era muy sabio, puesto que era domingo y el tránsito de fin de semana estaba pesado.
No vio a Hugh a solas esa mañana. Se detuvo en la casa de la playa sólo el tiempo suficiente para despedirse y prometer que lo visitaría el martes por la noche en el hospital. Lo operarían el martes por la mañana, mas informó a April que no le permitirían recibir visitas hasta la noche.
Tal vez fue imaginación de April, sin embargo, pensó que Hugh se comportaba tenso con ella. Harry fue quien sostuvo la mayor parte de la charla. Era probable que Hugh se sintiera avergonzado y hasta culpable por lo sucedido la noche anterior.
April hizo un esfuerzo para actuar con naturalidad, aunque no resultó fácil. Casi se alegró al alejarse.
Cuando detuvo el coche frente a la casa de su tío en Balmain, varias horas después, estaba resignada a que su amistad con Hugh se desvaneciera una vez que recuperara la vista. El regresaría a su trabajo, y se olvidaría de ella, puesto que ya no necesitaría su compañía para distraerse.
Se sentía deprimida, y al entrar en la casa fue un alivio descubrir que su tío no estaba. El le dejó una nota en la mesa de la cocina, en la que le informaba que asistiría a un té por la tarde. También le indicaba que la semana anterior consiguió un contrato para escribir una columna social en uno de los diarios.
Al dejar la nota en la mesa, una sonrisa apareció en los labios de April y fue a preparar una taza de té. Podía imaginar a su tío, vestido con su mejor traje, comiendo emparedados y pepinillos mientras charlaba con las damas, para extraer los detalles más íntimos y personales, con la habilidad de un mago que saca un conejo de su sombrero.
A su tío le encantaban las murmuraciones, escuchar el último escándalo, y parecía que a la gente le agradaba confiar en él. Esto quizá se debía a que sabía escuchar y nunca se mostraba impresionado por lo que hiciera la gente.
April frunció el ceño y se preguntó si su tío se sorprendería si le informaba lo sucedido entre ella y Hugh en la playa. ¿Cómo reaccionaría si Hugh compartiera sus sentimientos y se hubieran convertido en amantes? La respuesta llegó de inmediato. Su tío no aprobaría que se relacionara con un hombre de la edad y experiencia de Hugh.
La respiración de April se agitó. Tal vez Guy tendría razón, al igual que la tuvo Hugh, y ella era demasiado joven para él. Tenía que recordar que él no representaba la edad que tenía. Era un hombre que pensaba con seriedad, que tenía un punto de vista conservador, y que no seguía las últimas tendencias, como Max. Resultaba evidente que a Hugh, una joven de veintiún años le parecía infantil, en comparación a la clase de mujeres con las que estaba acostumbrado a tratar.
La temida Cynthia tenía treinta y dos años. A diferencia de Max, Hugh no quería tener una aventura casual tras otra, sino una relación duradera con una mujer madura.
Los ojos de April se llenaron de lágrimas, y su barbilla empezó a temblar. Era muy bueno decidir las cosas con sensatez. ¿Qué tenía que ver la sensatez con los asuntos del corazón? Amaba a Hugh a pesar de la diferencia de edades y estaba segura que era un amor verdadero y duradero.
¿Qué importaba todo eso? Hugh no la amaba, lo confesó. Sentada en una de las sillas de la cocina, lloró hasta que no le quedaron lágrimas.
Secó sus ojos y se puso de pie al sentirse mejor. Levantó la barbilla y aspiró profundo, antes de continuar con la preparación del té. April no acostumbraba golpearse la cabeza contra una pared de ladrillo, ni tenía la intención de ser una de esas chicas que se engañan al perseguir a un hombre.
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Algo especial
RomanceAlgo Especial Título Original: The Reluctant Loverñ Editorial: Harlequín Ibérica Sello Colección: Bianca 548 Género: Contemporáneo Protagonistas: Hugh Davies y April Jamieson Argumento: Al quedar ciego en un accidente automovilístico, el esculto...