9. Acción

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Luego de la reunión con Eduardo , Alex se sentía muy confuso. Por una parte le alegraba que su amigo ya no se expusiera en ese lugar, pero por otro lado la actitud de Daniel había cambiado. Estaba parco y esquivo como perdido en sus pensamientos.

Decidió dejarlo correr y preguntarse si Eduardo sentía algo por él o si esa demostración de interés era tan obvia como la de Oscar por su amigo.
- "Debo concentrarme en mi trabajo!-se reprendió- mañana tengo turno en el almacén y debo terminar la tarea" -terminó la frase mientras se dirigía a la cocina a prepararse un café y aguantar la noche estudiando.

De repente Daniel salió de su habitación con una polera y una mochila pequeña. Lo miró con ojos ausentes y le dijo:
-Voy al bar a hablar con el jefe.
-A esta hora? ¿Quieres que te acompañe?
-No gracias, Vuelvo pronto. -Dijo el otro con sequedad.

Daniel estaba muy extraño. No era la persona alegre y juguetona que él conocía. Alex recordó una frase que su abuela solía decirle muy a menudo: "Convivir siempre es distinto que verse por horas, nunca terminas de conocer a la gente por más que pasen años cerca de ti".

Se quedó mirando unos instantes la puerta que Danny había cerrado y pensando en su abuela. Tomó su libro y comenzó a escribir página tras página de su reporte sobre " El Túnel" de Sábato. Era visceral, dramático, oscuro. Se encargó de plasmarlo en la tarea. De verdad que el libro era muy bueno.

Terminó el capítulo que le dejaron para leer y siguió con otro hasta quedarse abstraído en la historia.

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(Cambia el escenario, se ven los callejones que quedan cerca al bar donde trabaja Daniel, el muchacho va andando a paso mediano\ lento por la vereda cubierto por una breve llovizna.)

Daniel caminaba cabizbajo tratando de ordenar sus pensamientos. De no ser tan transparente ni tan celoso. Pero era jodidamente imposible. Él había notado el tipo de mirada que se habían lanzado Alex y Eduardo en la sala de profesores esta tarde. Eso era más que simple admiración.

¿Iba a confesarle a su amigo lo que sentía por el hace tantos años? ¿Que guardaba sus sentimientos por temor a perderlo? ¿Que por más que hubiese tenido cien pretendientes, se había reservado para él? Aún sin saber si era correspondido. Aún sin que el supiese lo que sentía.

Ahora que vivían juntos no lo consideraba un problema, pues la cercanía la veía como una ventaja para estar mucho más unidos, sin embargo en este caso no podía disimular sus celos, su tristeza y su incomodidad. Si no se desfogaba iba a darle un ataque de nervios.

Tenía los ojos llorosos, pero antes de llegar al bar se los limpió con la manga de la polera. Saludó a Juan, el portero y a Jorge el barman. Fue a lavarse la cara al baño donde una vez Oscar lo estampó contra el lavabo para robarle besos y lo levantó hasta prácticamente cargarlo mientras lo hacía.
Enrojeció furiosamente al recordar la escena. Se echó más agua y se secó con papel toalla.
-A lo que vinimos. -se dijo, y se dirigió a hablar con su jefe a la administración.

-Buenas noches.-Dijo tocando la puerta con timidez.
-Señor Estrada, qué sorpresa verlo aquí. ¿No es hoy su día de descanso?

Don Javier era el dueño del bar. Era conocido por pagar bien a sus empleados pero ser tremendamente estricto con los mismos. Si no fuera por la gran cantidad de privados y dinero que Daniel le hacía ganar al local, no lo dejaría ni estudiar por perder el tiempo y no contribuir al negocio. Vamos, que tenía tipo de chulo masculino, con ademanes toscos. Creía que todo lo arreglaba con dinero.

-Tengo que solicitar mi renuncia. Por motivos personales no puedo según...
-¡¿ Y crees que me importan tus motivos personales mocoso del orto?! ¿Sabes cuánta plata me haces ganar? ¡A mi me trabajas hasta que se me pegue la gana!
-Me largo de este lugar quiera o no! Soy un empleado, no un esclavo! -le gritó Daniel también descargando su ira y frustración previas.

Los gritos iban aumentando en intensidad, tan así que el barman avisó a Juan de seguridad que fuera a ver que ocurría.
-Me voy de aquí!
-Pues escucha!!! No te pago este mes!!!
-Métase su dinero por el culo y que le aproveche, chulo de cuarta!

El patrón se levantó a golpear con toda su fuerza a Daniel y a punto de trenzarse en una pelea, es que Juan abre la puerta y queda perplejo sin saber cómo reaccionar.
Daniel cogió su mochila y compuso el gesto.
-Tranquilo Juan. Tu jefe está alterado. Fue un placer trabajar contigo.-dijo mientras se marchaba rápidamente.
- Ésta me la vas a pagar mocoso! -Lo amenazó el dueño desde su oficina.

Al salir por la puerta, Daniel ya no podía más. Confusión, pena, dolor. Tantas emociones en un solo día que su mente aún no procesaba. Las lágrimas de furia rodaban sin parar por su rostro.

Al ser bastante tarde, no se percató que había sido seguido por dos sujetos de aspecto sospechoso.
-Un niño bonito que sale de su día de pago.
-Hoy es quincena...para nosotros.

"Mierda"- Pensó Daniel- "Son capaces de acuchillarme si les digo que no tengo nada. Estos tipos venden todo para comprar drogas como todos los malandros de los alrededores."
Se calmó y dijo en voz normal:
-Lo único que tengo de valor es mi celular.
-Igual vamos a dejarte hasta sin zapatos! -resolló uno de los delincuentes.
-Eso no lo voy a permitir.

Un hombre venía corriendo para ponerse junto a Daniel.
-Oscar!
- Hay que deshacernos de estos. Luego hablamos.

Los dos delincuentes y los dos hombres se trenzaron en una pelea. Uno de ellos llevaba una navaja y el otro peleaba hábilmente con los puños. A pesar que el de la navaja peleaba con Oscar para sustraerle algo de dinero, fue luego a hostigar a Daniel que se defendía como podía de su compañero.

En una distracción, el de la navaja le clava el puñal a Daniel en un brazo. Mientras éste se retuerce en el piso y los ladrones ven como robarle, Oscar saca un bote de gas pimienta y lo vacía hasta dejarlos ciegos. Ambos huyen sin ver por el callejón.

-Hijos de puta!!!! -Mira a Daniel con una herida sangrante. Lo carga así como a su mochila y lo lleva a la avenida. Apenas nota sus señas, un taxi se para.
-Urgente, al Hospital de los Sauces.
-Entendido señor.

Dentro del vehículo, Oscar busca con qué impedir que la herida siga manando sangre. Encuentra una camiseta de algodón, la rasga y aplica un torniquete. Con eso consigue detener un poco la hemorragia. Pero el rostro de Daniel inconsciente y pálido lo asusta.

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Hospital de los Sauces.

"En Emergencia, el muchacho fue atendido, se le han suministrado medicamentos, sedantes y desinflamantes. Así mismo se le realizaron diez puntos de sutura. Deberá realizar tareas mínimas.
Necesita descanso de un mes para que eso cierre y una semana de internamiento."- Explicaba una enfermera de edad mediana, bajita y con el uniforme impecable a un asustado Oscar.

-En breve le dejaremos pasar para que lo vea y será trasladado a su cuarto.
-Muchas gracias. Se pondrá bien?
-Si, es un muchacho fuerte. Sobrevivirá.

Al momento en que Daniel despierta se encuentra con el rostro amable y preocupado de Oscar. Se siente extraño.
-Y los ladrones?
- Olvida a esos malhechores. Lo importante es que no estás grave.
-Me duele...
-Te han dado 10 puntos, pero vivirás y tendrás una buena historia que contar.

Oscar se encontraba tan feliz y tan aliviado que olvidando todo protocolo besó a Daniel, que a pesar de estar bajo efecto de las medicinas pudo percibir lo que Oscar sentía por el. De manera más directa y más abierta. No hizo ningún esfuerzo por rechazarlo, por el contrario. Sintió algo tan nuevo para él que recibió dócilmente los labios del maestro.

-Debo avisar a Alex...
-Deja ya, lo llamaré yo. -Dijo el mayor en un susurro. -Descansa para que estés mejor. Te han puesto demasiados antibióticos.

Daniel se perdió en esos ojos negros como la noche y cerró los suyos. Medio dormido, pudo sentir a pesar de ese día tan malo, una especie de alegría.

Prohibido BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora