17. Viene una Tormenta

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El viaje había sido agotador y cansado, pero ahora estaba donde quería. Bajó y sintió las baldosas mojadas con sus zapatos de tacón bajo. Al parecer esta noche sería imprescindible un hotel, además mañana lo vería, por primera vez luego de muchos años. 

Cogió su pequeña maleta, ya acostumbrada a estar ligera de equipaje. No necesitaba muchas cosas, más bien las solicitaba  por necesidad de atención. Eso ya lo sabía. Se lo habían repetido muchas veces. Sus padres, los doctores... él. 

Que van a entenderme - pensaba mientras su delgado cuerpo enfundado en un abrigo, mallas transparentes y vestido negro completamente liso, se perdía a esas horas buscando un lugar cálido.

Entró a un pequeño café en donde pudo pedir algo caliente y por fin encender su celular. Ya serían 23 llamadas perdidas, pero ya no importaba. Ya estaba donde su corazón deseaba y su destino la guiaba. Lo sentía, mientras fumaba y borraba todos los mensajes. Solo tenía 3 números que le importaban. El de sus padres, el de él y el de su doctor. No necesitaba más. Más gente metida en su vida. 

Terminó el cigarrilllo mientras lo aplastaba en un cenicero y pagaba el café. Vio una guía de la ciudad y la compró con lo poco que tenía de dinero mientras también preguntaba si necesitaban personal. Justamente era necesario para ella procurarse un trabajo. Ese lugar sería de ahora en adelante fundamental. 

-Necesitamos una camarera, alguien que nos ayude a atender a los clientes.

-Creo que ya la tienen. - Dijo la chica con una sonrisa. 

-Eres de aquí?

-Acabo de llegar. Y por lo visto, acabo de encontrar trabajo - Dijo mientras dejaba al descubierto una linda cabellera larga y negra . Ojos enormes color avellana y una personalidad interesante. 

En poco tiempo  y una corta entrevista, consiguió el empleo. El señor Antonio era un cuarentón que vio la llegada de la guapa muchacha como una brisa fresca  en un sitio lleno de señores mayores, profesores de la Universidad Estatal y alumnado que llegaba a tomarse algo antes de un examen o a conversar y fumar un poco entre clases.

Su horario de trabajo sería el de la mañana  y mientras podía ir a un hotel cercano para descansar. La esperaban al dia siguiente a primera hora. Era genial. Todo estaba saliendo como en un sueño al menos en lo que a ella respecta básicamente. Ni planeado hubiese resultado mejor.

Se despidió de su futuro compañero de trabajo y su nuevo jefe mientras cogía su maleta y sonriendo dejaba el café. Iba caminando al hotel cercano que le habían recomendado.  Llegó mientras su fachada la invitaba  a resguardarse del frío de la noche a aquella hora. Serían la 1 de la mañana cuando subió a su pequeña habitación y se quitó el traje lleno de diminutas gotitas de lluvia. 

Sentía el cuerpo frío y se procuró un baño caliente mientras ponía sus abrigos y prendas en una percha y abría su maleta buscando  un pijama. Serviría una camiseta y sus pantalones de dormir favoritos, una chompa negra y larga.  Mientras preparaba todo para el baño y se cambiaba pensaba en él. En su mirada y en su reacción cuando volviera a verla. 

Hace tanto que no sabía de él, seguro debía estar guapisimo. Más mayor por supuesto y por lo poco que sabía (aunque no se le había permitido usar el internet mientras estaba en el hospital) lo que había averiguado era poco. Tan sólo lo que se permitía publicar: premios, ensayos y libros. Se sentía orgullosa de aquel hombre, mientras también sacaba un pequeño marco con una fotografía que guardaba con devoción. Ahí estaban ellos. Ella en el instituto. Él más grande con lentes de marco ancho y negro y expresión seria pero abrazándola de la cintura de forma protectora.

Dejó el marco en la mesita de noche y fue a bañarse. Salió mientras el vapor envolvía su cuerpecito y se secó el cabello con una mini secadora que había conseguido en un mercadillo.  Era súmamente práctico ir con poco y lo básico. Lo sabía. Ella habia nacido en un mundo de lujos. De colegios exclusivos, amigas con casas enormes  y super equipadas. Juguetes y caprichos a granel. Todo lo que quería, lo tenía. Sólo tenía que abrir la boca. 

-Hasta que llegaste. - dijo acariciando la foto mientras se ponía el pijama.  Desde mañana comenzaría su búsqueda. Sabía que vivía en esa ciudad y cerca de esa zona por lo poco que había podido sonsacar a su padre para seguir las indicaciones médicas. Así lo hizo.

Abrió el mapa mientras ubicaba su posición en el mismo. El café de Antonio. Ahí trabajaré a partir de mañana y en un café se habla de tanto, también veré a los muchachos que vienen de la universidad a los docentes, podré saber si es que estamos cerca o no...

Se puso una manta encima del cuerpo antes de envolverse en las colchas y echarse en la cama para caer rendida luego de un trepidante viaje. Las cosas se habían puesto un poco movidas la semana anterior ,pero ella ya estaba tranquila. En esa ciudad podría llevar una vida normal, cerca de él ya sintiendose de nuevo en casa. Protegida como si estuviese entre sus brazos.

- Te encontraré. Te prometo que pronto nos veremos.

Dijo mientras besaba con cariño aquél diminuto marco de madera. Ya desgastado por los años pero era un tesoro que no habían conseguido quitarle. Nadie habría de quitarle esas ansias y esa esperanza. 

Cerró los ojos y sonrió antes de sumergirse en un sueño continuo cuando la pastilla para dormir hizo efecto. 

Prohibido BesarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora