·C A P Í T U L O 3·

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Las herramientas emitían diferentes sonidos que rompían el silencio neutral en aquella gasolinera poco iluminada, a excepción de la claridad del atardecer. La castaña de poca estatura se encontraba bajo una de las furgonetas abandonadas, relamiéndose los labios sumida en su concentración mientras solucionaba algunos problemas, con manchas de grasa en su nariz y mejilla derecha. Llevaría unos 20 minutos trabajando en el vehículo, y el sudor ya corría por su frente. 

Los otros dos estaban descansando un poco por la caminata hasta allí, ya desatados y sentados de cualquier manera sobre uno de los bordillos de los alrededores de la tienda, dando un sorbo a dos latas de refresco que les había suministrado su ahora nueva compañera, Pidge, que había resultado se más amable de lo que esperaban. El silencio era un poco incómodo entre los muchachos, que no tenían mucho de que hablar. 

Los ojos del moreno fueron a parar a Keith, mirándole de reojo y observando el cuerpo tan bien formado que este poseía, algo marcado por aquella camiseta un gris que se ajustaba a su piel. Los pantalones que llevaba le estaban anchos y se sujetaban por un grueso cinturón negro como estos mismos, ciertamente caídos. Tanto aquellas botas de color marrón apagado como el resto de su ropa tenía breves salpicones de barro y arena, además de rasguños. Aunque el cabello del más pálido era algo largo, se recogía en una coleta corta bien sujeta, dejando libre ese flequillo despeinado azabache. Mientras reparaba en sus orbes grises, que reflejaban una mirada seria enmarcada por aquellas cejas gruesas pero perfiladas, comenzó a sentir lo atractivo que se le hacía el mayor, con sus múltiples vendas y arañazos. Llevaba unos guantes que le liberaban los dedos, algo que antes no había distinguido.

-¿Mcclain? - su voz áspera hizo que volviese al mundo real de un bote. Sin darse cuenta, se había quedado embobado mientras bebía de su refresco. Se atragantó un poco ante la mención de su apellido.

-¿Perdón?- arqueó una de sus finas cejas, limpiando su mentón con la manga de su camiseta de mangas largas azul y blanca, algo sucia. Lance giró su rostro hasta el contrario, que sonreía de lado.

-¿Qué pasa?Eres Lance Mcclain ¿no? - se encogió de hombros el más bajo, ladeando la cabeza.- estuve haciendo memoria y no había muchos Lance en el instituto.

La leve risa que soltó después de aquel comentario le pareció preocupantemente hipnotizante al español, que sacudió la cabeza, sintiendo sus mejillas un poco calientes por el hecho de que recordase cómo se llamaba.

-Eh, pues claro- fingió una sonrisa arrogante mientras le rodaba los ojos.- Lancey- lance. El inteligente, apuesto, humilde, bondadoso...

-Ya, ya. Estabamos teniendo un momento aquí. No lo arruines.- carcajeó Keith, dándole un leve golpe en el hombro, levantándose y dejandole sólo con su refresco, del que se había olvidado. Por alguna razón, el corazón del ojiazul se había agitado en extraños nervios, y tragó saliva, llevando una mano a su nuca. La rascó con incomodidad y suspiró,cerrando los ojos.

-¿Qué me pasa?

     * * *

—Bueno ¿Cuál es el plan?- se escuchó la voz de la castaña, entre el sonido de las ruedas contra el terreno. Ahora que había conseguido arreglar la furgoneta podían moverse más libremente. Keith conducía tranquilamente, levantando algo de arena; Lance ocupaba el lugar de copiloto y Pidge estaba sentada en la parte media de la fila de asientos de atrás, inclinada hacia delante.

—No hay plan. Robamos comida al primer grupo de supervivientes que veamos y buscamos un sitio donde buscar la noche.— con un ceño fruncido, torció los labios, sin retirar la mirada de la carretera.— Fácil y sencillo.

—¿Estás loco? Es muy descabellado — suspiró la de gafas redondas, alzando un mechón de su flequillo,bajando sus pestañas con aburrimiento.

F I R E    W E A P O N- Klance, Zombie!AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora