Personas y relojes

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Otra vez veo el reloj que sin descanso continua su tic-tac hasta que se detenga el tiempo. Quisiera ser como el reloj e ir siempre hacia adelante. Pero no me lo permiten mis piernas ni mi mente tan carnales y tan limitadas como lo son las gotas de agua en el océano. Son muchas, es verdad. Pero son limitadas. No siempre me moví yo en la dirección de las manillas. A veces iba contra el tiempo y contra las reglas del sentido común, cosa que me parece muy trivial. Eso de que uno debería saber algo solo porque es lógico. No para todos resulta ser lógico las mismas cosas. Puedes preguntarle a un científico, cualquiera de sus mayores descubrimientos surgió de una idea que a él o ella les pareció lógicos una vez empezaron a meditar sobre ello. Pero alza la pregunta de ¿por qué no se pudo descubrir eso antes? Simplemente porque las personas antes de él no veían de manera lógica las mismas cosas. Así tanto el hombre como la lógica misma evolucionan. Así fue conmigo al menos. 

La evolución, qué gran concepto. La idea de que la vida se desarrolla para adaptarse a su ambiente, para mejorar. Siempre me ha fascinado. Así es como veo mi propia vida. Como la misma evolución. Antes solía ser un inútil que nada más vagaba por las calles y cuadras esperando encontrar algo. Lo que fuera. Pero con el paso del tiempo he aprendido tantas cosas sobre la vida misma y sobre cómo volverte mejor persona. Vuelvo a ver a mi pasado y me siento feliz de verme ahora. Pero no siempre la evolución te hace más grande. Siempre te hace más apto. Pero no siempre te hace más grande.

Vida ha sido la que me ha tocado vivir, en la que no se puede sentir lo que se siente con el corazón sin antes penar si es lógico o no. ¿Qué clase de vida es esa, en la que todo parece robótico, en la que todo era predecible? Todo así era. Todo era predecible... excepto una cosa: las demás personas. Siempre iban y venían por las calles y avenidas de la ciudad de una manera tan caótica y agobiante. Siempre hablaban de cosas tan arbitrarias y tan poco importantes que nunca lograba mantenerme despierto en una de sus conversaciones. Y lo más decepcionante es ver sus reacciones al tratar de tener una conversación de peso.

Sin embargo, no puedo culparlos a ellos por no entender las cosas que más importan. Les importa lo que tienen en frente. Lo material. A pesar de siempre tener las nubes sobre ellos nunca piensan en la tormenta hasta que sienten las primeras gotas de agua. Mientras tanto solamente siguen su marcha en dirección a ningún lado. 

Tampoco puedo despreciar a todas las personas ignorantes. Yo mismo fui uno de los más desgraciados y arrogantes jóvenes que no son conscientes ni siquiera de sí mismos. Fue cuando me di cuenta de que yo mismo estaba cayendo en la misma mecánica que las demás personas. Caótica e impredeciblemente daba un paso hacia algún lado y luego un paso a mi lado, otro a mi espalda y luego me devolvía. Con unas emociones tan complejas y desordenadas que a un punto tomaron consciencia de sí mismas y se amotinaron en contra mía. Me hicieron odiarme a mí mismo casi a muerte. Pero fue cuando tome el control de mi persona. Y seguí una única dirección. Hacia adelante. Justo como las agujas del reloj.

No te detengás. Seguí tu rumbo y caminá. Caminá y seguí caminando hasta que se detenga el tiempo.

Desvaríos que piensan con los dedos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora