No eres tú

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No eres tú... Eres alguien más... No puedo quitarme este pensamiento de la cabeza. Es muy extraño, verte al espejo y pensar que te estás adueñando de un cuerpo de otro. Aunque sabés bien que este es tu cuerpo, porque con él creciste. Puede ser que yo sea el único hombre que se siente de este modo. Esos músculos tan blandos, huesos delgados y esa cara cansada... No es que no me guste quien soy... Más bien siento que yo no soy yo. Me reclino hacia el frente y dejo correr el agua por la vajilla. Tomo un poco de ella con mis manos y me lavo la cara. Me enderezo. Vuelvo a ver nuevamente al espejo... Trato de convencerme de que ese sí soy yo... Pero yo mismo me interrumpo...

No eres tú... Eres alguien más.

Ahora estoy muy cansado... Estás delirando. Tus pensamientos no tienen sentido. Descansa. Ahora estoy envuelto entre mis sábanas, cómodamente descansando mi cabeza sobre mis brazos y la almohada. Empiezo a sentir mi respiración. De alguna manera, es muy lejana. Es como si alguien más estuviera usando mis órganos para respirar. O quizás al revés. Que yo esté ventilando mi cerebro usando pulmones ajenos. Pienso en cerrar mis ojos, la imagen que percibo se empieza a ennegrecer. Respiro profundo una vez más.

Ahora me siento todavía más ajeno a mi mismo que cuando estaba despierto. Es como si mi alma estuviera vacía. Como si mi cuerpo fuera el aire y mis pensamientos fueran ecos del silencio. No sé qué son las imágenes que se ponen en frente de mí. Pueden ser recuerdos, o algo así. Pero aunque sé que esa persona delgada y de cabello claro soy yo... es como si estuviera viendo a alguien más. Pero de repente aparecés. Te veo... justo frente a mí, escondiendonos en un arbusto. Por alguna razón la que era una enorme sensación de vacío empieza a sentirse diferente... Siento como si en mi cabeza hubiera algo que se mueve. Como si un millón de hormigas recorrieran las paredes internas de mi cráneo. Y de nuevo, vuelvo a sentir la gravedad. Y la sensación que tenía en mi cabeza cayó violentamente en mi estómago. Va desapareciendo lentamente y empiezo a sentir con mis propias manos tu cuello y tus labios. Y por al menos medio segundo... me siento feliz.

Abro nuevamente mis ojos. Ya no estás. Una imagen de lo que parece ser mi habitación oscura se aparece tras un lente que hace parecer todo más lejano de lo que en realidad está. Mis brazos por su propia cuenta jalan las cortinas y dejan entrar la luz del día. Empiezo a perder el sueño, pero el peso de todo mi cuerpo junto permanece. Te recuerdo, recuerdo lo que sentí y nuevamente encuentro un motivo para levantarme e ir al trabajo. Mis manos... No se están moviendo... No me muevo. ¡Levantate, huevón! Lentamente dejo caer una de mis piernas en el suelo y siento como aterriza sobre la cerámica fría y dura. El otro pie, tras una nueva batalla, sigue el mismo rumbo de la anterior y finalmente me levanto como si fuera un títere con cuerdas en mi cabeza y rodillas. Las cuerdas me encaminan hasta la ducha. Tirando de mí como si yo no quisiera que nada se moviera. Aparece una cuerda más en mi mano, que gira la llave y siento de repente un chorro de agua helada recorrer mi espalda. Todo mi cuerpo se retuerce y las cuerdas desaparecen. Suena el reloj.

Desvaríos que piensan con los dedos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora