04.- Confusión

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Matsuoka Rin.

Pelirrojo, ojos como dos preciosos rubíes y sonrisa de tiburón.

Muy protector con su hermana menor, Gou, quien siempre le sonríe.

Matsuoka Rin, quien hace unos años fue el responsable del arresto simultáneo de veinticinco miembros de una organización criminal.

Matsuoka Rin, quien fue el que ideó el sistema rápido de chequeo de patrullas después de que la suya estallara.

Rin... ¿por qué? Haru no entendía nada de ése admirable muchacho. Después de chocar sus hombros sin querer por el pasillo, Haruka sólo pudo mirarlo, una y otra vez, porque esos ojos llenos de brillo no se apartaban de su rostro y empezaban a provocarle nerviosismo, junto a cierto sonrojo que trataba de disimular.

Matsuoka le sonrió, no con esa mueca que suele usar para intimidar a quienes quieren pasarse de listos con su hermanita, y tampoco mostró esa sonrisa que ilumina su rostro cuando resuelve un caso o algo le emociona. Se trataba de una sonrisa dulce, amable. Sus ojos le miraban como... como si él fuera lo único que valía la pena mirar en ése preciso instante.

Nanase no pudo hacer mucho, más que permanecer inmóvil.

-¿Llevas prisa, Haru? - la voz de Rin salió con calma, sin burla ni sarcasmo como normalmente lo hacía Sousuke, pero en ése momento no quería pensar en él. En él y su comodidad con Momo.

Le costó un momento al de ojos azules, pero finalmente pudo decir que no con suaves movimientos de la cabeza.

-¿Entonces? - Rin insistió, algo divertido -¿Estabas huyendo de alguien? -

Los recuerdos de su memoria inmediata, llenos de la imagen de Sousuke riendo muy a gusto con Momotarou se hicieron presentes, bajando sus ánimos de forma considerable. Haruka se esforzó por no dejar que se le notara, pero al final, incluso inclinó la cabeza un poco.

Rin soltó un suspiro silencioso. No quería decirle que era sumamente fácil notar cuando algo le causaba preocupación o dolor, pues era sólo entonces que el calmo océano que llevaba como ojos se agitaba. Y lo entendía. Demonios, lo entendía demasiado bien. Rin tenía más tiempo admirando al pelinegro, de lejos y sin entrometerse demasiado, del que quisiera admitir. Pero no dijo nada. No quería alterar más a Haruka, al contrario; se había hecho la promesa silenciosa de animarlo y ayudarlo cada que pudiera y el otro estuviera de acuerdo, por supuesto.

Así que en ése momento, aunque se moría por darle un abrazo, se limitó a mirar alrededor antes de mirarlo a él.

-¿Ya comiste? - preguntó, casual.

Con ese tono de voz, resultaba más sencillo para Haru dejar sus ideas depresivas, y entonces pudo mirarlo.

-No - respondió, sincero - ¿Por qué? - su segunda cuestión salió en el momento justo que vio a Rin sonreír, como aliviado.

-Te invito algo - dijo, y volvió a avanzar despacio hacia donde iba antes de chocar con el de ojos azules - Salgo en media hora. Espérame en la entrada -

Haruka no tuvo tiempo de argumentar nada. No podía salir esa tarde, es decir... ah, ¿a quién quería engañar? En realidad no había nada pendiente. Si se ponía a seguir revisando el expediente del caso de secuestros, seguramente se olvidaría del tiempo, se emocionaría y se dejaría llevar, y justo había discutido con Sousuke por expresar su deseo de hacer eso.

Soltó un suspiro.

Estaba, ciertamente, desanimado, pero al mismo tiempo estaba seguro de que, con Rin, se le iba a pasar. Después de todo, no era la primera vez que salían juntos a comer o algo así, por lo que no le veía nada de malo a aceptar la invitación.

Un Millón De RazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora