Existen muchas teorías que explican el origen del universo: hay quienes lo atribuyen al ámbito científico, otras a algo religioso y también existen a aquellas personas a las cuales sinceramente no les interesa saber.
No hay, a la fecha, una explicac...
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El Torneo del Rey Sol había concluido oficialmente y Stella se sentía como si hubiese participado en cada una de las batallas; Lunae (quien para este punto ya le había pedido omitir la palabra 'Reina' de su léxico) quien le conducía por los aperlados pasillos de su palacio, iba mencionando cada uno de los detalles de componían la magnificencia de todo el recinto: cuadros, esculturas y fuentes interminables.
Stella se sentía abrumada de tanta información y para cuando Lunae dio un repentino giro, no fue sorprendente que hubiera caído...
― Oye ― Dijo Lunae debajo de ella ―A pesar de que amaría aumentar el contacto físico, hay algo muy importante que debo mostrarte.
Poniéndose de pie, asintió avergonzada hasta estar frente a una cortina.
― Esta noche será la primera en toda la infinidad del universo que este retoño hará su aparición.
Fue cuando tiró de la cortina que Lunae la miró, una brillante esfera plateada, resplandeciente y gigante. La energía, el poder y la inmensa profundidad y amor que había en eso era increíble.
― Se llama 'Luna' este asteroide orbitará un solo planeta, el único en toda la galaxia que podrá mirarle todo el tiempo... El tuyo.
Stella ya estaba llorado; había acudido al torneo del Rey Sol para ayudar a su padre en las relaciones de su planeta, para estar de apoyo moral, para hacer algo... Y lo había logrado, un regalo de la Reina, uno que perduraría para siempre.
―Yo... Yo no...
Lunae caminó y la abrazó fuertemente, le trazaba círculos en la espalda, igual que aquella primera vez que se conocieron; Stella, quien ahora sollozaba a lagrima abierta, no hacía más que repetir 'Gracias, gracias' como una especie de mantra. Separándose ligeramente, Lunae le quitó las lágrimas del rostro y le dijo:
―Hay más ― Y la tomó de la mano hasta que quedaron frente a la Luna. No le soltó la mano ― Yo... Espero que esto no suene precipitado, pero, quería hacer esto un poco más personal... La pregunté a tu padre cual era tu sabor favorito y me dijo que el queso era algo que podías comer por mucho tiempo sin odiarlo, así que... ― La Reina caminó hasta la luna y encajando los dedos con fuerza, extraño un pequeño bulto ― Espero te guste.
Y Stella se llevó lo que le ofrecían a la boca, probando un sabor exquisito y único. Acto seguido, emocionada e impulsada por el momento, se lanzó hacia enfrente, finalizando la distancia entre ellas. Lunae no se negó, en cambio cerró sus oscuros ojos y disfrutó la sensación de entregar su alma otra vez.