El mensaje

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    El español despertó con el cantar de los pequeños periquitos que Alejandro tenía en casa, con un leve destanteo de dónde se encontraba y más en sí, miró al rededor, la casa como siempre, parecía un invernadero con tantas plantas en macetas, jarrones, árboles, inclusive estás se encontraban colgando en las paredes o el techo, era maravillosa la casa de aspecto colonial que tenía.

    Se estiró y bostezo, hasta qué escucho a alguien hablar.
—¿Durmió bien, señor? —La voz era de una mujer bastante bella, algo joven y con sonrisa radiante como cualquier mexicana bella de la región.
Antonio contesto con un simple sí, y con ella una sonrisa, hasta qué reaccionó adecuadamente y no notó al mexicano por ningún lado, además de que esa mujer no estaba ayer, ¿Era la novia de Alejandro?, ¿Él tiene novia? Aunque si bien Canadá no le dijo nada sobre alguna relación con su hijo, cabe decir, amorosa; no había pretexto para descartar ese hecho y eso hizo que el español le diera algo en que pensar por unos minutos y se llenará de ideas que no eran, y como en varias ocasiones, su mirada decayó ante el hecho, sintiendo un malestar que se hizo más grande a medida que pasaba el tiempo así; hasta que está vez una voz conocida lo hizo reaccionar.
—¿No planea venir a comer?, Señor Fernández. —La voz que añora escuchar en múltiples ocasiones está vez le hablo llamando su atención.

—¿Hiciste de comer para los tres? —Conto de igual manera para la bella dama que había visto hace rato, en señal de que no quería ser descortés en cuanto si se trataba o no, de la pareja del mexicano.
—Planeaba hacer eso, pero Clarita se ofreció, ven, su comida es de las más sabrosas. —Recalco eso con entusiasmo separando su cuerpo del marco de la puerta y volver al comedor, no tarde Antonio siguió a Alejandro hasta la gran cocina que al lado de todo el material indispensable para la cocina estaba una mesa bastante grande; recordaba numerosas historias en esa mesa, desde aquellos tragos de nuemerosas bebidas alcohólicas, hasta ver un día a un Francés bailando pole dance sobre está; incluso una muy satisfactoria para España, se trataba de un beso con el mexicano cuando ambos se encontraban ebrios, en realidad Antonio solo disimulo estarlo para terminar en esa situación.

—Andéle, sintiese para que desayuné. —Dijo la mujer al castaño, aplaudiendo un poco las manos a lo que esté sin protestar se sentó al frente del mexicano. —Bueno pues, me tengo que ir, voy por los niños a la escuela, fue un gusto en conocerlo Don Antonio. —Termino de decir ella, aunque el mexicano trato de despedirse la mujer se apresuró a salir del comedor y de lo que restaba de la casa.
¿Niños? ¿Eran hijos de Alejandro?, Como sea que fuera Antonio no podía creerse eso, de hecho le costó trabajo digerir un poco la comida. Al rato que el mexicano noto la cara del español, no dudó en tocarle la mano para llamar su atención distraída de su presente.
Quiubo, ¿Estás bien? —Antonio lo miro con algo de dudas plasmadas en su rostro, y dudaba en sí contarle o no sobre lo que tenía en mente, al final lo hizo de todos modos, no quería quedarse con la duda pues si algún día pretendía a Alejandro, no quería que su niño se quedará envuelto en líos con la señorita.
—¿Ella es tu pareja? —Alelajandro se sorprendió ante la indiscreta pregunta que le dio el español, miro a un lado algo nervioso ocultando algo, pero no pudo y soltó algunas carcajadas. En el rostro de España no sabía cómo tomar esa risa, de hecho lo hizo sentir más incómodo de lo que estaba; el mexicano trato poco a poco de calmar esa extravagante risa y finalmente cuando pudo calmarse lo suficiente como para hablar contesto la pregunta.

—Ay wey, ¿cómo crees? Clarita es la tataranieta de María, y sabes que a María la consideraba como una madresita. Además de que me trata como un hermano.

—Ostia, qué susto tío. —susurro para sí mismo.

—¿Eso es todo?, Ay pinche Antonio, hasta crees que voy a tener Jaina. Mi corazón ya lo tiene otra persona. —Se tocó el pecho donde debería estar el corazón, eso sin duda había despertado interés y intriga por parte de Fernández, México apesar de la personalidad que tenía, era amigo de muchos países o se llevaba bien con ellos, sobre todo varios de sus hermanos latinos y sus vecinos, recalcar Canadá, Chile y Japón que se encontraban a gran distancia en manera geográfica, mantenían el contacto muy cercano con México.

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