— Si supiera algo de ti, Yoon, te regalaría algo más que un frío dinero. Todo lo que sé de ti es que tocas el laúd, y que cuando eras niño lo llevabas siempre contigo. Me lo contaron..., eso de la música. Si no te hubiera gustado tanto tocar el laúd, tal vez nunca nos habríamos conocido. ¿Te das cuenta del tiempo que ha pasado desde que te vi? Y siempre espero que vengas a mí y traigas contigo tu precioso laúd. Cuando lo hagas, te pediré que toques para mí, Yoon. Te esperaré por siempre, mi querido. Porque me perteneces.
Ahora era algo que mencionaba continuamente, que esperaba que vaya con él y que le pertenecía, y Yoon-gi creía que lo hacía porque tenía miedo, en el fondo de su corazón, de que ya no confiara en él, de que el trabajo hubiera desgastado poco a poco el amor que sentía por él.
Pero sí que confiaba en él. Y lo quería. No quería a nadie mas que a él en el mundo.
Ninguno de los lugares en donde vivía era su hogar ni mucho menos lo sentía como tal, y cambiaba con frecuencia de residencia. Nada cargaba consigo de un sitio a otro, a excepción de su laúd y todos sus libros. Y, por supuesto, sus pocas ropas.
En esta era de teléfonos móviles y de Internet, era muy fácil no dejar rastro.
Y también muy fácil escuchar una voz íntima en un silencio perfecto.
— Puedes llamarme en cualquier momento, de día o de noche — le recordó—. Algún día puede que te mande una grabación de mí tocando el laúd. Te sorprenderá. Todavía lo hago bien.
Rio sin ruido. Se sentía feliz, como siempre que él le contestaba al teléfono.
— ¿Te he fallado alguna vez? — preguntó de pronto Min.
— No, y yo tampoco te fallaré nunca — contestó—. Es sólo que me gustaría verte con más frecuencia. Te necesito cerca, lo sabes.
— Me encuentro más cerca de ti de lo que piensas. Te haré una visita uno de estos días, aunque no ahora mismo, y puede que te invite a cenar. Pero en este momento no estoy preparado para una reunión. Me gusta estar solo.
Desde que se habían conocido, Tae-hyung había comprendido de que el mortal, era un solitario sin remedio. Deambulaba por la ciudad a su total paso. Decidía siempre él solo lo que quería hacer; y cuando tenía una idea en mente, la llevaba a cabo.
Ambos se habían conocido debido a la impulsividad de Yoon-gi, cuando, uno de sus supuestos amigos llamado Zico, le había intentado robar el laúd, y por ello, cuando se dio cuenta, no dudo en lanzarse sobre él con una navaja en mano, completamente fuera de si. Para Yoongi, el laúd era mas que un simple instrumento musical. El mismo se lo había regalado su madre, antes de fallecer; antes de que lo abandonasen en un orfanato sin siquiera dudarlo a los ocho años. De su familia, su madre era la única persona que realmente le importaba su bienestar, por ello, a su padre no le tembló la mano al dejarle tirado en aquel lugar.
Sin embargo, antes de que pudiese si quiera acercarle la navaja, dos de los amigos de Zico, comenzaron a golpearle sin piedad, importándole poco los motivos por los cuales, Yoon-gi había accionado de esa manera.
Lo que mas rabia le había dado a Min, era que todos ellos, sabían perfectamente el valor que le tenia a el laúd. Y les habían importado una mierda.
—Te necesito — susurró de pronto su amo con angustia. Su entrecortada respiración se escuchaba perfectamente, al igual que sus silenciosos sollozos involuntarios. Yoongi se quedó de pronto estático al escucharle—. No puedo soportarlo, no más.
Yoongi creía haberse acostumbrado a los cambios bruscos de Tae-hyung. Sin embargo, a veces lograba dejarle atónito.
Por un lado, se encontraba su Tae, el de aquellos momentos; el frágil, delicado, dependiente y necesitado de él.
Varias veces había tenido que abandonar trabajos, debido a que el pequeño Tae le exigía, de alguna manera, que vaya a por él.
Y luego estaba el Tae-hyung letal, frío, posesivo, mandón y autoritario. Ese que lo sometía sin siquiera pensarlo. Aquel que con solo una palabra lograba estremecerlo por completo, y provocar que su cuerpo se inclinara en sumisión.
El problema era que, de los dos, Yoongi se sentía absolutamente enamorado, y a ninguno podría negarle nada. Aunque quisiera.
Y era por ese motivo que ahora mismo se encontraba arrodillado y cabizbajo ante la enorme puerta de la lujosa mansión en señal de respeto, esperando la aprobación y presencia de su amo y señor.
— Levántate — una voz ronca y grave le ordenó con violencia, provocando que obedeciera con rapidez.
Respiró hondo y dio un paso atrás antes de volverse hacia él. La imagen le impactó tanto como un golpe físico.
— Tae-hyung — susurró Yoongi débilmente mirando sus ojos de un azul tan puro que parecía que un artista celestial hubiera aplastado zafiros para fabricar la pintura y luego hubiera coloreado los iris con las más delicadas pinceladas. Al darse cuenta de aquel acto, bajó la mirada con rapidez.
Aún no se había recuperado del impacto de verlo cuando una súbita ráfaga de viento recorrió el tejado y agitó los mechones de su cabello negro. Aunque «negro» era una palabra demasiado simple para describirlo. Era tan puro que tenía vestigios de la noche, vívida y apasionada. Estaba cortado en descuidadas capas que terminaban en la nuca y resaltaban los abruptos ángulos de su rostro. Yoongi sintió tantas ganas de tocarlo que se le encogieron los dedos de los pies.
Sus alas de un negro elegante rozaban las impolutas baldosas del suelo mientras se dirigía hacia él.
— Mírame, pequeño — le pidió esta vez con delicadeza—, se porqué te encuentras aquí. No temas.
Yoongi relajó su cuerpo al escucharle. No se había dado cuenta de lo tenso que se había puesto debido a que temía que no hubiera estado presente cuando Tae le proclamó por su presencia.
Generalmente Tae-hyung se ponía de ese modo cuando se encontraba débil o exhausto psicológicamente. A Yoongi no le importaba ni mucho menos molestaba que Kim sea de esa forma. De hecho, le halagaba demasiado que Tae, cuando hacía presencia, tan solo le buscaba a él.
— Amo — susurró Yoongi con preocupación, extendiendo sus pálidas manos en busca de su tacto. Sus piernas se encontraban débiles, y su cuerpo a la espera de su próximo movimiento u orden.
Tae-hyung envolvió sus pequeñas manos con las suyas, para luego besarlas con delicadeza y cariño.
— No te preocupes por mi, Gi. Ahora que te encuentras conmigo, me siento mucho mejor.
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천사 archangel. [Taegi]
Fiksi Penggemar[Taegi]-➽ Min Yoon-gi, un asesino a sueldo famoso en los bajos fondos a quien han encargado matar mas de una vez, se enamora perdidamente de su amo y Arcángel, Kim Tae-hyung. ➷bts. ➷homosexual. ➷short fanfic. ➷short chapters. ➷taegi. ➷24/06/2020. De...