Capitulo 7

5 0 0
                                    

Camino a casa estuve pensando en que sería lo mejor para hacer, si mantener una relación con ella o esperar a que simplemente se olvide de mi.

Pense en que lo mejor sería darle una oportunidad al cabo que ya no estaría ahí por más tiempo, pero necesariamente tendría que darme razones para poder confiar más en ella y razones para poder quererla.

Al dia siguente de clases empezó normal mi día, me cambiaba a manera de licenciado y aseguraba que mi portafolio estuviese con las cosas necesarias (plumas fuente, libretas, novelas rosas, etc.), salí de mi casa, estacioné el automovil en el estacionamiento de la escuela, pero al bajar del coche note algo diferente.

Me quedé petrificado al ver a Hanna esperandome en una banca del estacionamiento con un vestido no largo pero tampoco corto si no que a lam perfección de su cuerpo sosteniendo con sus dos minuscúlas manos una carta de color amarillo pastel haciendo resaltar unas letras que destellaban en color morado electrico.

Al verme haber bajado del automovil se acerco y me saludo como se supone que es normal, un beso en la mejilla, pero después de saludarme sentí que no era el tipico beso de "amigos" si no de algo que sin duda sería de declaración amorosa.

- Por fin llegaste, te tardas una eternidad arreglandote "hombrezote" - Yo miraba de reojo la carta - Así es, es para ti. - Me entregó la carta, sin haber yo dicho alguna palabra.

- Gracias, es un estético detalle de tu parte. - Sonreí de manera que no se notara demasiado mi encanto.

- Solo no lo leas hasta que llegues relajado y sereno a tu hogar, vale?.

La verdad era que no entendía por que las mujeres siempre proclaman que reserve una sorpresa hasta llegar a casa, pero no estuvo tan mal como me lo dijo Hanna, haciendo enfasis en las palabras "relajado" y "sereno".

Nos fuimos hacia nuestro salón ella se acerco lo suficiente hacía mi como para poder agarrar mi mano, yo no me resistí ya que se sentía tan bien que después de haber sido amigos un tiempo pudieramos tomarnos la mano sin que nadie dudara de nuestro estado civil, llegamos al salón de clases y respetamos nuestro espacio de privacidad aunque eso si, uno al lado del otro.

Pasamos el resto del día juntos pero no tan morboso.

Y así consecutivamente la semana, tomados de las manos, abrazandonos uno al otro, besandonos pero no tan precozmente, eran besos apasionables, con un toque de paz y sabiduria que difundia ese sabor a uva de sus labios.

Aún no puedo dejar de pensar que nuestra vida se unió desenfrenadamente, como si estuvieras en un risco y de repente estas en el suelo, agonizando del dolor.

En BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora