Un nuevo comienzo.-Capitulo 32.-

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Me entregué a lo que dictaba mi corazón. En un minuto, nuestros labios se unieron y fue como si nunca debieron haber estado separados.

Caminamos de regreso al baño aun con nuestros labios unidos.

“¿Por qué te fuiste?” –le reclamé cuando nuestras respiraciones no aguantaron más y nos tuvimos que separar.

Ella dio un paso hacia atrás y suspiró pesadamente.

“Es complicado. Pero tiene una explicación.” –se justificó.

“¿Cuál es?” –insistí pidiendo a gritos por dentro que me dijera algo que me pruebe que estaba equivocado con ella.

Sentimos que unos pasos se acercaban al baño. Nos quedamos en silencio hasta que tocaron la puerta.

“¿Está ocupado?” –era la voz adormilada de Max.

Kay carraspeó la garganta y respondió: “¿Qué ocurre, Max?”

“Ah, eres tu Kay. Te estaba buscando para llevarte a tu casa.” –respondió del otro lado de la puerta.

Le dirigí una mirada a Kay. Me molestaba la confianza que tenían entre ellos. Pero no podía decir nada, eran amigos desde pequeños.

Max se había ganado ese derecho.

“Ya voy. ¿Me puedes esperar abajo?” –respondió ella mientras me daba la espalda y se arreglaba el cabello y el maquillaje frente al espejo.

“Claro. Pero apúrate, aprovecharemos que todos están durmiendo para salir.” –dijo y se fue.

Kay se dio vuelta y antes de que yo pudiera decir palabra dijo: “Solo somos amigos.”

Enarqué una ceja y la miré fijamente en silencio.

Era hermosa, su pelo había crecido un poco más y le llegaba hasta casi la cintura. Su labial estaba corrido un poco, y sus ojos azules brillaban como nunca antes los había visto.

La vista era provocadora, pero me las arreglé para decir: “Lo sé.”

“No pareciera. Yo noto celos de ti hacia Max.” –dijo y una sonrisa tiró de sus labios.

“No estoy celoso de Max.” –reproché mirando al suelo.

“Eso espero.” –respondió ella mientras se acercaba a mí y me daba un beso en la mejilla. Aunque hubiese preferido que sea más en el centro, mi corazón dio un gran latido de emoción. “Nos vemos mañana en la plaza de Manchester a las 18:00 para hablar. Si no sabes cómo llegar pregúntale a Max.”

“De acuerdo.” –respondí y la dejé salir del baño.

Luego de unas horas esperando que Max vuelva de dejar a Kay en su casa, me acosté.

Estaba cansado, pero definitivamente no podía dormir.

Todo daba vueltas en mi cabeza, y no podía controlar a mi sobreexcitado corazón.

Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal.

Yo había dejado en casa a Carol. Y ella me estaba esperando.

No le podía hacer esto.

Pero cuando el corazón manda, no hay nada que puedas hacer para detenerlo.

Finalmente me dormí convenciéndome a mí mismo que cuando llegara a Los Ángeles, hablaría con Carol.

Al día siguiente me levanté con una ansiedad terrible, y casi devoré todo lo que había en la cocina.

Ya estaban todos levantados, pues hoy en la noche nos volveríamos a L.A.

No todo es lo que parece,pero...Sera nuestro secreto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora