COINCIDENCIA (I parte)

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Esa tarde iba rumbo a otra ciudad. Ese viaje era la primera cosa importante que hacía en mi nueva vida.
Acababa de independizarme, ya había trasladado mis cosas, me había inscrito en una academia de arte, y únicamente me había devuelto para despedirme de mis padres.

Llevaba horas viajando.

 No era para menos, el viaje constaba de 48 horas y apenas llevaba un par; me dolía el trasero, se me habían dormido los brazos al mantenerlos siempre doblados para poder escuchar la música a bajo volumen.
Porque había dejado mis auriculares.

No me podía dar el lujo de pagar un boleto de avión, así que no tuve más opción que un bus.

Estaba aburrida, había decidido dejar la música de lado, pues necesitaba la batería del celular, así que me dediqué a mirar por la ventana.

Árbol, casa, árbol, cerca, casa, árbol, carro en contra vía, árbol, moto, árbol, árbol, árbol, árbol, montañas y más montañas.
Se me vino entonces una idea genial para una historia. La llamaría "The new world coming"... ¿Qué mejor para iniciar una historia que un accidente macabro y sangriento en un bus?
Tenía que sacarla.

Tras eso, mi mente divagó por varios minutos entre accidentes extraños en los cuales ideaba maneras bastante buenas para poder sobrevivir y realmente no noté en qué momento me quedé dormida.

Abrí los ojos lentamente cuando una luz naranja casi rojiza me dio en los ojos. En la parte superior de la ventana pude ver el crepúsculo.
Era hermoso.
No debían pasar las 5 de la tarde, por lo que aún faltaba al menos una hora y media para que oscureciera.

Distraída como estaba no me había dado cuenta de la sensación que se sentía cuando te observaban. Tardé pocos segundos en reconocer el rostro de un chico que me miraba desde la ventana de un bus frente al nuestro.
Sonrió cuando notó finalmente que lo miraba y levantó una de sus manos en un claro gesto de saludo.

Demonios que si era lindo.

Bonitos ojos claros, cabello rubio y lacio hasta la altura de los hombros y un bronceado muy similar al de los chicos de playa. No alcanzaba a detallar mucho su rostro, pues lamento informarles que tanto leer en PDF me ha dejado miope y no me apetecía sacar los lentes nada más para satisfacer su gusto.
Pero puedo dar fe de que mal aspecto no tenía.

Entonces recapacité sobre mi aspecto, me aseguré de no tener babas residuales de mi antiguo sueño y resignándome a seguramente tener un aspecto deplorable, le devolví el saludo. Él sonrió y se acomodó mejor en su asiento de tal forma que toda su atención recayó en mí.
¡Carajo!

Tras un momento de vacilación decidí concentrar mi atención en cualquier lugar, menos en él.
Así que aprovechando una carretera en buen estado, saqué mi libreta de bocetos, varios colores y me puse a retratar el paisaje, olvidándome momentáneamente del rubio.
Cuando el crepúsculo desapareció dándole paso a la oscuridad, detallé mi obra desde cierta distancia en frente.
Nunca lograba atrapar con exactitud la hermosura de la naturaleza, pero me satisfacía el resultado final. Mi profesor de arte una vez me dijo que el perfeccionismo era una ilusión, que la verdadera magia estaba en la transformación que lograba tu trabajo.
Y le creo.

Fue solo un segundo recordando sus consejos, el momento en que desvié la mirada hacía la ventana... Y ahí estaba él, las luces de ambos auto buses estaban encendidas, por lo que sabía a ciencia cierta de que era el mismo chico.

Y pese a todo, me miraba con la expectación grabada en su rostro. Fui a desviar la mirada pero él comenzó a hacer señas y mover los brazos para llamar mi atención.

Relatos breves para noches de InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora