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Nora

Ahora mismo me encontraba caminando a un lado de Nathan, mientras nos dirigíamos a una heladería. Sip, tal y como lo prometió. Las calles de la hermosa ciudad de Florida, eran tan hermosas, tanto de día como de noche. Cuando era de día, el cielo brillaba más que una linterna de noche y cuando era de noche, el cielo brillaba como si fueran millones de faroles. Algo que amaba de esta ciudad eran sus hermosos paisajes, sus colores, sus hermosos lugares turísticos, y su belleza artificial.

La comida era deliciosa, la gente, la cultura, todo en si era grandioso.

Dirigí la mirada a Nathan, quien se encontraba demasiado serio.

Se formó un silencio bastante incomodo, así que decidí escribirle en una hoja de papel.

"Bien, Pierce, ¿A dónde me llevaras?"

El suspiro, me miro de reojo y desvió la mirada. ¿Era necesario hacer eso?, si no quería salir conmigo, no tendría por qué hacerlo, de todas formas, no era una obligación. Me senté en una banca, que en cuestión de segundos fue inundada de un olor delicioso. Nathan. Dirigí la mirada hacia aquel lago llamado "Parque del Lago Eola" o mejor conocido en ingles por "Lake Eola Park". La gente riendo, llamaba mi atención, aquellas personas entrelazadas con las manos acompañadas de sus grandiosos inflables o barcos, no estoy segura, o esa linda vista a todos los edificios de la ciudad. Vaya que era lindo, muy lindo. Pero no le llegaba ni a las nubes del cielo. Pues el sol brillaba más.

Escuche un suspiro.

-La verdad no sé, soy nuevo aquí en la ciudad y no conozco nada. Lamento esta terrible cita, no era mi intención ser un estúpido-se lamentó.

Lo mire con pena. Le sonreí y le escribí:

"Vamos, conozco un lugar aquí cerca, que creo te puede fascinar, venden unas deliciosas manzanas y unos deliciosos helados".

El sujeto la nota, la leyó y me dijo:

-Bueno está bien, vamos-me contesto.

Y así nos levantamos de aquella banca, y tomábamos a rumbo hacia aquella plaza llamada "Pickerbon", mejor conocida, como el paraíso, o el mundo de los helados, o de las grandiosas pizzas.

Mire a Nathan, quien no apartaba la vista de aquel lago, pues no lo culpo, era imposible no mirar a esa belleza.

- ¿Siempre ha sido así de hermoso? -me pregunto.

Fruncí el ceño en forma de confusión.

-El lago. ¿Siempre ha sido así de hermoso?

Yo asentí.

-Es muy hermoso-me dijo.

Yo le sonreí amistosamente, mientras lo miraba a los ojos. Dios. Pero que brillantes estrellas habitan ahí. ¿Se puede todo el universo?

-Bien, y... ¿Dónde queda aquella plaza?

Lo miré por unos segundos más, y dirigí mi mano en dirección a aquella plaza.

-Bien pues vamos, que quiero comer.

Yo lo seguí, su hermoso cabello rizado, se movía gracias al milagroso viento.

Me puse a su lado lo tomé ligeramente de los brazos y lo dirigí a una grandiosa heladería.

- ¿Es aquí?

Yo asentí ligeramente.

-Bueno, no es tan malo como pensé-me dijo.

¿Disculpa? -pensé.

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2018 ⏰

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