El Camino de la Miseria

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—Venus, despierta —una bota me empujó levemente—. ¡Despierta, hija de perra!

Abrí los ojos lentamente.

Estaba envuelta en el edredón de Aslak, la luz se filtraba por las cortinas azules y el olorcillo del humo de las velas recién apagadas llenaban cada lugar de la habitación.

—¿Ehhhh?

—Es hora de irnos. Así que apúrate o mi paciencia se agotará y te llevaré a golpes.

Mire a Marduk adormilada, tenía su cabello totalmente revuelto, haciendo que suaves mechones le cayeran alrededor de la frente y el cuello, fruncía el ceño mientras me miraba con disgusto.

Mis sueños habían sido inquietos y aunque no sabía la hora sentía que había dormido sólo unos minutos.

Me levanté, coloqué mis botas y mi camisa de cuadros junto con el impermeable de Aslak.

—Deja de bostezar por un carajo, entre más temprano nos vayamos mejor.

Alce las cejas con interrogación mientras él soltaba un suspiro exasperado.

—A esta hora se están deteniendo los desastres, aquellos que se metieron toda la noche en riñas se están yendo por un descanso así que tenemos unas cuantas horas donde todo estará calmado antes que el infierno se vuelva a desatar. Así que apúrate, las calles están tranquilas y quiero que sigan así.

Revise mi reloj: 7:10.

No sabía a qué hora nos habíamos dormido anoche después de las explicaciones del mundo de los Mal'akh pero podía imaginar que no había dormido mucho. Me pesaban los párpados y la información junto con los hechos de ayer me mareaban.

-No crean que irán solos, Helena y yo iremos con ustedes.

Aslak apareció descalzo y con el cabello mojado en el marco de la puerta. Detrás de él apareció Helena con mochilas de campamento en cada mano.

Al parecer yo era la única que seguía durmiendo plácidamente mientras todos los demás se ponían en marcha.

-Oh no, no, no -protestó Marduk mientras movía las manos enérgicamente en dirección a Aslak, como si él y Helena fueran bichos que se irían al sacudirlos-. No necesito ser niñera de ustedes también.

-No estoy hablando contigo, imbécil. Acompañaré a Venus a donde vaya, de todas formas mi padrastro no llega y aquí no tenemos nada para sobrevivir en caso de una crisis mundial.

-Fue la decisión de él -añadió Helena antes de que Marduk pudiera decir algo más-, de ser por mí no iría a ningún lugar con una lacra como tú.

Marduk alzó las cejas más divertido pero siguió negando con la cabeza.

Me levanté y rodeé la habitación hasta colocarme a su lado.

-Iremos a un lugar y gente como tú no entra, Karov, no te conviene venir si aprecias tu carne. Necesito buscar información, ver a mis contactos y proteger a Venus de que se meta en problemas y me arrastre a la mierda con ella. -fruncí el ceño pero Marduk siguió mirando fijamente a Helena- Y si mis demonios te ven serás su nueva cena y no estoy dispuesto a defenderte, pero tampoco estoy de humor para escuchar tus gritos, así que más te vale quedarte aquí.

-Perfecto, pues a donde va Aslak voy yo, así que tendrás que aguantarnos a los tres todo el camino.

La mirada colérica y harta de Marduk me dio escalofríos pero me mantuve firme mientras asentía en dirección a Aslak.

-Vete al diablo, Venus.

-Cierra la boca, Marduk, sí el mundo se está yendo al carajo necesitaremos la mayor cantidad de gente de confianza para sobrevivir y dado que hay una posibilidad de que no vea a mis padres, Aslak es lo único que me queda.

Crónicas del Infierno: Entre Demonios y LeyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora