Despertamos mareados y con dolor de cabeza veinticinco horas después, no esperábamos que el cansancio extremo se juntara con la borrachera, dejándonos inconscientes más de un día. Mi estómago, lleno de comida enlatada y alcohol, no me molesto hasta despertarme. El cuerpo me dolía, el tobillo había pasado a ser solo una molestia, pero me sentía pesada, con los párpados pegados, la boca pegajosa y con mal olor. Soñaba con una fosa profunda, los demonios que asesine me estaban arrastrando a ella, cuando escuché movimiento cerca de mí, Aslak se había levantado vertiginosamente, tirando una lata de comida y llamándonos asustado.
—Venus, Venus, despierta, ¿Qué hora es?
Nos fuimos levantando lentamente, frotándonos los ojos. Helena levantó su rostro, echando a un lado las toallas con las que se había tapado. Marduk se inclinó de golpe, sabiendo que algo andaba mal.
Mis ojos se fueron acoplando a la oscuridad; tuvimos suerte de que la fogata no causara un incendio y se apagará sola, la habitación estaba totalmente oscura, dejando claro que aún era de noche. Nos miramos confundidos, por mis cálculos habíamos caído dormidos a las 4 de la mañana, no podía creer que aún era de madrugada. Revisé mi reloj.
—Apenas son las 5:41.
—¿Apenas?, no creo que durmiéramos sólo hora y media. —Marduk se levantó del sillón, tomó mi muñeca y encendió el reloj para ver la hora.
—Puta madre, son las 5:41 del día siguiente, dormimos más de un día.
Abrimos bien los ojos, sin creer que hubiéramos dormido tanto tiempo. Mi estómago rugió y olvidé hasta el dolor de cabeza. Marduk fue corriendo al baño y cerró la puerta. Aslak abrió la boca, la cerró y arrugó el rostro.
—¿Qué pasa? —preguntó Helena, sacudiéndose el cabello.
—Quería pasar al baño, mi vejiga tiene una sobredosis de alcohol.
Hice una mueca de asco y reímos. Marduk salió del baño, con los hombros relajados.
—Aún no llegan mis demonios, sí siguen como van, estarán aquí mañana para medio día, aún tenemos tiempo de encontrarnos con ellos —lo miramos arqueando las cejas—. Ahora, si me permiten, necesito un baño caliente, huelen tan mal como un cadáver.
—Espera, quiero pasar al baño... —Aslak se levantó rápidamente y dio unas zancadas para acercarse al baño. Marduk abrió mucho los ojos y le sonrió pícaramente.
—No —entró al baño corriendo y le cerró la puerta en la cara. Aslak gruñó, golpeando la puerta del baño—. Entrarás cuando termine mi baño caliente.
Aslak se dio la vuelta con resignación, tomando una botella del suelo.
—Chicas, lo siento, pero tápense los ojos —ambas negamos con la cabeza, pidiéndole que no lo hiciera, él alzó el rostro y nos miró—. La botella se la tiraré a Marduk cuando salga del baño.
—Bueno, tal vez no sea una mala idea. —Helena encogió los hombros y se dio la vuelta. Aslak sonrió y comenzó a abrir la botella cuando se escuchó la voz de Marduk desde el baño.
—Sí me lanzas esa botella de orina despertaras deseando comer mierda lo que resta de tu vida.
Los tres nos quedamos quietos, la amenaza venenosa de Marduk sonaba aterradora, sabíamos la clase de monstruo que era para no dudar lo mucho que podía hacernos sufrir. Aslak aventó la botella al lado y se asomó a la ventana, moviendo a un lado los espejos.
—¿Qué? —le pregunté sin entender que hacía. Me volteó a ver desesperado.
—Busco que no haya nadie para salir, en serio necesito ir al baño.
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Crónicas del Infierno: Entre Demonios y Leyendas
General Fiction"A menos que se presenten guerras, epidemias u otros factores de destrucción. El constante exceso de población debía conducir a una fuerte competencia por los recursos y así la eliminación de los más débiles en la implacable lucha por la supervivenc...