Tenía un cadáver.
Un maldito cadáver envuelto en una bolsa de basura a mitad de la calle.
—Creo que deberías intentar jalar de los pies. Ya sabes, así el peso del cuerpo...
—Cierra la boca, Marduk.
Marduk se recargó en el poste de luz, cruzó los brazos y me miró alzando las cejas.
—Sólo era un consejo.
—En vez de darme consejos mejor ayúdame con esto.
—¿Y por qué yo?
—Porque gracias a ti está muerto.
Él se rió entre dientes y se recargó más cómodamente en el poste.
Horas atrás era alguien que quería llegar a casa tranquilamente a hacer su tarea para otro monótono día escolar, espontáneamente, me encuentro lo que parece ser un demonio ligado a mí alma y horas después debo ocultar un cuerpo. Mi vida había pasado de ser mediocre a horrible, y sabía que aún no llegaba a la cúspide de la peor parte.
—Deberías apurarte con eso. Los vecinos observan.
—Oh sí, a ellos también puedo meterles en la bolsa. -gruñí por el esfuerzo, en parte por el trabajo pesado y en parte para evitar llorar.
Murmuro entre dientes y comienzo a jalar el cuerpo por los pies, tal como lo aconsejo Marduk.
Al ser 80 kilos inertes contra alguien que apenas está llegando a la adultez es un trabajo arduo,mis manos están resbalosas por el sudor y mi conciencia está sangrientamente manchada, el peso muerto es desgastante y asqueroso, la flacidez de la carne me hace querer vomitar, incluso considero que, podrían pasar años, podría estar en mi lecho de muerte con mis bisnietos, pero jamás olvidaré la sensación de la carne muerta.
Las cortinas de las casas se recorren con discreción, la mitad de rostros nos observan como búhos en un bosque. Esperaba ser discreta y que la gente no me observara mientras muevo un cadáver entre las sombras.
—Oye, Venus, creo que lo mejor es dejar el cuerpo en ese contenedor y salir corriendo.
—Cállate. Solo faltan dos calles y llegaremos al canal...
—No, no dudo que lleguemos al río, pero no hay tiempo.
Dejo por un momento mi tarea de arrastrar al tipo y volteo a verlo. Marduk está contra la pared de la callejuela en que nos acabamos de meter asomándose a la otra calle.
La zona en la que estamos ahora mismo es la más peligrosa y marginada de la ciudad. Aquí es donde se refugian los delincuentes, y aunque el riesgo de que ellos nos asalten o nos acuchillen es menor al traer a algo como Marduk, las personas aún cuchichean al ver a unos jóvenes con un muerto.
—¿Tiempo? ¿De qué carajos estás hablando?
—Hablo de que alguien llamó a la policía y están en la esquina estacionándose.
Dejo caer de golpe los pies del cadáver.
Las posibilidades de que llamaran a la policía eran mayores al ochenta por ciento.
Las probabilidades de que ellos vinieran a esta parte de la ciudad a esta hora eran del cinco por ciento. Así que mi suerte es mala.
—¡Mierda! ¡Ayúdame a cargar el cuerpo!
—¡No hay tiempo, idiota! ¡Corre!
Marduk me agarra del brazo, sin darme tiempo a pensar y comenzamos a correr entre los mugrosos callejones como alma que lleva el diablo. Nuestros zapatos quedan pegajosos por la suciedad y la basura pero vamos lo suficientemente apurados para no darle importancia. Pasan los minutos y aunque nadie nos persigue sabemos que a estas alturas ya encontraron el cadáver.
—Sólo esperemos que esos imbéciles no nos hayan visto la cara.
Me detengo a tomar aire apoyando las manos en mis rodillas.
Estoy furiosa con Marduk por todas las cosas en las que me ha metido desde que se presentó en mi vida, siento la culpa y el asco de cometer asesinato por mucho que el sujeto se lo mereciera, mi conciencia pesa y sé que la pesadilla empeorara si se involucra la policía, lo que me deja considerando: lo único que tengo ahora es desquitarme con el demonio por haberme hecho uno de los seres más miserables en la tierra.
—¡Nunca hubiera pasado esto si no hubieras metido a ese tipo a mi casa!
—Dijo que eran solo cinco minutos, tenía que entregarme unas cosas—Marduk me mira hartado. Él no tiene ni conciencia, ni culpa, así que el gritarle es como gritarle a una pared-. Nunca creí que...
—¡No importa lo que creíste, mi vida se fue al caño con sólo tres horas de conocerte!
—Seas idiota —ahora ya no me grita, pero mantiene una frialdad en su tono de voz que coincide con la apariencia humana que creó—, he estado contigo toda tu vida. ¿Por qué crees que eres tan miserable?
Estoy a punto de golpearlo para desquitar mi frustración, hasta que se escucha el sonido de una puerta y observamos a varios hombres tambaleantes salir de ella. Nos habíamos detenido en un callejón lleno de departamentos baratos y despintados, uno de ellos en la planta baja ha sido modificado para servir de cantina y de donde salieron los malandros.
Seis hombres jóvenes, la mayoría superando el metro setenta y con sus características chaquetas de piel que los identifica como miembros de una banda de mala muerte, nos rodearon.
—Mira que tenemos aquí, Frank —uno de ellos, con un oscuro y grasoso cabello que le llegaba hasta los hombros le habló a cualquiera de sus compañeros, sin dar señal alguna de quién era el famoso Frank—. Unos pobres chicos solitarios. ¿Qué hacen en nuestro territorio, mocosos?
El sujeto miró con burla a Marduk mientras a mí me recorría de pies a cabeza.
—Qué carajos te importa. —Marduk alzó la barbilla y miró al tipo desafiante, yo lo mire abriendo mucho los ojos. Al ser un demonio, Marduk exigía un férreo respeto a su persona, y aunque el malandro no supiera lo que era él exactamente al tener una forma humana, no debería ni pensar en meterse en una pelea de hombres de cantina.
—Mas te vale cuidar tu boca antes de hablarme.
—Y más te vale arrodillarte ante mí y chuparme...
El malandro no espero a que terminara la oración y le dió un puñetazo a Marduk.
Y algo surgió en mi interior. Fue como si la furia destructiva de mi demonio me dominara junto con él, volviéndonos el mismo perro furioso dispuesto a atacar.
Marduk escupió la sangre al rostro del tipo y le dio tal puñetazo en el abdomen que lo dejó tirado en el suelo, él se colocó sobre su rodilla y escupió mientras miraba a sus cómplices rojo de furia y de dolor.
Todos nos pusimos en posición de ataque listos para una pelea sin reglas.
Estaba consciente del poder sobrehumano de Marduk por experiencia propia, y que con facilidad podría darles una paliza a cuatro de ellos. Pero yo me tendría que encargar de los otros dos, lo cual me iba a dejar sin buenos resultados para mí y muchos moretones. Pensaba salir corriendo, deslindandome de la pelea que él mismo estaba causando, y que tal vez estaría bien que le patearan el trasero de vez en cuando, pero era demasiado lenta y me alcanzarían los tipos que ya me habían identificado como su presa.
El aire estaba cargado de tensión y sólo se escuchaba el eco distorsionado de música saliendo del bar.
Pasó un segundo.
La pelea iba a comenzar, todos estaban listos para dar el primer golpe.
Hasta que el suelo tembló a nuestros pies.
Fue la vibración que sacudió cada centímetro con violencia.
Y luego la explosión.
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Crónicas del Infierno: Entre Demonios y Leyendas
Genel Kurgu"A menos que se presenten guerras, epidemias u otros factores de destrucción. El constante exceso de población debía conducir a una fuerte competencia por los recursos y así la eliminación de los más débiles en la implacable lucha por la supervivenc...