La Misión

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Nadie sabía lo que se escondía detrás de esa hermosa cabellera castaña con reflejos dorados, el odio bajo esos ojos miel intenso que hechizaba a aquel hombre digno de mirarlos, escondidos bajo unas grandes gafas de sol con diamantes por los constados, ese bronceado y bello cuerpo resaltado con una falda entallada de color negro, unos cuantos dedos arriba de la rodilla, tacones del mismo color al igual que su bolso, una hermosa blusa color marfil de encaje, por último collar y aretes de diamantes a juego.

Viernes 16 de marzo de 2012

4:53pm

Washington, DC.

Toco tres veces la gran puerta de roble de aquel antiguo bar; robusto, moreno de unos dos metros y 150 kilos, cargando un arma abrió aquella puerta solo un poco para ver quien se encontraba al otro lado de ella.

Al ver a la castaña abrió completamente la puerta haciendo una pequeña reverencia indicándole el camino que la llevaría a su viejo colega.

-Señorita ¿A quién desea ver?

-Oh Morrison, no sabes quien soy ¿Cierto?

El negó con la cabeza.

Retiró sus gafas de sol y él al darse cuenta de a quien tenía enfrente abrió los ojos de par en par mientras quedaba boquiabierto.

Ella prosiguió caminando, mientras el moreno terminaba de cerrar la puerta, sin dejar de caminar, metió la mano a su bolso mientras el sonido de su arma recién disparada resonaba en aquel bar en el que se encontraba.

-Y bien, ¿Eso es todo lo que pides? –Preguntó la castaña mientras miraba sus uñas con la manicura recién hecha.

-Lo es –Afirmó una voz masculina que provenía de un señor de unos 50 años del otro lado del escritorio.

-¿Cuánto me costara ahora cariño? –Preguntó la misma persona.

-Bastante –Agregó ella.

-Esta bien, ¡Miller! Dale a esta bella señorita lo que ha pedido –Dijo mientras llamaba a su asistente de unos 25 años de edad

-Y bien Elizabeth ¿Puedo ofrecerte un trago?

-Por ahora no Antonio, será otra vez, ahora debo irme.

-Permíteme acompañarte a la puerta

-Claro, ¡Oh! Por cierto Morrison esta muerto, era un incompetente.

-Gracias cariño

-Nos vemos luego Antonio

Salió del bar con un contoneo de caderas mientras el sonido de sus tacones de quince centímetros de altura resonaba en el piso de madera; mientras un par de muchachos de unos 25, 30 años máximo le chiflaban mirándole el trasero, ella volteó a verlos mientras retiraba los lentes obscuros que cubrían sus ojos para que lograran mirarla completamente, al verla ambos palidecieron, mientras tomaban sus teléfonos celulares con la intención de llamar a la policía.

-Oh, vamos chicos, porque hacer esto, dejémoslo así, les invito un trago, se olvidan de que esto sucedió y todos felices, o pueden llamar a la policía, decirles que estoy aquí y en uno o dos días pueden aparecer muertos, díganme ¿Qué prefieren? –Decía sonriendo y guiñándoles un ojo.

Ambos cerraron los celulares y se los entregaron a la castaña que los esperaba con la mano estirada y con la otra acomodaba de nuevo sus gafas obscuras.

Regresó a aquel bar ahora acompañada por un par de tipos, y estos se sentaron en la barra.

-¿Te sirvo de lo siempre Elizabeth?

-No Frank, ahora no gracias, dale a los muchachos lo que pidan, yo invito. –Dijo ella mientras le entregaba un fajo de billetes de buen tamaño.

-Claro

-Nos vemos luego Frank

-Adiós Elizabeth

Una de las asesinas mas buscadas por el FBI se encontraba en Washington en busca del que seria su siguiente objetivo, McCann, Jason McCann.

Su antiguo colega Antonio Vega, el traficante de armas mas importante del continente Americano, había pagado un estimado de 50 millones de dólares en diamantes por la vida de Jason.

Ella aceptó.

Vega le entregó la mitad del acuerdo y a terminar su acuerdo le daría lo restante.

Diamantes De Sangre [Editando.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora