En la sangre - The killer

827 82 49
                                    

The Killer

El día estaba nublado, parecía a propósito y en parte me gustaba. No podía negar que el cielo oscureciéndose y gritando era mi melodía favorita. Los rayos se disparaban a todos lados y cerré los ojos, dejando que el sonido me traspasara hasta hacer vibrar mi vientre, la energía subiendo hacia mis manos en forma de violencia. Los abrí cuando el sonido del motor rugiendo me avisó que era mi hora. Mis pestañas aletearon lubricando mi mirada y antes de lo esperado estaba en el asiento de atrás de una camioneta negra y de buena gama. Mi codo apoyado en el borde de la ventana. Como si no estuviese a punto de matar a nadie.

Correcto.

—Tienes solo una hora. El jefe quiere un trabajo limpio.

Claro que sí. Podía hacerlo sin problemas. ¿Sus datos? Ya los tenía memorizados por completo, el tipo solo tenia un canario en el balcón. Sus hijos estaban estudiando en una universidad, por lo que habían alquilado un departamento a unas cuadras y por tanto estaban lejos de donde estaba mi blanco. Y la mujer, pues eran un matrimonio bastante deshecho. Si todo salía como debía ser -y así sería- ella debería estar con el amante y volver entrada la madrugada, con la excusa de haber salido con las amigas. No podía importarme menos su vida, pero al menos podía decir que a ese tipo ni sus hijos lo iban a extrañar, era una basura de humano.

—¿Estudiaste los planos? El edificio tiene cámaras.

El tipo me hablaba seco, tenía un tapa bocas negro y ligeras patas de gallo naciendo desde sus ojos. Podría estar entrando en sus cuarenta, aunque tal vez más con un debido cuidado de la salud. Dejé de mirarlo en el instante en que nuestras pupilas se encontraron. Miré distante el paisaje, callejuelas y suciedad, no entendía porque no iba por la calle principal, me exasperaba. Descubrí en ese instante que tenía muchas ganas de matar, más de las que debería. Tragué en seco y suspiré, encontrando otra vez el equilibrio que me estaba faltando. Mi mente jugándome una mala pasada como de costumbre.

Matar no era un trabajo para cualquiera, se necesitaba mucho control, las emociones, aunque fuesen con los deseos adecuados, estaban prohibidas.

—Sí, ya tengo eso cubierto. No tiene seguridad privada cuando está en la casa. El edificio es muy seguro. Por favor, déjeme hacer mi trabajo en paz. Le avisaré cuando tiene que pasarme a buscar. Y no se retrase, que eso nos haría perder el tiempo.

Por fin el auto se había detenido. No necesitaba todo ese cuentito que estaba armando. No podía recordar la primera vez que había visto un asesinato. Probablemente usaba pañales cuando pasó. Estaba lo suficientemente capacitado para hacer eso y bastante más. Preparé mi cara y manos en ese momento, con los lentes de contacto y la máscara cubriéndome, el film envolviendo mis manos por completo. La fachada estaba completa, pero no iba a usarla en absoluto o esperaba que no fuese necesario, pero cubrir los cuatro lados era mi especialidad. Los huecos no estaban permitidos en mi vida.

Las cámaras de los locales alrededor habían sido desactivadas hace unas horas y subir cinco pisos no era especialmente trabajoso para mi. Mi cuerpo era suficientemente ligero para poder cargarme a mí mismo y mecerme contra el viento resultaba mi mejor compañía.

No tardé más de quince minutos con las sogas y el sostén. Cuando llegué a la ventana puse los zapatos en un costado y entré. Ya habíamos corroborado que no las trababan, ilusos. Las gotas de agua cayeron y apreté los labios. Qué incordio la lluvia.

Luego me encargaría de eso.

Miré al rededor y todo estaba correcto. Me sacudí para que las gotas no me siguieran todo el camino y abrí los cajones de una mesa de luz, ahí debía estar el arma calibre veintidós que él se supone que tenía. Me iba a enojar bastante si no estaba, el tipo la había comprado en el mercado ilegal hacía menos de dos semanas.

The man from 4 walls [Wonkyun|Showhyung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora