Camila
Ella estaba loca de remate, pero... ¿A quién en sano juicio no le atraería un sexi chico rebelde muy cerca de la segunda década de edad, con ese estilo desaliñado y oscuro, ojos de deidad griega, y ese pelo negro que nunca se sabe en qué dirección va, pero ¡demonios! le lucía genial, su boca con sonrisa perfecta y una mirada que te derrite como si fueras chocolate en pleno verano? ¡Diablos! El problema era que el muy "desgraciado" no era un chico, sino una infeliz que está acabando con mi paciencia y mi escasa cordura: Jauregui, Lauren Jauregui.
¡Santos cielos! Algo debió haberse averiado en mi cabeza durante las últimas vacaciones, estaba casi segura que aquel golpe en el muelle justo cuando intentaba suicidarme al creer que era capaz de hacer un giro de trescientos sesenta grados cuando ya has superado la adolescencia y la actividad física solo te inspira holgazanería, ese episodio sin dudas ha de ser la raíz de toda esta pesadilla, es que yo, ¡yo! ¡Camila Cabello! yo una mujer que transpira heterosexualidad las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año, durante mis últimas diecinueve primaveras, ¿cuándo se ha visto que una rompecorazones como yo se fijara en un ser tan despreciable como Jauregui? Bueno todo ha de deberse al karma, es que no encuentro otra explicación...
Toda mi pesadilla empezó el mes pasado, en mis últimas vacaciones, muy cerca de la fecha en que había sucedido mi accidente en el muelle, ese que encuentro culpable de mi reciente gusto por un espécimen femenino. Mi familia y yo nos hemos mudado a aquí por caprichos de mi padre, él aún no se dispone a darnos una razón coherente por la cual nos ha sacado de Miami para traernos hasta Los Ángeles, mi hermana menor incluso se ha empezado a armar un montón de ideas descabelladas en la cabeza, yo he optado por ignorarle últimamente, la cuestión es que a ninguna de las dos la decisión de mudarnos nos cayó en gracia. Mi disgusto era que había dejado mi buena vida en Miami, las anormales de mis amigas, y recientemente dos chicos por los que aún no me decidía, por otro lado, las materias que había adelantado en mi programa universitario y ver semblantes familiares cada día. Pero desde la primera vez que vi sus fanales esmeraldas, supe que me aventuraría a algo nuevo y peligroso. Lauren, era latina, lo que traducía "fuego", estudiaba en mi misma universidad y como si fuera poco sospechosamente teníamos las mismas materias inscritas.
-¡Oye, Camila! – Escuché que una chica me llamaba, creo que ha estado tratando de capturar mi atención desde hace unos segundos, hasta que contó con suerte. – ¿Dónde dejaste tu buen índice de atención? – Bromeó una chica castaña de ojos marrones. Verónica era mi amiga de vacaciones desde que tenía unos quince años, sus abuelos son españoles, y sus padres hacen negocios con mi familia, a veces en el verano se le permitía quedarse en mi casa en Miami, es como mi ángel de la guarda, y me ha salvado ya de muchos líos, es una fortuna que vayamos a la misma universidad.
-Justo estaba pensando en...
-... ¿Algo que te roba el sueño?- Me interrumpió con una mirada de complicidad, yo me sonrojé por un instante.
-Algo como el proyecto para la próxima semana, ¿Te suena familiar, vaga? – Repliqué.
-Te conozco Camila, solo te sonrojas tan fácilmente por un chico, pero como últimamente estás tan misteriosa, ¿Por qué mejor no me sacas de dudas, y me confirmas que te andas viendo con James?
-¿James? – Pregunté confusa. - ¿Quién es ese? – Verónica me miró con asombro.
-Dime que me estás tomando del pelo, ese chico incluso antes de hablar se le nota que quiere algo contigo, ¡Por todos los cielos, Camila! Ha sido tan obvio que hasta la lenteja y nerd de mi hermana lo notaría, dime que estás pasando por un episodio de despersonalización. – La verdad, miraba una y otra vez a Verónica quien se veía alterada, pero no lograba recordar quién era el chico que ella mencionaba. – James, alto, fornido, ojos marrones, rubio, sonrisa sexi, ¿Ya?
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No quiero ser tu esposa (Camren)
FanfictionLauren pasó de ser su sueño a ser su pesadilla.