Dos veterinarios expertos y yo (Tane)

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Apolle mi cabeza en el montón de remeras que reposaban tranquilamente sobre mi cama. Es que mi vida podría haber sido mas complicada. Me estaba llendo bien con la tia Marga, los años que pase con ella fueron mucho mejores que el tiempo vivido en manos de otras personas antes de llegar a sus brazos. Etre los muchos hogares de acogida y  otros parientes que no terminaban de convencerse de si aceptar conservarme y encargarse de mi hasta que llegara a ser mayor de edad.

Uno de los tutores con los que viví, el señor Wilson y su familia, era un hombre que había enviudado bastante joven. El sueño que tenian el y su mujer era tener seis hijos y criarlos en una enorme casa de campo, con animales y cultivos de olivos, los cuales sus hijos al tener edad para levantar un valde lleno de agua ayudarian a mantener y cosechar. Era un sueño bastante infantil querían tener tres muchachos y tres muchachas pero despues de el tercer hijo la mujer volvió a quedar embarazada y falleció en el parto junto con el bebé, dejando a su marido con dos niñas y un niño a quienes cuidar. Alan Wilson era una de las personas mas amables del mundo pese a su sufrimiento, cuidaba a sus hijos con mucho amor y paciencia, trabajaba como veterinario local de la ante pequeña ciudad en la que vivian. Si, exacto, un veterinario... Primero quería ir a vivir con su amante a una casa de campo y tener seis hijos, pero eso no funcionó, así que se fue por su segundo sueño de la infancia, ser veterinario.

La razón por la cual no había podido conservarme fue su situación económica. Haber salvado la vida a tantos animales no le trajó tanta fortuna como el esperaba y no creía poder mantener a otro muchacho. Pero las veces que estuve en su consultorio aprendí muchas cosas del gran doctor de los perros...

¿Quien no ha querido ser veterinario en algún momento de su niñez? Ja, yo adoraba jugar con los perros y gatos de la calle junto con mi hermana. Cuando mi padre se ponía borracho, teniamos que escapar de sus asotes saliendo por la ventana del baño a un callejon lleno de basura, cuando no nos estaba persiguiendo el alcohólico Nati revisaba estos desperdicios en busca de algo útil. De vez en cuando encontraba juguetes maltrechos para mi o pedazos de tela y otras cosas que metía en su bolso para luego seguir camino por el callejón.

Al final de esta callejuela de ripio había una reja con alambres de pua en la parte superior y un agujero por el cual nadie podía pasar salvo animales ya que era muy pequeño, lo usabamos para despistar a nuestro agresivo padre. Eramos mas rapidos que el así que llegabamos antes y subiamos por una enredadera a un pequeño poste con un farol y desde allí Nati saltaba para agarrarse de la rama de un pequeño roble luego me decía cuando saltar y me atrapaba para que no me estampara cotra el suelo y desde este roble pasabamos la reja para caer sobre un colchón que pusimos en amortiguación de la caida logrando que no fuera tan doloroso cuando yo saltara ya que mi hermana sabía caer de pie, pero yo no.

Luego de esto mi papá se aparecia y al ovservar el agujero y a nosotros del otro lado de la reja asumía que habiamos pasado por allí y se lansaba al suelo intentando pasar y gritando cosas como que nos iba a matar cuando nos atrapara, esto resultaba bastante cómico, como si de una caricatura se tratase. Pero a mi hermana y a mi nos dejaba con bastante miedo porque muchas veces cumplía con sus amenazas.

Al dejar a mi padre atrás caminabamos por el descampado hasta llegar a una construcción abandonada donde habiamos instalado nuestro refugio. Era una casa de dos plantas, aislada en un pequeño bosque de pinos, que se dividía del descampado con un pequeño arrollo de agua cristalina. La vivienda nunca había sido terminada y los dueños no parecian planear hacerlo. El lugar tenía un aspecto bastante espeluznante que te helaba la sangre (Bueno antes de que te acostumbraras) a mi y a Talía nos resultaba acogedor y nos hacía sentir fuera de peligro. Por cierto, mi hermna se llama Natalía, no Natalia ni Nataly así que a veces le decía Nati y otras Talía. No es información demaciado importante pero era necesario decirlo para que sepan que me refiero a la misma persona.

En cuanto llegabamos a la casa cruzando el bosque de pinos era cuando el bolso mágico de Talía entraba en acción, no se, en que momento metía todo eso en un morral tan pequeño. Nos sentamos en un rincón y de el comenzó a sacar botellas de agua, un abrigo extra para cada uno, una manta, una caja de crayones de cera, su libreta, algunas latas vacias, telas rotas una pequeña almoada un CD con música pop y las tres raciones de comida, una para mí una para ella y una para el cajón de provisiones, queríamos llenarlo por si algún dia nos escapabamos permanentemente. La mayor parte de la comida era robada pero Nati nunca me lo decía.

  La siguiente cosa que sacó del bolso fue un pequeño gato café con ojos de distinto color, era solo un cachorro pero tenía heridas en las patas y estómago además de un pelon en la cola. Seguramente lo había recogido del basurero. Talía me dijo que agarrara al gato fuertemente y no lo soltara por nada, después, tomó un palo del suelo, algunas de las telas rotas, una botella de alchol, hilo y aguja, agua y un trapo y por último una crema especial para el dolor que le habia robado a mamá. Con todos los materiales comenzó la cirujia. Pusimos al gato sobre una toalla y ella limpio sus heridas con el trapo y el agua y desinfecto con alchol todas sus herramientas además de la zona lastimada del pobre gato que maullaba de dolor. Cada llanto me penetraba y hacía que todo mi cuerpo pidiera a gritos abrazar al gato y correr lejos pero yo sabia que eso iba a ser peor por mas dolor que sintiese yo por el triste cachorro. La cara de mi hermana era una mezcla de angustia, dolor y placer... Esto último me incomodo un poco, pero sostuve al animal lo mejor que pude ya que este usaba toda la poca fuerza que tenía para clavar sus uñas en mi piel y agitar sus patas.

Pude ver como Talía atravesaba la piel del minino en la parte superior de su adorable pancita con la aguja, para dar la puntada final y cerrar la herida. Al terminar con esa parte que era la mas lastimada, le untó la crema para luego ponerle el vendaje a aquel pequeño felino, esto pareció calmarle un poco, lo que nos dejo mas sencilla la tarea de entablillarle la pierna, usando la ramita. 

Luego de sufrir tanto, el gato obtuvo una buena recompensa, porque le dimos parte de la comida que trajó Nati, además de un tazón de la leche que teniamos guardada. Igualmente lo mimamos mucho con caricias y un lugar comodo para recostarse. Mientras comiamos junto al recién operado decidi preguntar a Talía sobre sus habilidades con los animales (no era la primera vez que curaba a uno).

- Amarga me trajó muchos libros, inclullendo algunos de anatomia y primeros auxilios.- Eso fue lo que me contestó sin ninguna otra explicación.
En su momento no entendí mas que la palabra "libros" de toda la oración, pero era suficiente para mi saber que lo había leído. Muchos años después me enteré de que Talía había conocido a tía marga y que "Amarga" era su apodo y tambien de lo que significaba antomía y primeros auxilios. Supongo que eso la convirtió en una veterinara casi tan habilidosa como Alan Wilsón. Pero yo tenía una sola cosa que coser, la valija que había rasgado al intentar meter toda mi ropa.

N/T: ¿Quien a querido ser veterinario/a?
        Escribí este capítulo muy apurada, informrn errores de ortografía por favor.

Entre tres historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora