Nadie es capáz de comprender cuanto sufría al tener que irme lejos de mi tía. Sobre todo estando en el úmbral de la puerta, antes de salir de aquella casa donde había pasado la mejor parte de mi vida. A cada paso que daba por el camino de tierra hasta el límite de propiedad, sentía que un pedazo de mí quedaba pegado en el suelo como un chicle masticado.
Una vez en la tranquera al final del patio, mis ojos se encontraron con los de Marga, dí un paso y la encerré entre mis brazos. Luego de estar así unos segundos sin ninguna palabra salté la tranquera de madera mohosa para llegar al taxi que aguardaba en esa angosta calle de tierra la cual llevaba a la autopista, Marga y yo viviamos en el campo cerca de las montañas pero debía ir a la ciudad para ver a mi mamá. Una vez dentro del auto mire esa vieja casa sin saber que sería la última vez, y a mi tía parada allí mirandome con ojos tristes.
De todas maneras el viaje no resultó tan desagradable miraba por la ventana y a medida que avanzaba los pensamientos se iban y venian a mi cabeza, no estaba seguro de que iba a decirle a mi madre entre todo lo que me había ocurrido en los últimos años, supuestamente ella era una adicta recuperada pero yo no creía eso después de todo una de las pocas cosas en común que tenía con mi padre era su gusto por el alchol y las drogas. Es decir... Al principio cuando se conocieron era solo un gusto era como un placer de vez en cuando y ayudaba a mantenerlos unidos (yo nunca he conocido a una pareja tan horrible) por lo tanto cuando empezaron a pelear más comenzaron a beber y a intoxicarse mas seguido y cuando digo "intoxicarse" de verdad se pasaban, había noches que terminaban tirados en el suelo o llegaban a combulsionar y no mejorar en días, días en que ovbiamente mi hermana y yo debiamos cuidarlos. Eran una verdadera pareja "tóxica". En esos momentos en los que nosotros debiamos evitar la muerte de nuestros tutores legales (solo dios sabe porque lo eran) mi hermana había sugerido varias veces escapar, pero yo siendo tan pequeño e inocente no quería dejar a mis padres y ella tan amorosa no quería dejarme a mí. ¿Pero y ahora? Estaba dejando a marga lo mejor que me quedaba en este horrible mundo.
Apoyé mi cabeza contra mis brazos no quería que el chofer me viera llorar, me daba algo de vergüenza aunque no debería avergonzarme, es natural llorar cuando te ocurren cosas malas.
El taxi se detuvo en el borde de una gran avenida, decenas de edificios se cernían imponentes por todos lados, hacía bastante tiempo que no estaba en la ciudad pero no estaba feliz no quería estar allí me sentía muy extraño solo quería correr a los brazos de mi tía pero esto lo tenía que enfrentar, no tenía opción.
- Eh chico! Estás bien?...- El taxista me sacó de mi nube de pensamientos.
- Eh si, si... claro - Le entregué la cantidad que me pidió para pagar el viaje, dos horas se me habían pasado volando.Al bajar del auto y cerrar la puerta, lo primero que llegó a mí fue el ruido, que dentro del vehículo no se sentía tan fuertemente pero el claxon de los autos y las voces de toda la gente en la calle era muy difícil de ignorar estando fuera. Luego como una ola, llegaron a mi nariz los olores horribles de la contaminación de los carros, el agua podrida de las calles y la peste de los contenedores de basura repletos por todos lados, eso mezclado con el delicioso aroma de los restaurantes del lugar y de la comida de los vendedores ambulantes, como manzana acaramelada, maní con chocolate, maní acaramelado, pastelitos dulces y mas cosas por el estilo.
Eso hizo que mi estómago recordara de repente que era la hora del almuerzo y que yo no había desayunado. Corrí para alcanzar a un vendedor que había pasado a mí lado hace unos segundos.
- Hola señor, podría darme uno de esos sandwiches de atún y un pastelito con chocolate por favor. -Le dije con una pequeña sonrisa sincera ya que comer esos pastelitos me ponía feliz.
- Claro chico, son veinti...-Levanto su mirada para encontrarse con la mía y se quedo callado.
- ¿Estás bien muchacho?- Mi pequeña sonrisa había desaparecido de mi cara como si algo como eso nunca pudiera haber estado en ella, había palidecido, mis ojos miraban un punto fijo por encima del hombro del señor y mis ojeras de siempre seguro no ayudaban a que me viera mejor.Detrás del hombre robusto y amigable había una mujer con el pelo rubio y rizado vestía con una falda negra hasta las rodillas, una remera roja y altos tacones negros. Sus azules ojos miraban a la chica que caminaba con ella, esta última tenía el pelo castaño desarreglado con ondulaciones divertidas y unos ojos grises, no era la chica mas linda del mundo pero había algo en sus profundos ojos que me llamaba por y me daba algo de miedo aunque su sonrisa dulce me hacía sentir mejor, ella tenía unos jeans una remera negra como sus zapatillas planas y una camisa a cuadros.
La chica me ovservaba divertida pero a la vez triste. La rubia parecio darse cuenta que su acompañante no le estaba prestando mucha atención así que siguió su mirada hasta dar conmigo. Dió un paso en seco hacia adelante casi tropezando y mis ojos se llenaron de lagrimas.
-¿Mamá? -
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Entre tres historias
Teen FictionTres historias, tres personas y tres sucesos que desearian desacer. Las tragedias que ocurren en la vida de los personajes y los días anteriores a estas, son redactados aquí logrando un libro que despertara lo más profundo en tu interior. Esta nove...