CAPITULO 5

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Mientras ascendíamos hacia el santuario de Aire, le pregunté a Agua si nos acompañaría donde Fuego.

–No lo creo amiguito, sabes que con Fuego no me llevo de maravilla, desde el principio no nos hemos llevado bien, es muy...irritante para mí – Me dijo con un toque de preocupación, yo sabía que entre ellos había una rivalidad, pero si lograba que al menos hicieran las paces por un tiempo, ya era un gran logro.

–Pero...Ya ha pasado tanto tiempo desde que eso malo entre ustedes pasó, ¿no? ¿Y si ya se le olvidó?

–Eres muy inocente, pequeñín; Fuego no olvida, incluso de los cuatro, él es el más terco, se irrita por todo y casi siempre se aísla en su volcán, es tan terco que hasta le gana a Aire, y eso si es un mérito – Lo dijo con una ligera sonrisa en su rostro mientras miraba a Aire.

Aire no le respondió, en su rostro se veía un dejo de preocupación mientras ascendíamos sobre las nubes; luego de unos minutos mirando su rostro, me miró de vuelta y aparentó estar alegre, cambiando de expresión. Luego de unos minutos de vuelo, Aire se detiene lentamente, me mira y me dice:

–Thomas, mi protegido, tengo el grato honor de poder presentarte una de mis mayores creaciones, ya que todos los elementos tienen un lugar al menos físico en donde habitar, luego de mucho tiempo y esfuerzo he podido lograr construir mi propio santuario aquí, entre las nubes; cuando los humanos de los que con Agua te hablamos robaron mi esencia, yo no tenía sitio en donde habitar y Tierra me apartó un espacio entre su isla donde me cobijé por milenios, pero luego de ese terrible accidente decidí construir mi santuario en donde ningún humano podría llegar, así al menos nunca conseguirían los cuatro elementos y la Piedra Elemental no sería hecha... – Mientras daba este discurso, miré donde estaba Agua y le hacía burla aparentando dormitar mientras decía:

–Aburriiiiido...Vientecillo, ya deja de aparentar ser el salvador de todo el mundo, y muéstranos tu graaaan y ostentosa creación, si sabemos que cuando robaron tu esencia, tú estabas de vagabundo durmiendo en un rincón de la isla de Tierra JA JA – Le gritó mientras Aire estaba concentrado dictando su discurso; Aire lo miró con una cara rabiosa pero sonrojado, se le veían los pómulos del rostro un tanto más oscuros, y le gritó:

– ¡No estuve de vagabundo en la isla de Tierra! Ella me recibió con los brazos abiertos cuando no tenía en donde dormir... ¡Ya que TÚ no quisiste darme alojamiento y cuando fui con Fuego, me recibió con un cálido abrazo... ¡DE LAVA!

–Hey Aire, tranquilo amigo, ¿No ves que hay niños en frente? – Repuso Agua con su tono burlesco, pero un poco serio a la vez

–Lo siento, Thomas...No quise actuar así, son recuerdos de mi pasado que hacen liberar un poquito de mi rabia acumulada por milenios de bromas de mis queridos amigos – Agregó de un tono sarcástico – Pero ahora olvidemos este mal momento y te presentaré mi gran creación, mi humilde santuario...– Aire con un gesto de su mano hizo que dos cortinas de nubes se deslizaran hacia los lados, dejando ver así algo realmente impresionante...¡¡Era una fortaleza en el aire!! Murallas hechas de aparente nube, pero que al tocarlas eran duras como una piedra, Aire me llevó hacia la parte más alta para que viera lo gigante de su 'humilde santuario' como así lo llamó; Era igual a esas fortalezas que veía en las películas, con una fortificación de estos muros en forma cuadrada y dentro de ella un gigantesco castillo, con sus torres y ventanas gigantescas; Aire pudo ver mi asombro y me preguntó con una sonrisa de oreja a oreja:

–Chico, ¿Quieres entrar a echar un vistazo? – Respondí afirmando con la cabeza, no podía hablar del asombro que sentía al ver algo tan imponente y tan bien escondido a nuestra vista; mientras pensaba en ello, Aire me hizo descender rápidamente y pude entrar al castillo; era aún más gigante por dentro que como se veía por fuera, lleno de columnas con diseños especiales, cada cual con un diseño distinto, escaleras que ascendían interminables hacia las torres principales, en donde se obtenía una vista preciosa hacia la misma isla de Tierra, llena de su característico verdor.

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