Todas mis noches espaciales
bañadas con el color plata de la luna,
hicieron de mí un proceso
basado en amor y desprecio.Todo se sentía al revés,
la salsa de tomate, té y aguacate.
Para unos ojos verdes,
era simple servir sin pedir,
pero para los míos,
eran grandes aullidos.Aullidos que salían
de mi alma desnuda,
impura y sin sensura que estaba llena
de amargura.Por que estaba al revés,
pero dije; No soy un siete,
tampoco un ocho,
yo soy un uno
y tengo un valor único
como ninguno.Como ninguno que exista en esta tierra
que aflore a la vida misma.
Mi última primera vez
fue conmigo misma,
decidí darme otra oportunidad,
para enamorarme
y susurrarme palabras
de amor al oido.De la vida imaginaria desperté
y observé que no hay un príncipe azul
en la vida cierta,
lloré, pensé y al final en esto acerté;
Más yo decidí colocarme la armadura
y pelear por mí.Tanto que caí,
pero ahora estoy aquí,
por mí y por mi amor incondicional,
por que no habrá nadie mejor a quién darle una segunda oportunidad.Me dedicaré a sentirme bien
conmigo misma,
ya que es con quién yo pasaré
el resto de la vida misma.