12.Descubrimientos. Parte II

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09:48 PM


Abrí mis ojos sintiéndome incómoda, sintiendo que alguien había estado viéndome toda la noche.

Vi algo borrosa la silueta de un joven parado en la puerta que conduce al balcón de mi habitación. Estrujé mis ojos y pude ver claramente de quién se trataba.

No podía ser otro que Zayn Beckett.

Me incorporé recostando mi espalda sobre el espaldar de la cama. Lo miré extrañada, pero él no quitaba su mirada fija y fulminante de mí.

—¿Cuándo ibas a decirme que soy parte de tu lista? —su fría y seca voz sonó desde donde estaba.

Me inmuté disimuladamente al darme cuenta de que en sus manos tenía mi libreta de notas.

—¿Qué? —pregunté pareciendo confundida.

—Mi nombre —repitió— Está en tu lista de sospechosos asesinos.

—Ah... —quise disimular los nervios— ¡No te lo dije porque no estaba segura de si eso era cierto! —me excusé.

—¡No pongas excusas, Lily! —riñó molesto— No soy bobo como para no darme cuenta de que no ibas a contarme de eso nunca. Me mentiste en la cara. No debí confiar en ti.

—¡Es sólo una tonta lista! Escribí tu nombre allí apenas me enteré de lo que sucedió con... —miré hacia abajo sin completar la frase. No quiero siquiera verlo— Escúchame Zayn. No creo que deberías molestarte por eso. Si enserio no eres culpable, no deberías enfadarte.

Lo miré, pero el estar molesto no le permitió levantar la mirada y situarla en mí.

—No eres culpable, ¿cierto? —le interrogué fijando mi vista en él.

Sin embargo, se mantuvo en silencio, mientras colocaba sus dedos índice y pulgar en forma de L sobre su barbilla.

—¡Lo sabía! —me dije en voz alta.

—¡No sabes nada! —refutó.

—¡Eres culpable!

Me asombré.

—Así que allí está la confianza ¿no? —soltó dejándome atónita— Me dices que confíe en ti sin que tú lo hagas. Eres... ¡Arg!

Se volteó y golpeó la pared de mi habitación.

—Dilo de una vez —le pedí decidida a escucharlo.

—Eres igual a Reese —no me miró.

¡Vaya! ¡Eso si fue un insulto!

—¿A esto viniste a mi casa, a las 10 de la noche, arriesgando tu vida sólo para ofenderme? —continuó de espalda— En este preciso momento el asesino de tu hermano podría ir tras de ti, y destruir tu vida.

—No creo que nadie pueda destruirla más de lo que está —contradijo.

Me quedé observándolo por un momento, analizando sus palabras.

Se volteó nuevamente a verme.

—¿Por qué dijiste eso?

—¿Eso qué? —pregunté aún más confundida.

—Lo último. ¿Crees que alguien además de mí haya matado a mi hermano? ¿Crees que fueron Reese y Peter?

—No lo creo. Estoy segura —confesé levantándome— Ya no creo que seas tú el culpable, de hecho, dejé de creerlo hace mucho.

Me acerqué, y tomando la lista de entre sus manos, situé mi mirada sobre él.

—¿Qué haces? —preguntó esta vez mirándome.

—Observa —le pedí.

En una mano llevaba mi libreta, y en la otra un encendedor, el cual había estado en mi habitación desde esta mañana sin ninguna explicación. Le mostré a Zayn lo que tenía en ambas manos y me conducía hasta el balcón seguida de él.

Me apoyé del barandal y observé la llama que salía del encendedor, procedí a quemarla totalmente delante de los ojos de este, y la arrojé hacia abajo, arriesgándome a que papá me viera.

Zayn me vio a la cara y yo le sonreí.

—¿Qué tal? —dije.

Separé mis brazos y luego los junté un poco más a mi cuerpo.

—Te juzgué mal, no eres como Reese —admitió él.

—Acepto tu disculpa —le regalé una sonrisa.

Juntos nos acercamos más al barandal y vimos desde arriba, la gran llama que consumía de forma completa aquella libreta, y con ella sólo tres sospechosos, de los cuales dos realmente tenían motivo para serlo.

Me centré en la expresión de su rostro, sus ojos reflejaban claramente el fuego que contemplaba, pero su expresión facial estaba intacta, sin movimiento alguno y con mucha seriedad.

Notó que me fijaba en él y preguntó:

—¿Qué? ¿Tengo la cara de estúpido?

—No —reí y el mostró una sonrisa algo forzada– Pensaba en que yo también debo pedirte disculpas, no quise ofenderte.

—Estás disculpada, Jones —declaró.

—Te lo agradezco... —digo— Agradezco que me disculpes, sinceramente pensé que no lo harías.

—Todos me ven diferente —se centró en mi rostro— Piensan que no soy normal, que soy un chico que no controla muy bien su genio.

—¿Y lo eres? —pregunté de repente.

Apoyó sus manos fuertemente en el barandal.

El silencio poco a poco llenó el área por unos segundos, más no dudé en romperlo.

—Cuando te vi, pensé que eras odioso y amargado —le conté— Pero he ido aprendiendo que, no importa como sea tu apariencia, por dentro, quizás tengas motivos para ser así. También he aprendido esta semana, a tolerar, a cualquier persona.

—Me ven diferente, la verdad no me interesa —se expresó— Pero quiero que sepas, que lo que hay dentro de mí, no es nada bueno. Soy una mala influencia para ti, para muchos. Ni siquiera pertenezco al mismo mundo que tú, ni al de los demás.

—Es una idea errónea —contradije sus palabras— No hay nada malo dentro de nadie, no es algo que nace, o nació únicamente en ti. No eres una mala influencia para mí, y si lo eres, soy yo quien decido estar cerca de ti —coloqué mi mano sobre la suya y susurré:—Perteneces a este mundo igual que yo, igual que todos.

Me arrojé a sus brazos y lo besé sin siquiera esperar eso de mí, sin darme cuenta, lo estaba haciendo.

Paseé mi mano por su cabello mientras él correspondía aquel beso con una sonrisa notable. Sentía nuevamente sus labios, sus manos posándose sobre mi cintura, sentía que ya estaba enloqueciendo perdidamente.

Nunca antes había sentido eso, esa sensación que recorre la mente y el cuerpo tan sólo por un simple beso. Esa sensación parece enloquecer cada uno de mis sentidos, haciéndome perder la cabeza; sentir sus labios junto a los míos me hace presenciar una serie de sucesos que ya antes habían sucedido en mí, desde la primera vez que me besó.

Mis manos temblaron un poco.

Los nervios intentaron apoderarse de mí.

Pero extrañamente dejó de sucederme, fue algo efímero, un suceso de poca duración.

Empezaba a acostumbrarme a sus besos, aunque cada uno de ellos era diferente. Sí, me gustaba, él me gustaba, y por fin comenzaba a darme cuenta de ello.

Indiferente © [EDITANDO] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora