Capítulo 1: Ecos del pasado

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Parte 7

"Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando. Y a la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse. ¡Nunca más!

-. El cuervo – Edgar Allan Poe.

Me encontraba corriendo en una dirección desconocida, cuando de repente la veo, allí estaba ella al borde del vacío - ¡Elizabeth!...-. Grité. Ella solo me dedico una sonrisa llena de tristeza, para posteriormente saltar. Corro en su dirección, pero no logro avanzar veo como su cuerpo caer con gran rapidez, para finalmente chocar contra el suelo y así dejando en mi mente una escena que jamás podré olvidar. Mi interior siempre me recordara que no la pude salvar y mi cerebro procesará la muerte de ella como un constante recuerdo de mi debilidad, de mi inutilidad, de mi fracaso al saber que no fui capaz de evitar que Elizabeth, la que alguna vez su mirada reflejo un sentimiento de esperanza, hubiese hoy acabado con su vida.

Las semanas pasaron y yo permanecía en una precaria situación, la cual no era muy diferente a como había pasado los últimos meses de mi vida; aislado, encerrado en mi depresión y lejos de cualquier estimulo del exterior.

La profunda oscuridad rodea mi cuerpo, tengo frío, mucho frío; comienzo a en una dirección desconocida, un fuerte dolor suprime mi pecho, algo anda mal. Me detengo en seco al observar que frente a mi yace una mujer con una larga cabellera castaña; usaba un largo vestido blanco; su tez era muy pálida, como la de un cuerpo sin vida; ella se encuentra de espaldas.

-. No pudiste salvarla.- Dijo con mucha fuerza una voz grave.

Aquella mujer se levanta rápidamente y comienza a correr, yo voy tras de ella, la sigo hasta que aparentemente pierdo el rastro.

- ¿Dónde está? -. Me pregunto agitado
-.No la salvaste.- Resonaba aquella voz grave en los confines de la oscuridad.

Logro ver que aquella mujer se encuentra en lo que parece ser un acantilado, esta se va acercando lentamente al borde.

- ¡Detente! -. Grité.
Ella solo voltea hacia mí y dice.- Eres un inútil, no pudiste evitar mi muerte, no fuiste capaz de salvarme, ni a mí, ni a nadie.- Terminó de decir esas palabras, para después saltar hacia su muerte.
- ¡Elizabeth no! -. Grité, pero ya era muy tarde, no fui capaz de ayudarla.
-. Eres un inútil, no vales nada.- Aquellas voces comenzaban a resonar en mi cabeza.- Bueno para nada, no eres capaz de nada, no pudiste ayudarla, ni a ella, ni a tu...
- ¡BASTA!-. Grité.- Por favor, basta-. Dije ahora en una súplica, estaba llorando, no quería recordar ya nada, quería olvidar todo esto.
-. Nunca nos detendremos, somos tu dolor, la imagen de tu fracaso, no abandonaremos tu mente; te recordaremos todos tus errores y por siempre te mostraremos aquello que te causa tanto miedo, tanto sufrimiento, ese accidente que tanto te esfuerzas en olvidar.- Decían aquellas múltiples voces.
-. No más por favor.- Rogaba mientras apretaba mis ojos y tapaba mis oídos.
~ Sonido de fallo de frenos de un auto~
- ¡BASTA!

Desperté agitado; mi cabeza daba vueltas, mi pecho subía y bajaba rápidamente, mis ojos comenzaron a cristalizarse, no podía retener las lágrimas, lo necesitaba, ocupaba desahogar todo lo que mi alma cargaba.

...

Me levanto de mala gana de mi cama, estaba devastado, no había podido hacer nada para ayudar a Elizabeth eso era algo que me carcomía por dentro, no fui capaz de hacer algo por ella.

Al salir de mi habitación me dirijo a la pequeña cocina con la que mi apartamento contaba, estaba sediento, pero antes de entrar a la misma veo algo que toma mi atención, era un sobre que se encontraba sobre el piso, frente mi puerta, parecía tratarse de una carta, pero ¿de quién? Han pasado meses desde que alguien me ha enviado una carta, además que no muchos saben dónde vivo.

Me acerco rápidamente a la carta y la tomo en mis manos, reviso si contiene una firma o algo que identifique quien la envió, pero mi sorpresa es grande al ver que no tenía nada escrito en el sobre, ni mucho menos una estampilla; decidí abrirla y leer su contenido.



Autor Desconocido (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora