Capitulo 3: Retomando el presente

31 6 0
                                    


Parte 7

"Hay algo terapéutico en llorar con todas las ganas, hay cierta paz que invade luego de llorar tanto"

-.Raquel Mendoza.

Los días pasaban y con ellos poco a poco forjaba lazos amistosos más fuertes con Alicia y Arturo, incluso hable con Carolina ella estaba muy sorprendida al verme, hubieron algunas lágrimas de nostalgia al recordar los viejos tiempos. Ella y Arturo me presentaron al resto del grupo, debo admitir que estaba muy nervioso, sobre todo cuando me presento a su novio, Gabriel, parecía un tipo muy intimidante pero en realidad era alguien muy amable.

Mi vida estaba tomando otro rumbo y por primera vez en muchos años no me sentía solo en el mundo, que habían personas buenas que valía la pena conocer y que podía ser realmente aceptado.

-. ¿Crees que les agradas? Ellos solo fingen quererte, ellos solo están esperando el momento idóneo para herirte, así ha sido siempre ¿por qué sería diferente ahora? – una voz interior que ya conocía muy bien hablaba en mi mente.

-. Quizá tenga razón – me cuestionaba – Las personas que entran a mi vida solo dejan una gran herida y aunque no lo hagan ahora, puede que lo hagan después.

-. ¿Quieres que te lo recuerde, quiere recordar cómo se siente que alguien te rompa todos tus adentros, que te haga caer, que te aplaste y te humille, que haga tu existencia tan insignificante que hasta una hormiga tendría más relevancia que tú? No tienes, no tuviste y no tendrás jamás a nadie.

Pensamientos y recuerdos invaden cada espacio de mi mente, quiero gritar, siento que el aire me falta, me visión se nubla, mi corazón se acelera... -no quiero esto, no quiero esta desesperación, este dolor, por favor que alguien lo detenga.- suplicaba en silencio, suplicas que nadie jamás oiría, que nadie jamás oyó.

Una idea atravesó mi mente de repente o quizá era más un recuerdo, la sensación de libertad que dejo en mí plasmar todo esto que siento, pero... no tengo el valor de moverme, no puedo caminar, no puedo avanzar... soy realmente deprimente, solo hay una cosa que puedo hacer para ayudarme a mí mismo y no soy capaz de hacerlo, no soy capaz de salvarme a mí mismo, no soy capaz de salvar a nadie.

Lagrima tras lagrima comenzaron a caer, lagrimas que quemaban y ardían, lagrimas que encerraban dolor puro de una alma aterrada por su propia mente, de una alma que se cuestionaba el porqué, la razón, cuál era el propósito de quebrarse en los momentos más inesperados e innecesarios.

-. Sé que soy mejor que este sentimiento, que esto que me corrompe, pero o puedo detenerlo es muy fuerte, muy intenso... no puedo con esto solo, no soy tan fuerte.- me decía a mí mismo.

Los sollozos llenaban la habitación, las lágrimas salían sin cesar, suplicas de ayuda en cada una, gritos apagados, algo que se rompía y un corazón que en medio de caos se movió y plasmo en palabras su dolor.

Has sentido esa opresión, has sentido ese nudo en el pecho, esa desesperación que sientes que te consume, que te inmoviliza, que te daña y enferma, ese sentimiento que te ahoga tan profundo que sientes que ir más abajo es imposible y que solo la muerte podría sobrepasar ese nivel.

Te has sentido inmerso en ese mundo de penumbras donde tus pensamientos son tan corrosivos que solo el ácido podría compararse con el nivel de toxicidad que estos engloban.

Ese dolor, esa amargura que llega en momentos y suele desaparecer en otros, una enfermedad que te visita en diversas ocasiones sin razones, y que puede quedarse por horas, por días, semanas, meses, incluso años; siempre llega sin avisar, una visita que no quieres de verdad.

Has vivido en carne propia la desesperación irracional de algo que quizá nunca pueda pasar, ese veneno infernal que corre por todo tu ser y que daña todo dentro de ti; eso que te mata y no lo puedes detener, eso que te destruye y que por más que trates de luchar no se detiene, ni por un segundo... solo avanza y tú no haces más que esperar que ese sentimiento pare, solo esperas que ese dolor se vaya y te encierras dentro de ti, porque de verdad no quieres dañar a alguien más, no quieres que esa tristeza, que ese dolor, que ese veneno toque y lastime a alguien que amas...

Sí, yo también me he sentido de esa manera, yo también he tenido miedo hasta de respirar, de dar un paso y salir a un mundo donde hay una amplia variedad de escenarios donde todo puede salir mal, donde el mundo puede encontrar una manera de ver a través de tu debilidad y tirarte al suelo una vez más. Y te duele en verdad, sientes enojo, rabia, una furia infernal y maldices tu destino, maldices la vida misma por llenarte de ese sentimiento tan maligno, pierdes el control, quieres gritar, correr, llorar, estás a punto de comerte una locura al borde del abismo de lo irracional y lo ilógico, gritas al mundo preguntando porqué...

Te tiras al suelo y respirar profundamente una vez, otra vez y una vez más, sientes que el aire se te va a acabar y que en cada suspiro quieres que el mal su salida logre encontrar... comienzas a llorar mirando a algún lugar perdido y te piensas en tu vida, en tu pasado, en tu presente y futuro; piensas en todo lo que has hecho mal, en tus errores y derrotas... ese sentimiento de impotencia te consume y te empiezas a hundir una vez más. Luego miras a tu alrededor y comienzas a pensar sobre cómo llegaste a esa situación, cuestionas hasta lo incuestionable y te empiezas a contradecir... al final decides ponerte de pie, con mucha nostalgia recuerdas lo bueno, por lo que luchas, por lo que sonríes; piensas en todo lo que es bueno en tu vida y una lágrima más recorre tu rostro y te dices, no me lo merezco, es muy bueno para mí....

Y así transcurren los días, vives sin vivir, sin disfrutar y eso que al principio solo era un sentimiento ahora es tu realidad.

Así en medio de aquella habitación desordenada lloraba sin parar, pero sé que al final esas lágrimas también me ayudan a sanar.

Autor Desconocido (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora