Castillo de Naipes

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Nuevamente se encontraba caminando solo, prefería eso a mostrarse a sus amigos con su reciente máscara rota.

Se sentía como si su moral y fuerza fueran protegidos por un castillo de naipes, a la mínima sensación se derrumbaría y sería consumido por su propio poder y locura. Seguramente se convertiría en un hollow, después de todo al tener esa parte era posible.

Y el sabía que si eso pasaba, estaría solo. Nada de Aizen, nada de sociedad de almas. Sabía que en lo profundo de su corazón y alma, el deseaba ser el Rey. Asi como su antiguo rival Grimmjow jegearquez.

Miro el atardecer que se ocultaba en el horizonte, sentado en el pasto a lado del río que cruzaba su ciudad, solo y relajado, o eso aparentaba.

Aún tenía vendas cubriendo sus brazos, le ardía algo más que sus antebrazos. Se sentía atragantado en un mar de emociones desoladas y huecas, con miedo a si mismo, a su corazón.

En un momento más común, el simple chocolate y un poco de música lo habría relajado y hecho "sonreir" de nuevo. Claramente el no sonreia mucho normalmente.

Un aire cálido chocó suavemente con su cara y masajeó suavemente su cabello naranja, haciendolo suspirar por el disfrute. Se levantó y merodeó por las orillas, recordando como lo hacía de niño buscando a su madre.

Ya no podía confíar en si mismo, le dolía su pecho, sus piernas titubeaban y doblegaban. Sus instintos, sus malditos instintos estaban tomando el control, su hollow se rendía ante ello al igual que "zangetsu".

Soltó un y mil maldiciones cuando se derrumbó en el suelo. El castillo de naipes, apenas podía respirar y el límite de su cuerpo había pasado, tiempo sin comer ni dormir le habían hecho mal. Seguía siendo un humano de 15 años.

El tiempo que se le dió para estar encadenado se acabó, el no deseaba ser el. O al menos se convencía de eso, su mente le engañaba siempre.

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