EPÍLOGO

940 209 34
                                    

Los pájaros cantaban alegremente dando luz y calor a la mañana. Las blancas sábanas se pegaban a mi semidesnudo cuerpo debido al sudor. Un pequeño rayo de luz entraba por la ventana levemente entrecerrada indicando que un nuevo día había empezado. A mi costado se encontraba la persona con la cual me había casado durmiendo plácidamente. Me llamo Kim Jongdae, y puedo aseguraros que soy el hombre más feliz de todo el universo. Podéis darle las gracias a aquel que se encontraba durmiendo a mi costado a aquel día. Gracias a él habia reunido el valor suficiente para crear un futuro para ambos. Había comprado una bonita casa afueras de la ciudad para que ambos tuvieramos tranquilidad y juntos componíamos y cantábamos canciones que el público disfrutaba. Gracias al esfuerzo, nos habíamos convertido en un conocido dueto que producía y cantaba canciones alrededor de todo Corea. Gracias a él amaba despertar cada mañana y observar su pálido y delicado rostro. Mirarlo me daban gracias de protegerlo, pues este para mis ojos parecía de cristal, tán vulnerable. Me volteé para tener una mejor vista de sus facciones y cuando lo hice un inmensa sonrisa se apoderó de mi rostro, verdaderamente lo amaba. No pude evitar dejar un cálido beso en lo alto de su semblante y gracias a mi acto hizo ademán de querer abrir los ojos, como todas las mañanas. Me limité sonreír ante su tierna reacción y acaricié su cabello involuntariamente haciendo que este todavía se desvelase más, amaba mi vida.

—Buenos días Minseok, mi amor.—Dije produciendo que sonrojase sus bonitas y pequeñas mejillas.

—¡Buenos días, Jongdae hyung!—Contestó como todas las mañanas desde aquel día en el que nos habíamos jurado lealtad eterna.

Te amo Minseok. Te amo.

¡Buenos Días, Jongdae Hyung! | Xiuchen/ChenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora