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Jennie había llegado a un punto de su vida en el que el mundo le parecía un lugar lleno de cosas sin color. Despertarse sin ganas, sin sentimientos, hacer el mismo recorrido mientras el Sol gris la iluminaba, y a veces cuando las nubes grises prohibían que se atrofiara de calor. Llegaba al mismo instituto blanco, estructurado, donde todo siempre tenía que ser igual.

Tenías que pretender que todo era perfecto, que tú estabas perfecto, que en nada te iba mal. Blanco, simplemente blanco.

Aquel pasillo lleno de personas blancas pero que Jennie aseguraba que por dentro eran negras, aquellas personas que aparentan que todo está bien y que no les importa nada, pero en el fondo saben que toda su vida es un caos y un completo desastre.

Cada día miraba por la ventana de su salón blanco, para ver si algún día el contraste del cielo con el árbol cambiaba. Si algún día aquel árbol negro dejaba de resaltar tanto por el fondo gris que tenía detrás.

Mientras Lisa, a pesar de que no podía ver, estaba segura de que el mundo era un lugar hermoso lleno de colores alegres que abundan en todos lados. Tiene un tenue recuerdo de ella misma de pequeña, pelirroja y con flequillo, colores hermosos. Su casa pintada de colores que resaltaban, su piel tan suave y pálida. Todo era hermoso. Y aún así, cuando Lisa comenzó a tener problemas de vista, incluso aún cuando dejo de ver completamente, siguió viendo el mundo como algo lleno de colores, algo lleno de alegría.

Y es una completa ironía. Lalisa Manoban no puede ver, y aún así ve más colores que Jennie, quién podía ver, pero todo a su vista está en una triste escala de grises.

¿Qué pasaría si haces estallar a un mundo lleno de colores con un mundo sin ellos?


@wingsjenlisa

as she sees | jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora