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Ha pasado una hora desde que pretendo estar dormida. Simplemente estoy viendo a Lisa dormir. Me da mucha calma escuchar su respiración tan serena, ver sus cabellos rojos despeinados haciendo contraste con su pálida piel cual la sábanas.

Realmente no he podido dormir en toda la noche. Cuando nos acostamos, comencé a llorar de nuevo, pidiéndole perdón a Lisa por no poder ser la mejor chica del mundo y diciéndole que ella merece a alguien mejor. Lloré escondiéndome en su pecho mientras ella me abrazaba y yo decía que mi padre era un maldito imbécil. Pero Lisa no se quedaba callada, claro que no. Recuerdo perfectamente que me dijo que yo soy lo mejor para ella y que nunca nadie podrá remplazarme, y que si es necesario ella me llevaría hasta el otro lado del universo para que me dejara de sentir mal y triste. Si es que con las cosas que dice no puedo pensar que no la merezco.

Tomé un poco del pelo que caía sobre su cara y no me permitía verla por completo, y lo coloqué delicadamente detrás de su oreja.

No quiero ir a ver a mi padre.
No quiero juntarme hoy con él, si es que no puede salir nada bien, tengo miedo. Suspiré pensando por milésima vez como será el momento en que lo vea.

Por si no sabían, no he hablado cara a cara con mi padre desde que me metió en esa adinerada pensión estudiantil, es decir, hace cinco años.
Solo lo he escuchado en llamadas en las cuales me cuenta lo bien que va a su empresa o como ustedes ya saben, rezongarme por dejarlo mal ante la prensa.

Miré mi mano entrelazada con Lisa y suspiré. Sinceramente lo que me da más miedo es que...
Nada, olvídenlo. No vale la pena ni decirlo, por supuesto que no lo hará.

Acaricié con mi pulgar la mano de mi novia. Perdón, es que me encanta poder presumir que soy la novia de Lalisa Manoban. Y ojalá algún día poder presumir que soy Jennie Manoban.
Esperen, yo no dije eso. Olvídenlo, es demasiado vergonzoso. Aunque... no suena mal.

–Jennie Manoban.–Susurré, necesitaba ver cómo se escuchaba.

–¿Con que ya soñando el momento en el que  nos casemos?–Lisa habló y di un pequeño salto del susto.

–¿Desde hace cuánto estás despierta?–Pregunté con el ceño fruncido, probablemente con una expresión de susto bastante grande.

–Creo que desde que sentí que alguien me estaba mirando fijamente sin prácticamente pestañear.–Bromeó.

–¿Y te hiciste la dormida?–Asintió.–¡Manoban!–Exclamé soltándome de su agarre y empujándola un poco.

–Ya ya, cálmate.–Rió un poco.–¿En que pensabas que has dicho "Jennie Manoban"?

–De hecho tenias razón, estaba pensando en el momento en que pueda presumir que tengo de esposa a la tailandesa, la pelirroja y la chica más linda del mundo.

–Tenemos diecisiete años, Jennie Manoban.–Se burló y me mordí el labio.

–¡Ya¡ ¡No te burles!–Me quejé dándome la vuelta y mirando para la pared. Sentí que me tocó el pelo, y luego suspiró.

–¡Yaaaa, no te enojeees!–Me abrazó por detrás.–Era una bromaaa.

No respondí.

–¡Jennie!–Comenzó a sacudirme, pero no me moví. Se colocó encima mía, haciéndome gruñir, es pesada. Con sus manos tocó todo mi rostro, con si me estuviera reconociendo por primera vez.–Me moriría por escuchar a un niño con el apellido Kim Manoban.–Murmuró calmada.

Abrí mis ojos de a poco. Ella...

–T-Tú...–Balbuceé.–L-Lisa.–Cubrí mi cara y comencé a llorar.

as she sees | jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora