"Cuando esté mejor, me iré."
Ese era el plan pero ahora me encuentro frente a la carretera, observando con atención cada vehículo que pasa, calculando sus velocidades, su peso, el tamaño.
Hace años que no tenía sensaciones así y creí que jamas volvería a pasar por esto. Miro como van a no menos de cien kilómetros por hora y sería un impacto sin duda doloroso y espero que mortal. Hace años que no tenía ganas de suicidarme.
Soy un chico con complexión tan delgada y delicada que en mi país, me catalogaron como no apto para el servicio militar pero siempre creí tener un espíritu fuerte, una mente inquebrantable gracias a las miles de adversidades que he pasado. Las mujeres siempre me han dado envidia por ello, nunca se rinden, siempre parece que tienen un brillo en los ojos y fuego radiando de sus cuerpos cuando están decididas y consiguen lo que quieren, sin importar el costo. Es una admiración distorsionada que adapté y así le tomé el gusto de ser una mujer.
Pero no lo soy.
Y tampoco soy valiente.
Supongo que nunca jamás lo volveré a hacer.
Es gracioso que algo tan dañino como las drogas fuera la razón por la cual haya conocido a mi primer y verdadero amor, porque así es como voy a recordad a Taeyong toda mi vida.
Ninguno de los dos estará feliz sin el otro pero tampoco estaremos bien juntos.
Cerré mis ojos con fuerza y solo oía el tránsito, estaba asustado pero ya me harté de ser una mariposa con fuertes colores, quiero acabar con este mimetismo, la farsa. Di unos pequeños pasos hacía el frente y las manos me temblaban demostrando que no estaba del todo decidido en esto. ¿Es esta la forma correcta de acabar las cosas? ¿Es realmente lo único que puedo hacer?
Pero es que me da miedo vivir sin él.
Todo pasó ante mi tan rápido: imágenes de mi hermana sonriente, mi familia feliz antes de que me ignorara, una versión mía pero pequeña, viéndose satisfecho al espejo cuando usé un vestido por primera vez, el helado de vainilla que es mi favorito también vino a mi cabeza y de allí, todo lo demás fue Taeyong. Sus ojos profundos, de un café común pero un aura única, inigualable. Cada uno de sus cabellos lacios que se movían de ves en cuando con la brisa, ese cabello que jamás estaba acomodado del todo y aun así, le sentaba bien. Su piel lastimada de las manos pero suave, sus labios y esa pequeña mancha que logré distinguir en el labio inferior. Su voz glacial y sin duda adictiva. Su sufrimiento, su dolor, agonía, los golpes y marcas, pesadillas y pasado. Todo de él, lo amaba.
Y no pude, no pude acabar conmigo porque había algo que debía hacer antes.
Taeyong es la adicción que me hundió y la que me acababa de salvar.
Nuestra separación era algo inevitable pero esta no era la manera correcta, no sería justo para mí, ni para él.
Seguía dormido, se despertaba de vez en cuando y entonces aprovechaba para preguntarle si necesitaba algo, al levantarse seguía aturdido por los fuertes medicamentos que el chico de ayer le proporcionó así que divagaba unos minutos, tomaba agua y dormía de nuevo.
Respiraba plácidamente y creo que jamás lo había visto tan tranquilo. Esa escena relajó mi corazón que se estaba recuperando del susto que me aquejaba desde que Taeyong apareció herido. Aunque esto no duraría, era la hora de la verdad, la hora de cortar todo desde raíz, lo haría de la forma justa.
-Hola Tae, no importa si sigues durmiendo, está bien. Solo me voy a despedir...
Creí lloraría en cualquier instante, recuperé el aliento y seguí:
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Adicción// NCT~ TaeTen
Fanfiction-Así que te gustan los hombres. -Sí, me gustan los hombres. ¿Y a tí? -A mí me gustan las drogas. ADVERTENCIA: bad ending