—Toc, Toc, Toc.
Su risa burlona resonaba cada vez más a medida que imitaba los sonidos de la puerta.
Posicionó su oreja sobre aquella puerta de madera para luego imitar los golpesitos sobre ella que estaban haciendo las personas al otro extremo.
—Toc, Toc, Toc. —Volvió a repetir sin deformar la sonrisa de sus labios.
Las personas al otro lado de la puerta comenzaron a unirse al juego. Sus golpesitos sobre ella comenzaron a sumarse siendo cuatro golpes en vez de tres.
—Toc, Toc, Toc, Toc, Toc. —Tocó cinco veces haciéndole saber a las otras personas que ella tenía el mayor número de golpesitos sobre la puerta.
Así continuaron aumentando el número de golpes hasta que las personas del otro extremo comenzaron a cansarse.
—Esto es estúpido. —Una voz masculina se escuchó al otro lado de la puerta. Al parecer trataba de hablar en tono suave para que la persona que vivía en dicha cabaña no los escuchara.
—Toc, Toc, Toc. —Su risa burlona no paraba, su pequeño juego a la tocadas parecía divertirle, pero para las personas al otro extremo dejaron de significarles un juego aquello que estaban haciendo.
—Toc, Toc, Toc. —Volvió a repetir esperando la respuesta de las otras personas pero estas dejaron de tocar.
—¡Toc, Toc, Toc! —Esta vez ya no eran pequeños golpesitos lo que sonaban, unos fuertes golpes se estamparon sobre la puerta al no oír respuesta de dichas personas.
—Sólo dale los malditos dulces. —Susurró otra voz pero esta resultó ser fémina.
«¿Dulces?» Detuvo sus golpes sobre la puerta al escuchar dicha palabra, sus oídos no se habían equivocado estaba del todo segura que aquella palabra no era una equivocación.
Sus manos rápidamente se dirigieron a la manilla de la puerta haciendo abrir esta con brusquedad.
—¿Dulces? —Una sonrisa psicópata se formó en sus labios al pronunciar aquellas palabras.
Las personas tras la puerta ahora ya se dieron por descubiertas, un chico y dos chicas estaban parados en la entrada de aquella extraña cabaña de madera con miradas perplejas al ver la dueña de dicho lugar frente a ellos.
El chico con manos temblorosas extendió su bolsa llena de dulces en dirección a aquella extraña mujer frente a ellos.
Pero la mirada de la dueña del lugar no estaba interesada en aquella bolsa, mas bien sus ojos estaban intactos sobre los chicos frente a ella.
Inhaló profundamente mientras se acercaba un poco a los chicos. —Que espléndidos dulces me han traído.
Los chicos comenzaron a preocuparse por la situación, a pesar de que aquella mujer tenía dos ojos pareciera cómo si su mirada estuviera fija en las pupilas de cada uno de los chicos frente a ella.
No parecía una persona cualquiera, no parecía tener expresiones, no parecía estar con vida, lo único que daba señales de su existencia era aquella escalofriante sonrisa formada en sus labios.
—¿Pero saben? —otra pequeña sonrisa burlona se escapó de sus labios—. Tengo mejores dulces dentro, ¿Quieren probar?
Los tres chicos asustados tragaron con sequedad, estaban dispuestos a irse pero aquella mirada penetrante por parte de la mujer le impedían hacerlo, era cómo si sus pies estuvieran pegados al suelo de madera bajo ellos.
Obedientes entraron a dicho lugar al ver que la mujer dio un pequeño espacio para que entraran, pero al hacerlo aquella extraña mujer volvió a inhalar profundamente cerca de los chicos a medida que cada uno pasaba frente a ella.
Les parecía sumamente extraño e inusual pero era cómo si sus cuerpos estuvieran recibiendo ordenes ajenas, se movían sin tener la autorización de sus propietarios.
Una gran mano apretó sus hombros haciéndoles arder dicho lugar, otra risa burlona se escapó de la mujer al acercar sigilosamente su rostro a sus oídos.
—Tres caramelos... —suspiró con exquisitez—. Que delicioso festín me han traído.
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Dulcinea 🍬 «BTS»
Fanfiction❝Toc, toc, toc.❞ En el bosque había una antigua leyenda, en donde una extraña mujer llamada Dulcinea habitaba dicho bosque en busca de nuevas victimas para hacerlos sus preciados caramelos. Min Yoongi y Kim Namjoon son dos jóvenes que decidieron ind...