Kim Hee Young y Jung HoSeok tenían una relación de dos años. Eran la pereja perfecta, ambos se complementaban. Todo iba perfecto entre ellos, hasta que un día todo cambió...
De: HoSeok.
Para: Hee Young, la persona que siempre amé...
Hasta que llegue...
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~Invierno~
Después de tomar un chocolate caliente en silencio, decidimos ir a casa. Sonreí al ver a los demás chicos ahí como todos los días. Gracias a estos chicos y a mi hermano he sobrellevado esto. La cena estuvo llena de risas, chistes malos por parte de mi hermano y bromas de doble sentido.
—Muy bien chicos, es hora de limpiar la mesa y lavar los platos—YoonGi se levantó y desapareció en alguna de las habitaciones de nuestra casa. «Flojo» Alcé la mirada y todos los chicos habían desaparecido.
—¡Es injusto!—golpeé en suelo con mis pies.
—¡Ya! ¡Muy injusto!—Jin se quejó desde su habitación, para luego escuchar ruidos de la televisión y risas de los demás.
—¡Eres un mal hermano!—grité enojada.
—Te ayudo—escuché la voz suave de JiMin.
—Gracias—le miré y sonreí. Todos ellos deberían aprender de JiMin.
Al principio el silencio era incómodo. A pesar de que hablábamos de vez en cuando, aún cuando HoSeok se lo prohibió, seguía siendo algo incómodo para él y para mí.
—¿Cómo estás?—interrumpió el silencio.
—Mejor—Sonreí —¿y tú?
—Normal—se encogió de hombros.
—JiMin...
—Quería hablar contigo.
—Dime, soy toda oídos—sonreí. JiMin empezó a recoger los platos y yo los vasos.
—Nunca fue mi intención lastimarte, jamás lo fue.
Sonreí de manera dulce.
—Sé que no fue tu intención JiMin. El que debe entender eso es HoSeok.
—Lo hizo. Después de lo ocurrido, me ausenté por cuatro meses. Todos los días en la entrada de mi casa había un postre o comida con una nota que decía "te extraño, regresa pronto" era él, que a tempranas horas de la mañana me dejaba esos detalles, lo vi muchas veces cuando se iba—hasta que un día, decidí afrontarlo.
—¿Y qué sucedió?
—Hablamos, al principio quiso correr, pero evité que saliera corriendo. Hablamos de mis sentimientos que tenía o que quizás tengo sobre ti, y de la manera en cómo me sentí ese día cuando me dejó solo y lastimado. Él, por su parte, habló sobre cómo se sentía que su mejor amigo estuviera enamorado de la misma chica que él. Entonces nos perdonamos, ¿cómo no iba a perdonar a mi mejor amigo de la infancia? Con él compartí infinidades de anécdotas. Aunque lo perdoné, y juró que lo hice, aún recuerdo aquellas palabras dichas con odio.
—Es normal. Una cosa es perdonar y otra cosa es olvidar lo que sucedió—lo miré y acomodé un pequeño mechón de su cabello detrás de su oreja. Y empecé a lavar los trastos que habíamos ensuciado en la cena.
