Nathan the nobody

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Nathan tuvo una infancia normal. Creció en una gran familia con su hermana gemela materna, Crystal. Se diferencia de su hermana gracias a una rara condición genética llamada Heterocromía Iridum, la cual hace que tenga un ojo azul y un ojo verde. Nathan y su hermana fueron criados por su madre, que se preocupaba mucho por ambos. El Padre de Nathan, lo intentaba.

Nathan tenía 6 años, cuando notó que su padre no lo trataba igual que a su hermana. Él era un chico inteligente que llevaba una vida sencilla en la escuela. Mientras que su hermana era mucho mejor haciendo amigos, ¿cómo no iba a hacerlo? Él la veía como la persona más agradable en el mundo.

Frecuentemente Nathan tenía problemas de ira, se enojaba sin razón y con mucha facilidad. Ese temperamento le había traído muchas peleas y discusiones con sus compañeros y maestros.

Su acción daría lugar a muchas discusiones entre sus padres; quienes lo tomaban con tranquilidad, tratando de evitar discusiones frente a él y su hermana. Algunas veces su padre perdía; su rostro iba rojo de ira ante la noticia de otro estallido. Esto enfurecía a su padre, quien le gritaba a Nathan antes de que su madre interviniera y lo tranquilizara.

Esto de alguna extraña manera, hizo feliz a Nathan. Ver a su padre dándole más atención que a su hermana, ver lo fácil que era manipularlos con ciertas emociones. Era un poco emocionante para él.

Una noche, se despertó al escuchar susurros; frunció el ceño, y se levantó de la cama. Se dirigió a la puerta de la habitación; podía oír los susurros en la planta baja. Se dirigió hacia el pasillo tan silenciosamente como pudo, los susurros tuvieron sentido cuando vio a sus padres.

-¡Siempre eres demasiado amable con él! ¡Fui demasiado suave con él!- Su padre gritaba en silencio, tratando de no despertarlos.

-Es sólo un niño, va a mejorar- Su madre le responde en voz baja, suplicante.

-¡Siempre dices eso! ¿Crees que no lo sabe? ¡Es un chico inteligente! ¡Simplemente no quiere comportarse!

-¡Estás siendo demasiado duro!

-¡No, no lo soy! ¡Él no puede seguir haciendo esto! ¡¿Por qué no puede ser como su hermana?! ¡Ella es dulce, tranquila, y no se rebela como este! ¡Un maldito niño normal!

-Él va a crecer.

Escuchó lo suficiente y volvió a su habitación. Sus pensamientos y sentimientos se volvieron amargos y resentidos hacia su hermana. Los próximos días, se negó a hablar o jugar con ella. No fue hasta que ella lo molesto tanto preguntando por qué, que le gritó. Después de que detuvo sus gritos, su hermana se quedó allí, sus amargos sentimientos se convirtieron en culpa. Podía sentir el dolor de su hermana como si fuera suyo, decidió dirigir sus sentimientos amargos a su padre; el que plantó la semilla en primer lugar. Sin embargo, a causa de todo esto descubrió que sentía algo de envidia hacia su hermana.

A pesar de todo, Nathan amaba y confiaba en su hermana por completo, en parte porque creía que ella era incapaz de hacer algún mal. Como su padre parecía dar a entender que ella era el gemelo bueno y él el gemelo malvado. Él y su hermana se entienden entre sí en un nivel que no todos los hermanos llegan a tener; por supuesto, tuvieron sus dificultades, como la mayoría de los hermanos.

A los 9, Nathan se había distanciado de sus padres. Ellos afirmaban que lo querían igual que a su hermana, estaba claro que no era el caso. Sus calificaciones pudieron haber sido grandes, pero él siguió luchando entre sus compañeros. Él nunca molestó a su hermana en la escuela, lo último que quería era molestarla o que los matones se enfocaran a ella. Así que, en lugar de eso se sentaba lejos de todos en el recreo y utilizaba la escuela como una distracción de las actividades sociales.

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