Capítulo 1: Retorno.

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Por delante me quedaba un viaje de tres horas, y no quería ir escuchando hablar a mi madre durante todo aquel tiempo. Metí mi maleta en el maletero y entré en el coche, colocándome los auriculares y poniendo mi canción favorita a todo volumen.

 Quién abrirá la puerta hoy
Para ver salir el sol
Sin que lo apague el dolor
Que me dejó aquella obsesión.

De tu corazón con mi corazón

de mis manos temblorosas arañando el colchón.

 Quién va a quererme soportar
Y entender mi mal humor,
Si te digo la verdad,
No quiero verme solo.”

 Empecé a pronunciar las palabras con un leve susurro mientras contemplaba el paisaje a la vez que pensaba en el pueblo, hasta que me quedé dormida.

 -Ya estamos... casi...

 -Mira aquel parque... ¿te acuerdas Gadea?....

 -Gadea... Venga...

 -¡Gadea!

 Abrí los ojos muy alterada gracias al zarandeo de mi hermana.

 -¡Para ya Esther!

 -Que ya hemos llegado, estúpida.

 Y tras decir aquello se bajó del coche. Me quité el cinturón y abrí la puerta, bajándome a continuación.

 -¡Bienvenidas a vuestra casa durante los próximos dos meses!

 Una gran casa se encontraba delante mía. Todo aquello me traía tantos recuerdos a la mente. Mi padre abrió la puerta que chirrió un poco al ser abierta después de cuatro años y entramos. Toda la casa estaba muy oscura y olía a cerrada. Mi madre se acercó a una ventana y levantó la persiana. Todo estaba igual como lo recordaba. Entré en el salón y mire todo con nostalgia. Cuántos momentos inolvidables había vivido en aquella habitación.

 -Y bien, ¿no vais a subir a ver vuestro cuarto?

 Mi hermana y yo nos miramos y subimos corriendo los escalones de dos en dos. Llegué a la puerta final del pasillo y la abrí. Encontré una habitación no muy grande, pintada de rosa palo, con una cama en un lateral y fotos de Justin Bieber por toda la habitación, a quien idolatraba totalmente.

Me acerqué a la ventana y la abrí para que entrase luz y aire limpio. Tras aquello me fijé en la ventana de la casa de enfrente. Estaba levantada, pero no podía ver a nadie, mejor así.

Quité algunas fotos para colocar fotos con mi mejor amiga, María, aunque yo siempre la había llamado May, y empecé a sacar la ropa de mi maleta y a colgarla en el armario. Mientras colgaba la ropa recibí una llamada.

 -¿Si?

-Tía, hace un día que te has ido y ya te echo de menos, joder.

-Jo, no sabes como te echo yo a ti de menos May.

-Pf, van a ser los dos meses más largos de mi vida. Bueno, ¿qué tal todo por allí?

¿Algún rastro de ya sabes quién?

-Aún nada tía, su ventana está abierta pero parece que no hay nadie- Dije acercándome a la ventana.

-Bueno Gade, tú no te preocupes, verás como todo va bien.

-Ya May, pero sabes lo mal que lo pasé, pf.

-¡Gadea, baja, vamos a ir a dar una vuelta por el pueblo!- escuché gritar a mi madre desde abajo.

-¡Voy mamá!- dije tapando el móvil con la mano.

-May, me tengo que ir vale. No me eches de menos guarra, te quiero estúpida.

-Adiós imbécil, te quiero, aunque no lo parezca.

 Colgué y me di la vuelta saliendo de la habitación. Lo que yo no sabía era que desde la ventana vacía, un chico había estado observando todos mis movimientos desde las sombras.

Recuerdos de un pasado (Gemeliers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora