Capítulo 3: Déjame explicarte.

2.2K 74 0
                                    

Estaba petrificada. No veía a Jesús desde hacía cuatro años, desde que me destrozó completamente. Había cambiado tanto. Estaba alto, unos cuantos centímetros más que yo. Ya no llevaba las gafas, pero su mirada, aquella que me perteneció cuatro años atrás, seguía siendo la misma.

Empezó a caminar hacia mí y yo di dos pasos retrocediendo, intentando huir de aquel recuerdo hecho persona, aquel que me impedía dormir por las noches y por el que tantas veces había llorado.

-¿Cómo me has encontrado?

-Este era nuestro lugar, Gadea. Aquí empezó todo, aquí pasábamos todas nuestras tardes. Algo dentro de mí me decía que te encontraría aquí.

-¿Y algo dentro de ti no te decía que yo no querría verte?

-Por favor Gadea, escúchame.

-No Jesús, no voy a escucharte, ¿para qué? ¿Para que me expliques lo que ya sé? ¿Para decirme que lo que pasó no fue tu culpa? ¿Para que empiece a llorar una vez más? Lo siento pero no.

-Gadea por favor, créeme, ella fue la que me besó.

-¿Y tú hiciste algo para impedirlo?

Jesús se quedó callado y agachó la cabeza para mirar al suelo. Apreté mis puños y me mordí el labio para intentar retener las lágrimas que estaban impacientes por salir de mis ojos.

-Lo suponía. Me voy, no puedo más.

-Gadea, déjame explicarte.

-¡Es que no hay nada que explicar Jesús!

Tras decir aquello los dos nos quedamos uno segundos en silencio, mirándonos el uno al otro, parados, sin hacer ni decir nada, como si el tiempo se hubiera detenido, hasta que Jesús pronunció unas palabras que me afectarían más de lo que yo creía.

-Déjame explicarte lo mucho que te he echado de menos. Explicarte todas las noches que no he podido dormir porque estaba pensando en ti. Todas las veces que he llorado arrepintiéndome de lo que hice. Cuántas veces me he quedado horas y horas hablando con mi hermano. Lo mal que lo he pasado estos cuatro años. Lo tonto que fui por perder todo lo que habíamos creado juntos.

-Jesús, por favor, no sigas.- Dije sintiendo como mi vista se empañaba.

-Déjame explicarte que te quiero.

Sentí como las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas, como empezaba a sentir que ya no podía más. No podía asimilar lo que me acababa de decir Jesús. Se acercó a mí e hizo el intento de darme un abrazo pero yo me aparté de él y me fui corriendo.

Corría sin dirección, lo único que quería era irme lejos de aquel lugar, ir me lejos de él. Cuando llevaba corriendo varios minutos me senté en un banco, saqué mi móvil y marqué. Al instante May me respondió.

-Qué pasa tía, ya me echabas de menos, ¿no?

-May, necesito tu ayuda.- Dije con dificultad a causa del llanto que llevaba encima.

-Gadea qué te pasa. ¿Estás llorando? Gadea no me asustes, ¿que ha pasado?

-Jesús, acaba de hablar conmigo antes y no puedo más tía. Creía que podría aguantarlo pero todo esto es superior a mí.

-Vamos a ver Gadea, relájate vale, toma aire profundamente y cuéntame que ha pasado.

Inspiré profundamente varias veces para intentar relajarme, me sequé las lágrimas y empecé a contarle a May lo que había pasado.

-Yo salí a dar una vuelta, vine al parque, fui al mismo sitio donde iba todas las tardes y apareció Jesús.

-¿Y qué te dijo?

-Me pidió perdón por lo que pasó hace cuatro años, que no había sido su culpa, que él nunca había querido romper todo lo que habíamos creado juntos.

-¿Algo más?

-Bueno, si... me dijo que me quiere.

-¿Cómo? Que cabrón, después de todo lo que te hizo, cómo se atreve.

-Lo sé May, pero eso no es lo peor.

-No se qué puede haber peor que eso.

Guardé silencio unos instantes tras escuchar las palabras de mi mejor amiga, aquella que me había ayudado a superar todo aquello y la única que sabía como me había afectado todo eso realmente, pensando si decirle lo que pensaba o no. Finalmente, tras varios segundos en silencio, respondí.

-Creo que le quiero, May.

Recuerdos de un pasado (Gemeliers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora