Capítulo 9: Tus sentimientos pueden cambiar.

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Después de que Albi me soltara aquello estuve todo el camino hacia su casa intentando sacarle de lo que se trataba porque era obvio que sabía porque se comportaba así conmigo últimamente, pero mis esfuerzos fueron en vano.

-Albi, por favor, todo sea por mí.- Dije haciendo un gesto de ruego con la cara.

-Te vas a tener que esperar a que cenemos y subamos a mi cuarto.

-Pero por qué me odias.

-En el fondo te amo.

La miré con cara de asco y a continuación estallamos en carcajadas, para entrar después en su casa. Cuando llegamos al salón la madre estaba preparando la cena así que pusimos la mesa y a los pocos minutos ya nos encontrábamos cenando.

-Y bueno, qué tal todo Gadea, y tus padres como están

-Pues todo muy bien la verdad, mis padres muy felices de estar otra vez por aquí.

-Y tanto si está bien, con el Jesús, ay.

-¡Oye!- Dije dándole una patada a Alba por debajo de la mesa, provocando su risa y la de sus padres.

-¿Has terminado Gadea?

-Sí.

-Bien, pues nos vamos para arriba vale, después bajamos y os damos las buenas noches.

Subimos corriendo las escaleras y entramos en su cuarto, cerrando la puerta tras nosotras y cambiándonos de ropa. Nos sentamos en la cama y cada una se abrazó un cojín.

-Y bueno, ¿no tienes nada que contarme?

-Gadea, todo a su tiempo.

-Eres muy puta.

-Aprendo de ti

Y tras decirme aquello le tiré el cojín a la cara y nos empezamos a reír Me tumbé con la cabeza colgando fuera del colchón y ella me imitó. Empezamos a hablar sobre diversos temas. En un momento me quedé callada mirándola y empecé a reírme a carcajadas.

-Pero que te pasa chiquilla.

Recuerdos de un pasado (Gemeliers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora